lunes, 19 de noviembre de 2012

LA SOBERANÍA MONETARIA QUE ESPAÑA NECESITA

Nuestro país se encuentra en una situación de extrema gravedad que ya es imposible esconder, con casi seis millones de parados, cierre de miles de empresas y comercios, un sistema financiero en la UVI, y el Estado de Bienestar, que tanto trabajo costó construir, en serio peligro. Pero no solo estamos afectados por la crisis económica, son tantos los problemas sociales, políticos, administrativos, educacionales, etc, y es tan evidente que hemos entrado en una vorágine infernal, que si no se actúa rápidamente podemos encontrarnos, a la vuelta de la esquina, en un entorno explosivo cuyas consecuencias son impredecibles. Pero, debemos establecer una prioridad.

Nuestro Gobierno se ha embarcado en la lucha por el control del déficit, para que la Deuda no hipoteque para siempre el crecimiento de nuestra economía, pero algo que parece de sentido común no sirve para nada si no deja recursos para la inversión, lo único que nos puede sacar del pozo. La situación económica de España es muy mala, pero otros están igual o incluso peor, la diferencia fundamental es que tienen los instrumentos para capear el temporal y poder salir airosos.

Como muy acertadamente ha dicho en varias ocasiones Julio Anguita, España está atada de pies y manos porque no dispone ya de un Banco Central autónomo que pueda emitir moneda propia y establecer las directrices económicas que nos convienen, como hacen EE UU, Reino Unido o Japón.

El excoordinador general de IU también manifestó que España debería salir del Euro cuanto antes y hacer una política keynesiana, con fuertes inversiones públicas que generen empleo a corto plazo y que dinamicen nuestra economía, pero estas iniciativas fueron duramente criticadas por los que no ofrecen mas alternativa que el desastre al que diariamente asistimos. Aunque de todos es sabido que hay unos cuantos Estados de la UE que no están en la moneda única, sobresaliendo entre ellos el Reino Unido.

Sin embargo, el vértigo que supuso la propuesta de volver a una moneda nacional se ha ido mitigando con el tiempo, al mismo ritmo que nuestra situación económico-social empeoraba.

Con el aumento del paro y el cierre imparable de empresas, muy pronto la política macroeconómica gubernamental hará agua por todas partes, porque no habrá suficiente recaudación de impuestos para disminuir el déficit y tampoco para pagar los gastos sociales, a pesar de que la inversión y los gastos corrientes se están reduciendo hasta límites alarmantes en algunos ministerios.

La salida del Euro tiene ventajas e inconvenientes. Una consecuencia inmediata sería la devaluación, algo no necesariamente malo, porque si bien encarecería algunas importaciones imprescindibles, como los hidrocarburos, también haría menos competitivos en nuestro mercado los productos de algunos países europeos, como los alemanes, al contrario, favorecería en gran medida las exportaciones españolas. No es baladí que a Alemania, que tanto esta haciendo por apretar las tuercas a los países del Sur, le temblaron las piernas cuando los griegos de la coalición SYRYZA propusieron la salida de su país de la moneda única, ejemplo que, si cundiera, podía ser muy peligroso para un país que basa una gran parte de su economía en las exportaciones de bienes industriales a los demás socios de la Unión. ¿Quien compraría los carísimos coches teutones o sus lavadoras a precio de oro?.

La capacidad que tendría el Banco de España para imprimir papel moneda y el encarecimiento de las importaciones tendría también una influencia positiva en la creación de empresas, ante la demanda de productos locales, y serviría para financiar la reconversión de los sectores financiero e inmobiliario.

Ante el cambio de moneda, el control de la inflación es un asunto prioritario (recordemos lo que pasó en los años 80 en Argentina) haciendo imprescindible una intervención estatal de los precios hasta que éstos se estabilicen por la imposición del mercado.

Por supuesto, no sería necesario volver a la peseta, se mantendría un Euro solo español, algo mucho mas practico y que facilitaría el regreso, si se estimara conveniente en el futuro, a la moneda común europea.





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