Muchos españoles, incluidas las
principales fuerzas políticas de ámbito estatal, han sido unos pardillos al
tratar el asunto catalán, alimentando al monstruo durante años que ahora nos
quiere comer. Muchos de esos compatriotas y la mayoría de esos partidos
políticos continúan en la inopia, aunque algo menos, y piensan, erróneamente,
que la aplicación light del artículo 155 de la Constitución y la convocatoria
de elecciones para el 21 de diciembre pueden solucionar el problema, o al menos
minimizarlo. A este error de percepción ha ayudado que los Gobiernos de la UE
han cerrado filas con España y que ningún país ha reconocido a la “República Catalana" y por eso, ingenuamente, piensan que los secesionistas carecen de apoyos
internacionales.
Para nadie es un secreto que
Puigdemont y los independentistas gozan del apoyo de todos los euroescépticos
o, dicho sin tapujos, de los nuevos fascistas europeos a los que solo interesa
una Unión a la medida de sus deseos y si no lo consiguen tienen como
alternativa cargársela. Esto y no otra cosa, es lo que subyace en el Brexit y
la misma ideología que profesa Nigel Farage, con pequeños matices, es la de los
separatistas flamencos, los neonazis de la Liga Norte Italiana, la ultraderecha
francesa, holandesa, austriaca, alemana, checa o sueca o el Gobierno húngaro. Toda
esta pláyade de impresentables, que en algunos países europeos tienen mucha
fuerza, han cerrado filas con los golpistas catalanes y hacen declaraciones
acusatorias y belicosas de las que en España no se hacen eco los medios de
comunicación. Sin ir más lejos, el actual líder de la Liga Norte, Matteo Salvini
llamó al Gobierno de España “terrorista” a raíz de las imágenes de las cargas
policiales del 1-0 (por cierto nadie dijo absolutamente nada cuando Los Mossos
arrancaron una oreja de un toletazo a un estudiante, dejaron tuerta con una
pelota de goma a otra y mataron, durante una detención, con empleo
desproporcionado de la fuerza, a un empresario, eso sin contar las torturas en
las comisarías catalanas por las que hay procesos abiertos). Pero, los nuevos
fascistas europeos también se han empleado a fondo apoyando la secesión
catalana en el Parlamento de Estrasburgo o dando cobijo, cenas incluidas, a
Puigdemont y su banda en Bélgica.
Sin embargo, los apoyos de mayor
peso, tanto de España como de Cataluña, tienen otros protagonistas. Hay dos
razones fundamentales del cierre de filas de las instituciones europeas con
España, una, que todos los Estados de la UE temen que se extienda el virus
independentista y, otra, la principal, que Cataluña tiene una Deuda de mas de
75.000 millones de euros, 50.000 de ellos con el Estado español, que no
pensaban pagar, un dinero prestado por el BCE. Los golpistas catalanes, por su parte, cuentan con el apoyo de
Gran Bretaña, siempre interesada en perjudicar a España y ahora a la UE y
también de Israel la banca judía y los medios de comunicación a su servicio.
Cuando yo empecé a escribir sobre este asunto fueron muchos los que me dijeron
de todo, menos bonito, porque en España hay mucho fanático incondicional de
Israel, pero ni yo me inventé la entrevista del anterior ministro de Exteriores,
José Manuel García-Margallo, con el embajador israelí en España para advertirle
que dejaran de meter baza en Cataluña, ni yo me inventé las declaraciones
inequívocas de Artur Mas, “Israel es claramente un aliado en Cataluña”, ni yo
me inventé el crédito-puente de hasta 20.000 millones de euros que George
Soros, el especulador y multimillonario judío estadounidense de origen húngaro,
había comprometido con los golpistas catalanes para financiar los primeros
meses de la independencia. Si en ningún país del mundo, que no fuera España,
los periódicos habían dedicado tanto espacio al problema catalán que en Reino
Unido, ahora Israel (como si ellos no tuvieran problemas mas importantes) está
asumiendo el relevo. La radiotelevisión pública israelí, KAN KOL, ha hecho una
larga entrevista a Puigdemont que luego también fue difundida por Radio Jai, “La
radio judía de Latinoamérica” y también varios periódicos israelíes se hicieron
eco de las palabras del expresident. El presidente de Israel, Reuven Rivlin, que
visitó recientemente España, nos dijo que su país no interfería en el problema
catalán y que apoyaba a España. Nos mintió, y no es la primera vez que lo
hacen.
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