El viernes 20 de enero va a ser
sin duda un día histórico, no solo para los EE UU, el presidente electo, Donald
Trump, tomará posesión de su cargo. Mucha gente pensaba que una vez ganadas las
elecciones el candidato republicano moderaría su discurso y sus formas y que,
de una u otra forma, se integraría en el establishment, que es donde está el
verdadero poder en USA y en otras muchas partes, pero, las últimas declaraciones
de Trump y sus ruedas de prensa ya están poniendo de los nervios a los que no
han sido capaces de prever, en toda su profundidad, lo que se les venía encima.
Las agencias de inteligencia, el Pentágono, las grandes corporaciones,
congresistas y senadores, etc, todos están en un sin vivir temiendo que Trump
entre en la Casa Blanca como un elefante en una cacharrería. No es para menos,
porque si a las cosas que dijo el nuevo presidente durante la campaña electoral
añadimos las personas que ha seleccionado para su Gobierno que cunda el pánico
es lo mas normal del mundo. Yo no recuerdo ningún presidente de los EE UU que
haya tenido en contra a tanta gente; John F. Kennedy se tuvo que enfrentar también
a los servicios de inteligencia de su propio país, pero, al contrario de Trump,
tenía a la mayoría de la población de su lado. Ya sabemos cómo acabó aquel
presidente norteamericano, porque en los EE UU, paladín de la democracia y la
libertad, te puede pasar cualquier cosa si te enfrentas a quien no debes. Al hermano
de JFK, Robert F. Kennedy, también lo enviaron al otro barrio por eso.
Va a ser muy interesante seguir
la secuencia de acontecimientos a partir del día 20, aunque conteniendo la
respiración, eso sí. La gente que defiende el statu quo político del país desde
el Partido Republicano y que tiene fuertes lazos con algunos grupos de poder
muy importantes, como el entramado militar-industrial, se ha unido a los
críticos de Trump y van a hacer la oposición al nuevo presidente desde su
propio partido. Los lidera el senador John McCain, que, haciendo honor a su
apellido, ya está haciendo todo lo posible por cargarse al nuevo presidente. Es
decir, los que pensaban que Donald Trump iba a tener mayoría en el Congreso y el
Senado pueden ir olvidándose de eso, porque, además de al Partido Demócrata, el
nuevo presidente va a tener en contra a una buena parte del Partido Republicano.
Lo que puede suceder en los EE UU
no solo afectará a aquel país y a algunos de sus vecinos, como México, tendría
repercusiones inmediatas en Europa, donde se van a celebrar dentro de poco
elecciones generales o presidenciales en países como Holanda, Francia y
Alemania. No ha sido una casualidad ver a la candidata a la presidencia
francesa por el Frente Nacional, Marine Le Pen, en la torre donde reside
todavía el presidente electo. Si las medidas mas inmediatas de Trump sobre
inmigración irregular, sobre empleo y sobre inversión económica tienen éxito y
si lograra que los EE UU recuperen el protagonismo internacional de la mano
de Rusia, no enfrentándose a ella, la hecatombe electoral en Europa estaría
asegurada. Pero, lo mas probable es que asistamos a un espectáculo que ni los
guionistas de Los Simpson se pudieron imaginar, con repercusiones de una
gravedad nunca antes vista y que pueden situar a los EE UU, y al mundo entero,
al borde del abismo. No es racional pedir peras al olmo ni esperar soluciones
sensatas de los insensatos, me refiero a Trump y también a los que no van a
saber ejercer, como ya se está viendo con los informes falsos y otras maniobras
rastreras, de oposición democrática.
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