martes, 24 de enero de 2017

LA CRISIS CHINA

La crisis económica que asoló al mundo cuando estalló la burbuja financiero-inmobiliaria no la padeció China en la misma medida. Gracias a sus precios baratos y a que muchos Gobiernos han sido muy tolerantes con las prácticas comerciales del gigante amarillo, China pudo capear el temporal mejor que nadie.  A salir airosos también ayudó que China, al contrario que los EE UU, Europa y Japón, no estaba endeudada hasta las cejas y no tenía que pagar astronómicos intereses para poder  financiarse. Pero, como la crisis económica mundial es tan profunda y sus causas primigenias, la ausencia de planificación y, por ende, la sobreproducción, son muy anteriores y mucho mas graves que el crac de las hipotecas “Sub Prime”, el mundo no se ha podido recuperar e, inevitablemente, la economía china, metida de lleno en la globalización y cuya punta de lanza es la exportación, finalmente ha sido afectada. Hasta tal punto es así que en la última Asamblea Nacional Popular se establecieron unas nuevas directrices para el próximo Plan Quinquenal, cambiando una buena parte del proceso productivo introduciendo nuevas tecnologías y, sobre todo, potenciando el mercado interno en detrimento de la exportación, solo así pensaban los dirigentes chinos que sería posible mantener las cifras de crecimiento en un nivel aceptable. Pero, nadie se podía imaginar cuando se tomaban esas medidas que el comercio mundial iba a cambiar radicalmente y que eso sería un torpedo bajo la línea de flotación de la economía china, porque, ni de lejos, la nueva demanda interna que se puede generar va a ser suficiente, en tiempo y forma, para compensar la caída en picado de las exportaciones. Como en la mecánica cuántica, el principio de incertidumbre también opera en la economía. Es imposible saber todo lo que va a ocurrir, cuando y donde, porque hay acontecimientos que afectan fuertemente a los mercados muy difíciles de prever y de determinar en todos sus parámetros. Cuando los dos mil delegados llegados de todas las provincias chinas aprobaron las directrices del Plan Quinquenal nadie sabía que iba a haber un Brexit o que Donald Trump iba a llegar a la Casa Blanca y a poner el comercio mundial patas arriba.
Hasta no hace mucho tiempo, China era un país pobre y muy atrasado. Deng Xiaoping, que sobrevivió a la represión y las purgas de la Revolución Cultural, emergió después de la muerte de Mao Zedong y la caída en desgracia, por querer dar un golpe de Estado, de la Banda de los Cuatro que lideraba la viuda del Gran Timonel. Para Xiaoping la ideología no era lo sustancial en lo económico, que es lo mismo que en lo político ¿Qué importa el color del gato si caza ratones? solía decir. China se convirtió en la fábrica del mundo, con la planificación económica y la industria primaria en manos del Estado y con una mano de obra y unas materias primas baratas para abastecer al sector privado y alimentar un capitalismo mas salvaje que ninguno de los existentes en los países capitalistas. China logró convertirse en la segunda potencia económica mundial y prosperó en muchos aspectos pero a costa de convertirse en la nación mas contaminada del mundo y, lo peor, de tener una economía muy frágil que depende en gran medida de factores externos que los dirigentes chinos no pueden controlar.

Los decretos que ya ha firmado Trump, como el de la retirada de su país del Acuerdo Transpacífico de Asociación Económica, son una puñalada a la economía China (aunque la RPCh no es miembro) porque son el aperitivo del nuevo proteccionismo y el principio del fin de la globalización ¿Qué sería lo peor que podría pasar? pues que alguien poderoso, como China, ante lo que se le viene encima, perdiera los nervios y no supiera reaccionar cabalmente.

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