Entre las nuevas formas de
explotación que han surgido en los últimos años en una sociedad, la nuestra,
que ha perdido los principios, los valores y la moralidad, sobresale la llamada
“gestación subrogada”, a la que también se la llama “maternidad subrogada”, “maternidad
por encargo”, “maternidad de alquiler”, “subrogación gestacional”, etc, que
consiste en que una mujer lleva en su vientre durante nueve meses un hijo que
no va a ser suyo. El embarazo puede producirse por inseminación artificial, lo
mas corriente, o por una relación sexual normal y puede incluir esperma y óvulos
de quien o quienes hacen el encargo o no. Aunque no necesariamente tiene porque
ser así, la inmensa mayoría de estas maternidades por encargo las realizan
parejas que no pueden tener hijos y que no pueden, o no quieren, recurrir a la
adopción. También personas solteras o sin pareja recurren a la gestación subrogada.
Una gran parte de los demandantes de este servicio son homosexuales.
Aunque el asunto desde el punto
de vista ético tiene muchas aristas, yo me voy a centrar en solo una de ellas,
la que considero mas importante. La gestación subrogada cuesta bastante dinero,
dependiendo del país puede superar ampliamente los 60.000 euros, en este precio
se incluye la comisión que cobran organizaciones de trata o mafiosas, muchas
veces encubiertas bajo un manto pseudolegal o social, el tratamiento en
clínicas especializadas y el dinero que se paga a la mujer gestante. Este
último punto es el mas sangrante y escandaloso, porque no son las mujeres de
cualquier estrato o condición social las que se someten altruistamente a ser
madres para luego entregar sus hijos a otros, sino que son las mujeres pobres o
en situaciones de grave riesgo las víctimas de un negocio repugnante y de los
deseos de miles de canallas que mientras piden el reconocimiento social no les
importa lo mas mínimo aprovecharse de las personas mas débiles y subvertir los
derechos de los niños.
En España la gestación subrogada
está prohibida, pero a los que van a otros países a encargar hijos para luego
traerlos aquí no les pasa absolutamente nada, incluso presumen de ello
públicamente. Estos “turistas reproductivos” buscan destinos principalmente en
Iberoamérica o en Europa del Este, precisamente donde la situación económica de
muchas mujeres es mas precaria y donde el hijo por encargo les puede salir mas
barato.
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