domingo, 11 de noviembre de 2012

LA CUMBRE IBEROAMERICANA DE CÁDIZ

Los próximos viernes 16 y sábado 17, la ciudad de Cádiz acogerá la XXII Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno, siendo sede en conmemoración de los 200 años de la Constitución de 1.812 (La Pepa), que fue redactada por delegados de los que entonces eran territorios españoles a ambos lados del Océano.

Esta cumbre tiene una gran importancia por muchas razones y ha sido precedida por un discreto pero intenso trabajo de campo realizado por funcionarios del Ministerio de Exteriores, por los embajadores españoles en los países hermanos y por el propio ministro José Manuel García-Margallo, que hizo varios viajes a Iberoamérica para cursar invitaciones en primera persona. Nada que ver con la última cumbre que se celebró en Asunción, capital de Paraguay, donde el Gobierno que presidía Zapatero solo logró reunir a 11 mandatarios de los 22 países que fueron invitados.

A día de hoy todavía no se sabe con exactitud cuantos y cuales serán los asistentes a la cumbre, porque Exteriores todavía está haciendo gestiones de última hora para intentar que los presidentes de Cuba y Venezuela, Raúl Castro y Hugo Chávez, vuelen a España, aunque ya es prácticamente seguro que la presidenta de Argentina, Cristina Fernández, no asista, por las tensiones que todos conocemos por la expropiación de YPF-Repsol, aunque Fernández y Margallo lo han dulcificado aduciendo problemas de salud. Pero podemos afirmar que habrá una gran presencia.

Otro detalle que hay que valorar es que el Gobierno de España y en concreto, Exteriores, no ha querido que el presidente de Paraguay asista a la Cumbre, pues de todos es sabido que llegó al poder tras un golpe de Estado institucional en el que el Senado destituyó al democráticamente elegido Fernando Lugo.

En calidad de observadores permanentes de la Cumbre asistirán Italia, Francia, Holanda, Bélgica, Marruecos, Filipinas y en esta ocasión y por primera vez, Haití, en una muy acertada decisión que algunos habíamos sugerido.

Para el día 15 está prevista la llegada de los primeros Jefes de Estado y de Gobierno y otros lo harán el 16 por la mañana, cuando también se reunirán los ministros de Asuntos Exteriores.

A nadie escapa que lo fundamental de esta reunión no es la celebración de los 200 años de la Constitución de Cádiz, sino recomponer, en la medida de lo posible, las maltrechas relaciones entre España y algunas de las repúblicas de Latinoamérica a las que nos unen, huelga decirlo, fraternales lazos históricos, culturales y lingüísticos, a los que tenemos que añadir una emigración, en los dos sentidos, que ha enriquecido el universo común. Si en México, Cuba, Argentina, etc, ser español no es sinónimo de extranjero, tampoco podemos denominar así (como nos recordaría Alberto Cortez) a los que han llegado a España en busca de una vida mejor y que incluso integran, en buen número, una parte importante de nuestras Fuerzas Armadas.

En un mundo globalizado es muy importante sumar, desde el punto de vista económico, pero también político. Las actividades de algunas empresas españolas en Iberoamérica no solo tienen una rentabilidad económica, también han contribuido y contribuyen al desarrollo de unos países por los que, conviene recordarlo, en los años 80 pocos apostaban. Pero la potencialidad de la unión de esta entrañable comunidad de naciones es inmensa y solo está esperando su implementación.

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