jueves, 26 de enero de 2017

ELECCIONES EN EUROPA

Este año 2.017 hay elecciones muy importantes en Europa, porque estamos hablando de países que representan casi el 40% del Producto Bruto de la Unión Europea, que suman muchos millones de habitantes y que tienen un peso político fundamental y hasta hegemónico en las políticas europeas y en las instituciones de la Unión. El 15 de marzo hay elecciones generales en los Países Bajos, en junio, seguramente a dos vueltas, serán las elecciones presidenciales en Francia y el 24 de septiembre están convocadas las elecciones generales en Alemania.
Tras lo que sucedió en 2.016 con el Brexit en Reino Unido y con la elección de Donald Trump como presidente de los EE UU, los mandatarios europeos y los candidatos de los partidos tradicionales están sumidos en el vértigo. Unos están sujetos a los brazos de su sillón, perplejos, y se agarran con fuerza para no desplomarse del mareo y otros van diciendo tonterías a la gente y a los medios, tan perdidos como un pollo sin cabeza. Si los precedentes acojonan, las encuestas de intención de voto que manejan no dejan lugar a dudas. A veces los terremotos van precedidos de movimientos sísmicos que los hacen totalmente previsibles.
Asistimos a un fenómeno que no se producía desde antes de la Segunda Guerra Mundial, la gente no vota en clave de izquierda o derecha, sino por desesperación y venganza, unos, los perjudicados por todo lo que ha sucedido, y por mantener el statu quo los otros, los que se han beneficiado de ello. El problema es que son muchos mas los primeros que los segundos. La disyuntiva izquierda-derecha también se ha diluido, como un azucarillo en el café, porque los partidos socialistas han implementado políticas económicas que en nada se diferenciaban de las de los partidos conservadores y mientras eso sucedía alimentaban otras alternativas.
La gran bolsa de votos no son los millonarios, esos no votaron por el Brexit ni por Donald Trump, sino los trabajadores, los funcionarios, los pensionistas y los jóvenes. Esos ciudadanos están muy cabreados y cuando la gente está enfadada hasta el punto en que lo está puede pasar cualquier cosa, como ya hemos visto. Es muy importante determinar e identificar claramente que cuestiones van a decidir el voto. Yo creo, sin temor a equivocarme, que, aunque no son las únicas, hay dos que sobresalen sobre las demás: El problema de la inmigración y las ganas de poner en su sitio a los que llevan mucho tiempo riéndose de los ciudadanos. Estoy seguro de eso porque esas dos motivaciones fueron las responsables de las hecatombes electorales  británica y norteamericana. El que no lo vea que se compre unas gafas.
En contra de lo que muchos creen, yo no pienso que la crisis económica y sus consecuencias sean decisivos en el voto de la gente, sino que, mientras los ciudadanos están pagando las fechorías, los protagonistas de las pifias se han ido de rositas. Aún peor, mientras dicen que nos apretemos el cinturón, siguen haciendo de las suyas, como incluir a sus esposas y sus amantes, por ejemplo, en las nóminas públicas a cambio de no hacer nada, como hemos visto en Francia. La venganza contra los políticos es un plato que se toma frío y en las urnas.

Aunque a la gente la han querido convencer de lo contrario, los problemas que ha generado la inmigración masiva son tremendos. Ese fenómeno ha sido a veces provocado por las guerras que los que nos gobiernan han provocado y/o alimentado y otras por una permisibilidad que tenía un motivo: disponer de un ejército de reserva que presionara a los demás trabajadores a peores condiciones salariales y laborales, única manera de competir en un mundo de economía globalizada donde países como China o India pueden producir barato porque tienen salarios de miseria. Los gobernantes han pedido solidaridad a los que les estaban haciendo la puñeta.

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