miércoles, 1 de noviembre de 2017

OIGO, PATRIA, TU AFLICCIÓN.

Oigo, Patria, tu aflicción, y no entiendo por qué callas, viendo a traidores canallas despedazar la Nación. Dando a un ingrato felón estúpidas concesiones, están haciendo jirones esta tierra milenaria de gente, ayer solidaria, hoy podrida de ambiciones. Lloras, porque te engañaron los que lealtad prometieron, los mismos que te aplaudieron, y la Ley corroboraron. Alevosos, traicioneros, bellacos y la convivencia entre iguales rompen con su felonía, y han de acabar la porfía, en inmundos cenagales. Buscando solo engañar, distorsionaron la historia para turbar la memoria de las gentes del lugar. Anhelantes por medrar, con su estúpida insolencia, rompieron la convivencia entre familias y amigos; requiere firme castigo su ruin malevolencia. Un tipo poco honorable quiso imponer sus ideas con maneras maniqueas, fraudulentas, miserables, arteras y despreciables. Medio milenio hermanados no lo separa un tarado dirigente provinciano, por mucho discurso vano que largue desde su estrado. ¡Basta! Gritó el pueblo fiel por toda la piel de toro. ¡Basta! Clamaron a coro los españoles de bien. ¡Basta! Poned pie en pared a tanta provocación y cortad la humillación de estos cuatro hijos de perra, ¡no se trocea esta tierra, somos una gran nación! Fieles paisanos, honrados, que queréis que vuestro nietos os recuerden con respeto negad la eventualidad de una España fragmentada y levantad vuestra espada contra tanta indignidad, por haberles entregado un país fuerte y aunado. ¡Levantaos, despertad! Oigo, patria, tu aflicción, y escucho el triste concierto que forman, tocando a muerto, la campana y el cañón. Sobre tu invicto pendón miro flotantes crespones, y oigo alzarse a otras regiones en estrofas funerarias, de la iglesia a las plegarias, y del Arte las canciones. Lloras porque te insultaron los que su amor te ofrecieron, a ti, a quien siempre temieron porque tu gloria admiraron, a ti, por quien se inclinaron los mundos de zona a zona; a ti, soberbia matrona, que libre de extraño yugo, no has tenido más verdugo que el peso de tu Corona.
Bernardo López García (glosa al 2 de mayo de 1.808). Fragmento del poema escrito en 1.866

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