martes, 7 de noviembre de 2017

EL HOMBRE MAS PELIGROSO DEL MUNDO

Todos conocen ya a Mohamaad bin Salman como el “hombre más peligroso del mundo”, pero nadie prestó demasiada atención cuando ya hace bastante tiempo se empezó a hablar de este joven que entonces, con solo 29 años (ahora tiene 32), había sido nombrado ministro de Defensa de Arabia Saudí y se advertía de su peligrosidad. Bin Salman ya estaba tras la financiación de grupos terroristas suníes, como el Frente al Nusra,  organización a la que luego, de común acuerdo con el general estadounidense David Petraeus, le cambiaron el nombre y la desvincularon de Al Qaeda para hacerla más presentable. Petraeus tiene un largo historial de fechorías en Oriente, primero como comandante en jefe en la Guerra de Afganistán, luego con el mismo cargo en la Guerra de Irak y también como director de la CIA. Es el diseñador de la estrategia del caos, primero provocándolo y luego gestionándolo en el propio beneficio, una estrategia desastrosa que a los EE UU y su aliado feudal saudí no les ha funcionado ni en Afganistán, ni en Irak, ni en Siria y que ha provocado cientos de miles de muertos, millones de desplazados y una cantidad ingente de mutilados, viudas y huérfanos. Pero, a eso se han dedicado los EE UU desde que existen como nación y ahora no han encontrado mejor aliado que a bin Salman para sus crímenes y para sus juegos de guerra.
No se exageraba cuando se decía que Mohamaad bin Salman era, además de fanático fundamentalista, un tipo muy ambicioso y que hasta el príncipe heredero le tenía miedo, pero los acontecimientos dieron la razón cuando, después de bombardear Yemen y convertir, con la intervención militar saudí al margen del Consejo de Seguridad de la ONU, aquel país en un drama humanitario, se hizo con todo el poder en Arabia Saudí. En efecto, de la noche a la mañana fue destituido el príncipe heredero y nombrado sucesor bin Salman, que, además de conservar el Ministerio de Defensa también se hizo viceprimer ministro. Pero, no se conformó con eso; mientras acosaba a su vecina Qatar, porque no le gustaban las cosas que veía en la cadena de TV qatarí Al Jazeera, y ponía en cuestión la soberanía de ese país sometiéndolo a chantaje, preparaba un nuevo ente que pondría enseguida al servicio de su ambición desmedida. Mohamaad bin Salman se sacó de la manga un comité anticorrupción, presidido por él, que lo primero que ha hecho es detener a once príncipes y a decenas de personas, las más ricas e influyentes del reino.

“El hombre más peligroso del mundo” se entretiene haciendo cábalas y soñando con un macroproyecto faraónico, una especie de megalópolis tecnológica solo digna de un individuo como él; pero, entre sus entretenimientos hay otros mucho más peligrosos, tanto que podrían poner en peligro la paz mundial. Bin Salman, como el jovenzuelo consentido que siempre se ha salido con la suya, ha cogido una rabieta porque no ve acabar su aventura en Yemen, los rebeldes hutíes (chiítas) resisten, y la Guerra de Siria va a terminar con el triunfo de al Assad, también chiíta, al que odia. Por eso se ha embarcado en una aventura conspirativa demencial que, ahora que se podrían estabilizar Irak (con gobierno Chiíta) y Siria, puede provocar un conflicto de dimensiones inimaginables. El verdadero objetivo de bin Salman es Irán (chiíta) la única potencia regional que puede poner freno a su desmedida ambición y para esa lucha no le van a faltar aliados, desde los EE UU hasta Israel, pasando por gente que traiciona a su país por un plato de lentejas, como el primer ministro de Líbano Saad Hariri, que ha desertado a Arabia Saudí alegando que teme por su vida. Recordemos que Líbano tiene un presidente cristiano, el general Michel Aoun, aliado de los chiítas y que ese país es feudo de Hezbolá, organización chiíta aliada de Siria y de Irán. Pongámonos en lo peor.

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