Salvo alguna sorpresa mayúscula, dentro de
pocos días tendremos finalmente nuevo Gobierno. En principio es una buena
noticia, porque aunque los belgas estuvieron año y medio sin Gobierno y dicen
que nunca estuvieron mejor y en Italia dicen que la economía crece de noche,
porque es cuando los políticos duermen, la verdad es que un país funciona mejor
con un Gobierno, aunque sea malo, que sin él. Uno sabe a qué atenerse y se
pueden sacar adelante unos Presupuestos, cuestiones para nada baladíes. Por
primera vez desde la Transición, España va a tener un Gobierno de izquierda
donde no solo estarán sentados en el Consejo de Ministros socialistas, también
estarán miembros de la izquierda radical, incluso habrá algún comunista. Esto es
algo que mucha gente no lleva, no solo en la derecha más cavernaria, también en
la pseudoizquierda. Vivimos en una democracia parlamentaria y los mismos que
pactan y hasta gobiernan con Vox en ayuntamientos y CC AA no tienen ninguna
autoridad moral para decir a Pedro Sánchez y al PSOE con quién puede, o no,
gobernar. El sesgo ideológico del nuevo
Gobierno seguramente impregnará algunas de las medidas que se tomarán, algunas
de ellas ya están pactadas, pero eso no quiere decir que, finalmente, sean
medidas de verdadera izquierda, me explico: Al parecer una de las medidas
pactadas entre el PSOE y UP es subir los impuestos a los ricos. Para la mayoría
de ciudadanos de este país, que no somos ricos y que estamos hartos de pagarles
los impuestos a los más adinerados, la música suena bien, pero entremos en la
letra ¿Se va a subir los impuestos a los dueños de las consignatarias de
buques, de esos buques que llevan bandera de Panamá o de Bahamas? ¿Se va a
subir los impuestos a los banqueros, a esos banqueros que residen en Londres?
¿se van a subir los impuestos a toda esa gente que acumula decenas y hasta
cientos de inmuebles, sean personas físicas o fondos de inversión? De momento
parece que no, que no van a ir por ahí los tiros, a los que se va a subir los
impuestos es a los trabajadores que más ganan, pero trabajadores al fin y al
cabo, a los trabajadores que más se han esforzado para llegar a puestos de muy
alta responsabilidad en las empresas, a puestos directivos, y a los que Hacienda ya se lleva, rayando en la usura, el 45% de su salario. No es inteligente, ni
de izquierda, castigar el esfuerzo, castigar a los que ya les sacan los
impuestos por anticipado sin posibilidad alguna de escaquearse, hay que ir a
por los que defraudan. Estos trabajadores muy bien remunerados ya pagan
suficiente. Este es un ejemplo que lo que no debe hacer el nuevo Gobierno,
porque su verdadera cara será la fiscal y la Presupuestaria, lo demás serán
fuegos de artificio. Sería un gravísimo error poner impuestos a la banca,
impuestos verdes y toda una serie de tasas que finalmente pagarían los clientes
o los ciudadanos en general. Hay que ir a por la acumulación de patrimonio no empresarial,
porque las empresas generan riqueza y puestos de trabajo, y hay que entrar a
saco contra el fraude fiscal, que en este país defrauda casi todo el mundo
(estamos hablando de un fraude de 80.000 brutales millones de euros al año) y
los más ricos son los que más defraudan. Para cuadrar las cuentas que nos exige
Bruselas, para garantizar los servicios sociales básicos y el Estado de Bienestar,
para amortizar Deuda y para invertir, que eso principalmente, y no otras cosas,
son las políticas de verdadera izquierda, hay que recaudar más, mucho más, pero
ni subiendo impuestos ni castigando, de rebote, a los de siempre. Es posible
hacerlo. Esa será la prueba del nueve de la progresía del nuevo Gobierno.
SI NO HACEMOS NADA, HASTA LOS MUERTOS, CONVERTIDOS EN FANTASMAS CON BIRRETE BLANCO, EMERGERAN DE LAS TUMBAS PARA EXIGIR JUSTICIA.
martes, 31 de diciembre de 2019
viernes, 20 de diciembre de 2019
LA SENTENCIA DEL TRIBUNAL DE LUXEMBURGO
La sentencia del TJUE, que afecta
a los independentistas catalanes condenados por la Justicia española por graves
delitos de malversación de fondos públicos y sedición y también a los
independentistas fugados, empezando por Puigdemont, ha levantado, como es
lógico, un terremoto político, más, si cabe, al producirse en medio de las
conversaciones entre PSOE y ERC para que pueda salir adelante la investidura de
Pedro Sánchez y se pueda formar Gobierno. Yo no voy a entrar en el
laberinto jurídico de la sentencia del Tribunal de Luxemburgo, ni los más
expertos juristas se ponen de acuerdo, solo constatar algunas cosas: que esta
sentencia da gasolina a los golpistas catalanes, que es otro argumento más para
el relato de los que, ahora con el apoyo de las instituciones europeas, se pasan
las leyes y la Justicia española por la entrepierna y que los españoles no
fueron conscientes, ni los políticos de entonces se lo explicaron, de lo que
significaba la pérdida de soberanía de nuestro estado-nación en beneficio de un
ente supranacional cuyos gestores no elige la gente, o, para decirlo de otra
manera, los elige la gente, pero demasiado indirectamente. Puestos a hacer
justicia recordemos que el único dirigente español de una formación política
importante que se opuso firmemente y con argumentos demoledores al Tratado de
Maastricht fue el entonces coordinador general de Izquierda Unida, Julio
Anguita: “Nos gobernarán desde fuera y no pintaremos nada”. La pérdida de la
soberanía de los Estados europeos y el
menoscabo del poder de decisión de sus pueblos ya está teniendo resultados
dramáticos, el de esta sentencia es uno de ellos y el Brexit es otro. Los
británicos han reaccionado, pero los demás, de momento, aún no.
