jueves, 13 de septiembre de 2012

LAS VACACIONES DEL GOBIERNO

El presidente Rajoy nos dijo que este año los miembros del Gobierno tendrían menos vacaciones, pero la verdad es que parece que están de asueto desde que ganaron las elecciones. La actividad parlamentaria y las comparecencias de los ministros y del propio presidente en el Congreso de los Diputados para explicar las medidas que está tomando el Ejecutivo están bajo mínimos; la oposición dice que no quieren someterse a sus interpelaciones, pero yo cada vez estoy mas convencido de que acuden poco a la cámara baja porque no tienen nada que decir.

Porque, dígame usted que ha hecho el Gobierno del PP desde que llegó al poder, salvo unas cuantas vueltas de tuerca más a los ciudadanos, resumidas en subidas de impuestos, bajadas de salarios y menos derechos sociales. El PSOE, además de ciscarse también en los españoles, al menos tenía iniciativas y ocurrencias, la mayoría equivocadas, pero hacían cosas. Reforma de la Ley del Aborto, Ley de violencia de género, Ley del Tabaco, Plan E, etc.

Además de lidiar con la crisis económica, nuestro país necesita un Gobierno que gobierne, aunque sea mal, y un presidente que no esconda la cabeza ante los problemas o mire hacia otro lado cuando aprietan las dificultades. Si Zapatero tenía un optimismo patológico, por eso no se creía lo de la crisis y decía que España iba a estar por delante de Francia e Italia, Mariano Rajoy padece el síndrome del avestruz, porque no encara ninguna de las cuestiones que necesitan ser despejadas o solucionadas, y esa actitud se la ha contagiado a sus ministros/as.

El presidente Rajoy se sublimó el otro día cuando fue entrevistado en RTVE, ante la pregunta de si España iba a pedir el rescate, dijo que no lo sabía; cuando le interrogaron acerca de lo que pensaba de la deriva independentista en Cataluña, manifestó que había otras prioridades. Eso mismo es lo que hacen los demás miembros del Ejecutivo y la mayoría de los conspicuos populares.

La entrevista de Rajoy forma parte de la campaña para septiembre que había preparado el PP, para explicar a los ciudadanos que el aceite de ricino que se les administra es por su propio bien. Cuando Zapatero hizo su reforma laboral, subió la edad de jubilación a los 67 años, congeló las pensiones y bajó el salario de los funcionarios, hubo gente en el PSOE que dijo que esas medidas debían ir acompañadas de una campaña pedagógica, si no se quería perder las elecciones, el Partido Popular tomó buena nota de lo que sucedió y está obrando en consecuencia. Pero, si para convencer a la gente son necesarios argumentos de peso, porque los españoles no son imbéciles, aún es peor si la actitud ante los grandes retos que tenemos planteados es el no sabe no contesta. Rubalcaba, por ejemplo, ha hecho bien en pedir al president, Artur Mas, que diga claramente que es lo que pretende, si quiere arreglar el matrimonio y solo poner un remiendo mientras se avanza hacia el divorcio, en contraste con la actitud dubitativa de Rajoy.

Hoy, mas que nunca, España necesita que el presidente del Gobierno no sea solo un funcionario, debe ser un estadista y, si usted me lo permite, también diré, empleando una palabreja que aún no está en el diccionario, un estatalista, es decir, alguien que crea de verdad en España y defienda al Estado, frente al acoso de los mercados y de los independentismos.

Pero el recreo ante el duro trabajo que se necesita para coger el toro por los cuernos y la holganza legislativa del Gobierno no son exclusivos del Ejecutivo español. En Grecia, por ejemplo, la coalición de socialistas y conservadores, formada para impedir el cambio necesario, también están de vacaciones; como sucede en España, no se ha tomado medida alguna para sacar al país heleno de la crisis, la última fechoría es la de vender unas cuantas islas (Israel ya se ha interesado por alguna de ellas para instalar una base militar).

Acabaremos dando la razón a la gente del PP que dice que hay que suprimir diputados, consejeros, etc. Quítese también el presidente del Gobierno y sus ministros. Con un buen relaciones públicas, con sonrisa Profiden, que nos cuente lo necesarias, a su pesar, que son las "reformas" que nos imponen, tendríamos suficiente.


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