La ya ex-presidenta de la Comunidad Autónoma de Madrid, Esperanza Aguirre, presentó su dimisión alegando que se retira debido al cáncer que ha padecido y a que quiere estar mas tiempo con su familia. Pero, conociendo el carácter de la persona que nos ocupa y algunos de los entresijos de lo que se está moviendo entre bambalinas, lo mas probable es que esa supuesta retirada de la vida pública y de la política no sea más que una muda táctica a los cuarteles de invierno, para preparar el salto definitivo a la jefatura del Gobierno. De momento, y el detalle no es baladí, Dña. Esperanza no ha dimitido de su cargo de presidenta del PP, lo que le permite mantener algún control sobre el partido, en particular sobre el acceso de algunos conspicuos a cargos relevantes.
Para nadie es un secreto que la situación de España es muy grave y que tiene todas las probabilidades a favor de empeorar. La coyuntura económico-social, con casi seis millones de parados y el cierre continuo de comercios y empresas, no va a mejorar, porque las políticas de subidas de impuestos a las clases medias, restricción de la inversión y subida de los precios de todos los productos de consumo solo consiguen retraer el mercado interno y asegurar el crecimiento negativo. Si a esto sumamos que el dinero del primer rescate, el de la banca, no va a servir para que fluya el crédito, sino para sanear las maltrechas arcas de las entidades financieras y que estas puedan pagar sus propios créditos, los impagados concedidos y los que los bancos españoles deben a la banca internacional y que el segundo rescate, que tendrá que acabar pidiendo Rajoy, traerá consigo unas condiciones impuestas por Bruselas muy duras para los españoles, estamos dibujando un panorama dantesco ideal para los que esperan pescar en río revuelto. Y eso sin contar lo que puede suceder con las aventuras secesionistas de Cataluña y País Vasco.
Estos días hay mucha gente en las altas esferas y en las direcciones de los partidos políticos preocupada por la evolución del voto y de las preferencias políticas de los españoles. Aunque no se ha comentado mucho, todos los muestreos coinciden en que el Partido Popular baja ya un montón de puntos y, lo que incluso es mas importante, el PSOE, principal partido de la oposición, no solo no se beneficia de ello, sino que también desciende bastante. Es decir, el esquema bipartidista se resquebraja y hace agua por todas partes, como está sucediendo en Grecia o Portugal, por ejemplo. En este contexto, para los poderes fácticos existe el peligro de perder el control de los acontecimientos, como casi ha sucedido en Grecia con el meteórico ascenso del nuevo partido de izquierda radical SYRIZA. Por eso hay gente que ya está trabajando en la creación de un nuevo partido populista que, en un momento dado, pueda aglutinar el descontento y la irritación de una gran parte de los ciudadanos, con un o una líder, carismático/ca, de verborrea fácil y contundente que sea capaz de llevar adelante medidas que si hoy se plantearan nos helarían la sangre.
En ese escenario hipotético, solo concebible por mentes calenturientas como la mía, es donde encaja Esperanza Aguirre, un personaje peligroso (solo hay que recordar como accedió a la presidencia de la Comunidad Autónoma de Madrid, con un golpe de Estado y el soborno, por empresarios de la construcción afines, de dos diputados autonómicos socialistas, Tamayo y Sáez) que admira el Thea Party, el movimiento ultraderechista integrado en el Partido Republicano de los EE UU cuyas ideas ponen los pelos de punta a cualquier persona sensata.
Esperanza Aguirre se retira mientras llora emocionada, ¿con lágrimas de cocodrilo?.
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