viernes, 13 de diciembre de 2019
LOS BRITÁNICOS VOTAN BREXIT
Está claro que no hacía falta un nuevo referéndum, Boris Johnson ha arrasado en las elecciones generales del Reino
Unido, dejando en evidencia las incongruencias y contradicciones de los
laboristas, que se han pegado un batacazo histórico, y aprobando la reválida
del Brexit con nota alta. Pero ¿por qué los ciudadanos británicos se han
inclinado por el Brexit, incluidos muchos que tradicionalmente votan al partido
laborista, muchos británicos de izquierda? pues, porque no quieren más
inmigrantes, así de claro. Quieren conservar su cultura, sus costumbres, sus
puestos de trabajo y su economía. Se puede estar, o no, de acuerdo con esto,
pero no me negara usted que son razones de peso. Que nadie se atreva a decir
que los británicos no quieren saber nada de Europa, estamos hablando de los
hijos y de los nietos de los que dejaron la vida en las playas de Normandía, de
los herederos de los que lucharon en la Primera y Segunda Guerra Mundial junto
a los franceses y otros aliados. El Viejo Continente (que tiene la misma edad que los demás) está regado con la sangre
de los británicos, ese era su compromiso. Pero, las estúpidas políticas de
manga ancha con la inmigración de algunos países europeos y de quienes dirigen
la UE no gustan a los británicos, que ya habían recibido millones de
inmigrantes de los países de la Commonwealth, la Comunidad Británica de
Naciones. Las consecuencias del buenismo estúpido y de querer tener un ejército
de reserva que presione a peores condiciones salariales y laborales al resto de
trabajadores pasan factura, y gorda. Tras Reino Unido vendrán otros, quizá
Italia y Francia. La UE se cae a pedazos mientras los irresponsables silban. No
es culpa nuestra, dicen, es culpa de los británicos.
martes, 10 de diciembre de 2019
LA SANIDAD CATALANA REVIENTA
Las actuaciones tienen
consecuencias, y las actuaciones de los independentistas catalanes están
teniendo consecuencias dramáticas en aquella comunidad autónoma. Votar con el
corazón o con las vísceras nunca es lo más inteligente. Casi 140.000 personas
están en lista de espera para operarse en Cataluña, muchos pacientes desde hace
muchos meses. Los ambulatorios y los servicios de urgencia están colapsados y
el asunto, lejos de solucionarse, se agrava cada vez más. Como siempre hacen
los independentistas, han intentado echar la culpa a España del caos
y el colapso sanitario que viven los catalanes, pero como tienen transferida esa
competencia lo tienen francamente difícil. Al síndico (defensor del pueblo)
catalán, Rafael Ribó, un antiguo militante del PSUC (no hay cosa peor que un
comunista reconvertido) no se le ha ocurrido otra cosa, aunque sin presentar
ningún dato, que decir que el problema sanitario de Cataluña se debe a los
pacientes de otras comunidades autónomas españolas que tienen que atender,
cuando los catalanes también son atendidos en otras partes de España y hay un
mecanismo estatal de compensación para evitar que una comunidad autónoma pague los
gastos sanitarios que corresponden a otras. La verdad es muy distinta y, ante
la evidencia y las críticas que le han llovido, Ribó no ha perdido ni cinco
minutos en poner el dedo en una de las llagas: “El caos sanitario se debe a la
cantidad de inmigrantes que hay en Cataluña”. Esto es verdad, aunque a la falsa
progresía no guste que se digan estas cosas, solo los que no han vivido en Cataluña
y no han usado sus servicios de salud pueden negarlo, pero solo es una parte de
la verdad. La verdadera raíz del asunto son las políticas derechistas del Gobierno
de la Generalitat. Si entramos en las cifras y nos damos cuenta que el
porcentaje de los Presupuestos que los independentistas destinan a la sanidad
pública es casi la mitad del promedio de lo que destinan el resto de CC AA de España
la evidencia aparece diáfana. Esto contrasta con la cantidad de dinero que los
independentistas destinan a ayudas sociales, casi 4.000 millones de euros al año,
la mayor parte para salarios sociales, ayudas a la vivienda, etc para
extranjeros. Un porcentaje que duplica a la media de las demás CC AA españolas.
Si usted está al corriente de los esfuerzos de los independentistas catalanes
para atraer a su causa a las comunidades extranjeras que residen en Cataluña
(pakistaníes, marroquíes, subsaharianos, etc) y ve como mucha de esta gente se
manifiesta en la Diada por la independencia entenderá mucho de lo que allí
sucede. Las políticas derechistas también se demuestran en que el Gobierno de
la Generalitat destinó el año pasado más de 2.000 millones de euros a derivar
pacientes a la sanidad privada, justo el doble que el de la Comunidad Autónoma
de Madrid, donde Gobierna el PP. Pues bien, esas políticas son apoyadas explícita
o tácitamente por ERC y por la CUP, que son los que sostienen el Gobierno de
Torra. Seamos serios ¿cuándo los republicanos catalanes o los anarquistas han
sido de izquierda? ¿Cuándo los republicanos catalanes o los anarquistas han
apoyado al Estado? Los independentistas se gastan el dinero de los catalanes en
su “Procés”, en sus chiringuitos y en subvencionar a potenciales aliados y la
salud de la gente no es su prioridad. ¡Ojo! que estamos ante el brete de que lo
que pasa con la sanidad en Cataluña no sea una singularidad, en otras CC AA se
empiezan a observar signos alarmantes en el mismo sentido.
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