El tiempo, ese juez insobornable,
siempre acaba poniendo a cada uno en su sitio y eso es lo que le está pasando
al presidente del Principado. Javier Fernández todavía no se había recuperado
del grogui en que lo dejó la reelección como secretario general del PSOE de
Pedro Sánchez y ahora tiene que enfrentarse a la realidad de que, con solo 14
diputados de un total de 45 en la Junta General, necesita sacar adelante los
Presupuestos, pero con una nueva dirección en la FSA que ya no quiere pactar
con el PP ni compadrear con Mercedes Fernández. Por si esto fuera poco, la
crisis del fin del carbón le ha estallado al presidente asturiano ahora, no
cuando ya estuviera retirado y no tuviera ninguna responsabilidad política e
institucional, como el seguramente esperaba. Las empresas saben que a la
minería de la hulla en Asturias, y al carbón en general, le quedan dos telediarios y porqué van a
esperar a acompasar su reacción a los deseos y los tiempos de Javier Fernández.
El anuncio del cierre de la central electrotérmica de Lada no es una
singularidad, porque eso mismo les va a pasar en muy poco tiempo a todas las
centrales térmicas que funcionan con carbón, en Asturias y en todas partes. El
intento de asociar la producción eléctrica de las térmicas con la producción de
carbón en las minas asturianas fracasó al esgrimir Podemos en el Parlamento
asturiano que la mayor parte del carbón que queman las térmicas no se produce
en la región, sino que es importado, pero ese argumento ha servido a D. Javier
para trasladar la alarma y preocupación al tráfico de graneles sólidos por El
Musel y por las carreteras. Ahora que ya no cuela defender la industria extractiva
del carbón, defendamos al Puerto y a los camioneros, se ha dicho Fernández.
Asturias ha perdido un tiempo y
unos recursos preciosos durante los últimos años. Mientras el padrino y
corrupto Villa nombraba alcaldes y presidentes y mientras todos le rendían
pleitesía, el carbón asturiano, que ya no era rentable cuando Franco creó
HUNOSA, ya tenía los días contados y ya la UE le había puesto fecha de
caducidad, pero bastardos intereses políticos y sindicales iban por un lado y
el futuro de Asturias y de las nuevas generaciones por otro. El despilfarro de
los Fondos Mineros en bobadas que nada tenían que ver con construir una
alternativa industrial a la minería del carbón ha sido grosero y las mentiras
que los políticos asturianos nos han regalado ahora se muestran en todo su
patetismo. El carbón no tenía futuro, esa es la verdad. Tan ridículo es
defender centrales electrotérmicas, supercontaminantes, que funcionan con
carbón importado como tener una regasificadora que ha costado 300 millones de euros
sin utilizar, que tendrá un pernicioso efecto medioambiental, si, pero infinitamente menor que el de la central HC Aboño, por ejemplo. Asturias tiene importantes industrias que necesitan una gran cantidad
de energía eléctrica y la generación de energía debe seguir siendo un pilar
fundamental en nuestra región, por eso todo el mundo debería ser consciente,
empezando por los políticos, que hay que poner los pies en el suelo, dejar de
vender crecepelos a los calvos y apostar por una reconversión industrial que, acorde con los tiempos que se avecinan, garantice los puestos de trabajo y nos instale en las mejores condiciones de competitividad.
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