domingo, 5 de noviembre de 2017

LA MENTIRA COMO INSTRUMENTO POLÍTICO

Cuando algunos decimos que el proceso soberanista catalán tiene, en muchos aspectos, rasgos similares al nazismo no exageramos nada. Pues, sostener que la “raza” catalana es superior a la española, como hizo en su día Oriol Junqueras, adoctrinar a niños de cuatro años en las escuelas en el odio a España, multar a un comerciante por rotular su negocio en Castellano, el idioma oficial del Estado, cambiar la Historia para adaptarla a sus deseos, o ciscarse en la Ley cuando interese a sus aviesos fines, por ejemplo, es muy parecido a lo que hacían las fascistas alemanes. Pero, si en algo sobresalieron los nazis fue en la utilización de la mentira como instrumento político, es famosa la frase de Joseph Goebbels, el ministro de propaganda de Hitler, que “una mentira mil veces dicha se convierte en verdad” y eso es exactamente lo que hacen los independentistas catalanes todo el tiempo. Es muy difícil dialogar o negociar con quien hace de las patrañas argumentos y, en su fanatismo, se las cree y podríamos hacer una lista enorme de las mentiras que llevan repitiendo los independentistas desde hace años. Pero, si de muestra basta un botón, voy a decir algunas: Son muchos los independentistas que argumentan que el proceso soberanista tiene su origen en la decisión del Tribunal Constitucional español de anular el Estatut que se había aprobado tanto en el Parlament catalán como en el Congreso de los Diputados y que eso significó un ataque político contra ellos que desencadenó los acontecimientos, pero, la verdad es que los independentistas llevaban ya años, pasito a pasito, preparando el golpe contra el Estado, desde mucho tiempo antes de la decisión del Tribunal Constitucional. Este Tribunal no está formado por unos cuantos jueces que se reunieron con la intención perversa de hacer la puñeta a Cataluña, su cometido es salvaguardar y defender la Constitución y el problema era que el Estatut comprendía varios artículos anticonstitucionales, porque otorgaba a Cataluña una serie de privilegios, incluidos los fiscales, con respecto a otras comunidades autónomas. Hablar sobre esto no interesa a los independentistas, porque tienen muy difícil convencer a un asturiano, por ejemplo, que Cataluña, por sus peculiaridades históricas, tiene derecho a esos privilegios y Asturias no. Los independentistas también han mentido a todos los catalanes diciéndoles que en una república catalana soberana e independiente iban a vivir mucho mejor, que Cataluña seguiría en la UE y en la Zona Euro, que tendrían doble nacionalidad catalana y española, que el Barça jugaría en la Liga Española de Fútbol, que no necesitarían pasaporte ni visado para moverse por Europa, etc. No solo reivindicaban el derecho a decidir, también exigían decidir por los demás. Es precisamente este derecho, que esgrimen continuamente, lo primero que niegan a los pueblos y las naciones. No solo no quieren que los españoles decidan nada sobre el futuro de una tierra, Cataluña, que consideran parte entrañable e indivisible de su patria, en julio de 2.014 el partido de  Puigdemont, entonces CIU, rechazó, junto al PP, en el Parlamento catalán una moción que pedía reconocer el derecho de autodeterminación de Palestina, el Sáhara Occidental y el Kurdistán. Eso es lo que los españoles llamamos la “ley del embudo” ancho para mí y angosto para ti.

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