martes, 6 de noviembre de 2012

LA FALACIA DE LA RECUPERACIÓN ECONÓMICA

Mientras las cifras del paro siguen su escalada imparable y la clase media desaparece sin poder ni siquiera proletarizarse, nos llegan cantos de sirena del vicepresidente de la Comisión Europea, Joaquín Almunia, y del presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, que dicen que hay signos de recuperación económica.

Cuando la desesperación de millones de personas está llegando a cotas difícilmente imaginables hace muy poco tiempo, el poder está en la imperiosa necesidad de mantener la esperanza, lo penúltimo que se pierde, porque cuando la gente cae en la cuenta que ya no tiene nada que perder se vuelve muy peligrosa. En este contexto hay que enmarcar el consenso que están buscando Gobierno del PP y PSOE para cambiar la Ley y que los desahucios no se puedan ejecutar. Un padre de familia abocado a vivir con sus hijos en la calle es una bomba a punto de estallar.

La tentación de alejar al futuro los remedios de las penurias actuales, asegurando tiempos mejores, es un recurso engañabobos y una mera corazonada cuando no se esgrimen datos que avalen esa previsión. Todos recordamos los "brotes verdes" de Zapatero, que no se diferencian en nada de las nuevas patrañas.

Los ciudadanos deben ser conscientes de que no habrá recuperación, porque el mundo que hemos conocido se ha ido para siempre.

Los poderes económicos y los Gobiernos han hecho grandes esfuerzos para convencernos de que la explosión de la burbuja financiero-inmobiliaria fue la causante de la crisis económica, pero ha sido la sobreproducción industrial y la pérdida del poder adquisitivo de los trabajadores, merced a la usura de los poderosos, es decir, males sistémicos, los que, de verdad, nos han traído hasta aquí.

El capitalismo está acabado, pero esta evidencia es tan desagradable para muchos que se resistirán a admitirlo hasta que no tengan mas remedio. Los que todavía piensen que el crecimiento puede ser sostenible, premisa imprescindible para la supervivencia del sistema, deberían salir ya de su error. No solo hemos llegado a la última fase, anunciada por Marx, donde la acumulación de capitales ha conseguido que el poder de las grandes corporaciones y la banca prevalezcan sobre el de los Estados y que la usura haya dinamitado el equilibrio socioeconómico, la explotación de todos los recursos del Planeta de los que se pueden obtener plusvalías ha llegado al extremo de que muchos de ellos se están agotando rápidamente y la actividad humana basada en el consumo desmedido, santificado por la filosofía política imperante, ha conseguido que en unos pocos años la frágil estabilidad terrestre esté empezando a romperse. Hace pocas fechas hemos visto como el huracán "Sandy" asolaba el Caribe, nada extraordinario, como pueden atestiguar los pecios de muchos galeones españoles, pero que un fenómeno meteorológico de esta índole llegue a latitudes tan septentrionales como Nueva York es otra prueba mas de que el cambio climático está provocando no solo el deshielo de polos y glaciares, también de modificación de la Corriente del Golfo y de todo el complejo climático planetario. Atacar este gravísimo problema, el principal que tenemos, exigirá la primera revolución global, como acertadamente pronosticó el Club de Roma hace ya décadas, y la implantación de un nuevo sistema económico a nivel mundial que no podrá estar basado en el crecimiento. Es sintomático que mientras el Grupo Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) de la ONU debatía en Vigo cuestiones cruciales sobre la salud de la Tierra y la supervivencia del Homo Sappiens, los medios informativos pusieran su atención en otros asuntos que, sin ser banales, no tienen, ni de lejos, la misma importancia.

Los principales problemas que los ciudadanos tenemos antes nosotros son de un calado aún mucho mayor que la crisis económica, pero tienen mucha relación con ella porque no podrán ser resueltos sin un cambio social que implique una concepción radicalmente distinta de las relaciones mercantiles.







No hay comentarios:

Publicar un comentario