El año pasado España ha vuelto a
ser líder mundial en trasplantes de órganos y en número de donantes. Pero, no
quiero quedarme ahí. Es muy probable que en estos momentos nuestro país tenga
también el mejor sistema sanitario del mundo, que comprende una buena infraestructura
hospitalaria, unos estupendos profesionales y una industria de medicamentos potente. Ningún español ni ningún residente en España se encuentra desamparado
sanitariamente y las garantías que ofrece nuestro sistema sanitario es una
de las razones mas importantes de que muchos extranjeros de edad avanzada vengan a
residir a nuestro país o de que el año pasado España haya batido todas las
marcas históricas de turistas, acercándose también en este campo al liderato
mundial (en otros destinos turísticos el sistema sanitario da miedo). Otros tendrán
mas portaaviones que nosotros, pero mientras en algunos países, como los EE UU,
si eres pobre y padeces una enfermedad grave tienes el pasaporte al otro mundo
asegurado, cualquiera en España, independientemente de su renta y/o condición
social, recibirá unos tratamientos de primera. Ese logro no se debe a la acción
de algún Gobierno en concreto, se ha conseguido después de muchos años de
esfuerzos y es obra de todos, de todas las fuerzas políticas, de todos los
profesionales sanitarios y de todos los españoles en general.
La Organización Nacional de
Trasplantes (ONT) no solo ha conseguido que España sea líder mundial, con
diferencia, en ese campo, es hoy referente para muchos países que piden
consejos al nuestro sobre su funcionamiento. Podemos decir sin temor a
equivocarnos que, salvo España, o salvo que seas millonario, no existe ningún
otro país del mundo donde el corazón que necesita un enfermo pueda viajar a
toda prisa, en reactor si es necesario, para salvar su vida. Por su enorme labor
humanitaria y por su buen funcionamiento parece increíble que la ONT todavía no
haya sido galardonada con el Premio Nobel.
Los españoles somos muy críticos con nosotros mismos (no quiero decir autocríticos) seguramente porque muchos
han vivido en una dictadura donde no podían opinar y ahora se resarcen. Eso se
lo han trasmitido a sus hijos y a sus nietos. Pero, si bien es cierto que
hacemos muchas cosas mal y que nuestro país tiene muchas cosas que mejorar, y
eso hay que decirlo todos los días, también lo es que tenemos nuestros puntos
fuertes. A muchos extranjeros les llaman poderosamente la atención algunas
cosas que a nosotros nos parecen normales, como que hablemos siempre en alto, que
se torture un toro hasta la muerte, que en los baños haya bidé o que con una
cerveza o un vino te den un pincho o una pequeña tapa y no te cobren por ello.
De esas cosas que hacemos algunas están, evidentemente, mal y otras bien, pero
la cotidianidad a veces anula la perspectiva. Estamos acostumbrados a tener un
sistema sanitario público que protege nuestras vidas, pero eso no nos ha
llovido del cielo, ahora la obligación de todos es mantenerlo y mejorarlo,
porque todavía hay un amplio margen de mejora, de dotarlo de la suficiente financiación
y de la necesaria dotación material y humana. No puede existir mayor orgullo
para ninguna nación, para ningún país, que ser líder, como España, por su
sistema sanitario.
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