viernes, 28 de septiembre de 2012

LA INFLACIÓN Y LAS SANGUIJUELAS

De todas las consecuencias que están provocando las erróneas políticas económicas gubernamentales, hay dos que destacan especialmente por su gravedad, pues inciden directamente en los bolsillos de los ciudadanos, hacen menos competitivos nuestros productos y lastran peligrosamente la capacidad de recuperación de España, la inflación (el IPC interanual ya ha alcanzado el 3,5%) y los intereses de la Deuda, que van a suponer un desembolso de cerca de 40.000 millones de euros anuales.

La subida de la inflación es muy alarmante porque no estamos en una economía en expansión y con altos índices de crecimiento, al contrario, el escenario macroeconómico de España es de recesión, derrumbe de la demanda interna y aumento del paro. Las causas por las que la inflación se ha disparado no hay que buscarlas, por tanto, en un recalentamiento de la economía sino en una subida política de los precios. La elevación de tasas e impuestos, en particular del IVA, están directamente relacionadas con que tengamos una tasa inflacionista de las mas elevadas de la UE, con el agravante de que somos el país con mayor tasa de paro de toda la OCDE. Una inflación del 3,5%, mientras los salarios están congelados o a la baja, significa que las familias tendrán ese porcentaje de dinero menos para gastar en sus bolsillos, si a esto añadimos la dentellada que Hacienda ha hecho en las nóminas, con la subida del IRPF, es evidente que el consumo se resentirá gravemente, lo está haciendo ya, con todo lo que eso lleva detrás.

Varios ministros y el propio presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, nos han dicho que las pensiones se incrementarán un 1% en los Presupuestos Generales de Estado para el año que viene, pero si no hay revisión a final de año por el incremento del IPC, cosa mas que probable una vez que pasen los comicios pendientes en varias CC AA, los jubilados también perderán poder adquisitivo.

Como el proceso que está sufriendo nuestro país tiene varios puntos en común con el que vivieron en los años 80 varias repúblicas iberoamericanas, es bueno hacer una introspección en la historia reciente de la economía de América latina; enseguida descubriremos que el mayor problema al que se enfrentaron eran los intereses de la Deuda, algo que incluso estaba haciendo que perdieran su soberanía nacional, y que todavía era peor que su inflación estratosférica. Pero si bien en Argentina, por ejemplo, el mayor prestamista era el FMI, en España está sucediendo algo tan escandaloso que jamás nos lo van a contar ni el ministro de Hacienda, Montoro, con su gracejo insufrible, ni el de economía, de Guindos. Los principales inversores, eso que eufemísticamente han dado en llamar "mercados", son los bancos, en buena parte los bancos españoles. El nuevo timo de la estampita consiste en prestar dinero público a las entidades financieras (pero no tanto como el que necesitan para sanearse después del fiasco hipotecario del ladrillo, es demasiado), pero permitiéndoles que con el disponible compren todas las emisiones de Deuda que salen al mercado, es decir, una ganancia de al menos un 5%, sin riesgo alguno, con nuestro propio dinero. Naturalmente, esos recursos públicos salen de emplear la tijera con profusión en todos los presupuestos ministeriales y de los incrementos impositivos a los ciudadanos y las empresas.

Hasta el mas tonto del pueblo se ha dado cuenta ya de que con una inflación descontrolada y con las sanguijuelas campando a sus anchas jamás levantaremos cabeza.

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