miércoles, 14 de noviembre de 2012

HUELGA GENERAL, ÉXITO O FRACASO

Hoy hay huelga general en España, un derecho que tienen reconocido los trabajadores en nuestra Constitución y al que cada vez se está recurriendo más en algunos países de Europa ante las políticas de ajustes y recortes neoliberales que están llevando a amplias capas sociales al borde de la indigencia.

Algunos aducen, para criticarla, que esta huelga es política, como si las huelgas generales no buscaran siempre objetivos políticos, no se puede deslegitimar por eso, pero ese es precisamente el quid de la cuestión, ¿cuales son los objetivos políticos de esta huelga general?.

Mañana el debate seguramente estará centrado en el éxito o fracaso de la huelga en función de los centros de trabajo que han cerrado o en el nivel de asistencia a las manifestaciones que hay programadas, con el habitual baile de cifras según quien las cocine, pero eso no debería ser lo sustancial, porque lo verdaderamente importante es si ha servido para algo.

Todos tenemos muy claro cuales son los objetos de la protesta, pero el problema es que no se proponen objetivos ni alternativas creíbles. La terrible cifra de paro, los miles de empresas y comercios que han cerrado, la mala gestión política, la usura del tinglado político-financiero-empresarial, que hinchó la burbuja inmobiliaria hasta cotas explosivas, la corrupción, etc, todos estamos de acuerdo en criticar eso, pero, ¿qué manifiesto-programa se esgrime para cambiar este estado de cosas?.

Uno de los obstáculos mas importantes que se encuentra el disgregado y no suficientemente articulado movimiento por el cambio es que a la cabeza de las manifestaciones y tras la propaganda y organización de la huelga están precisamente los que han hecho todo lo posible para que España haya llegado a la actual situación. Esas organizaciones tienen siglas y tras ellas hay personas con nombres y apellidos, pero que ahora, además de escurrir el bulto por las fechorías cometidas, pretenden ser los protagonistas de las protestas y quieren convertirse en adalid de la revuelta. Digámoslo sin ambages, ¿donde estaban CC OO y UGT cuando el presidente Zapatero y los suyos derrochaban dinero público en iniciativas ridículas y subvenciones clientelares, mientras amparaban a los usureros?. Afortunadamente, muchos votantes socialistas han dado la espalda a un partido, el PSOE, que ha defraudado a los españoles. El Partido Socialista ha perdido por goleada todas las elecciones que se han celebrado en los últimos años y aún no ha terminado su vía crucis. Pero, en vez de reaccionar, hacer autocrítica y elegir una nueva dirección, sin la presencia de los responsables del desastre, ha hecho un congreso fallido en febrero, donde se ha elegido una nueva Ejecutiva con las mismas caras, y lo peor, no se ha elaborado un programa estratégico para enfrentar la gravísima situación económico-social que tiene nuestro país. En los últimos días hemos escuchado a algunos dirigentes socialistas pedir perdón, algo a lo que no nos tienen acostumbrados y que está bien, pero no ha sido todavía suficiente ni nos han contado en que se piensan enmendar.

En España la derecha está teniendo mucha suerte, en estos tiempos ni siquiera tiene que preocuparse por un partido que sirva como paripé alternativo, porque el PSOE está bajo mínimos. Por eso ya se permiten tomar el pelo a los ciudadanos diciendo, por ejemplo, que su promesa de que la elevación del impuesto del IRPF iba a ser por dos años se va a quedar en papel mojado y que será para siempre. Tampoco hay una alternativa creíble al margen del bipartidismo, porque IU parece que tiene vocación de no gobernar nunca y seguir siendo simple muletilla del PSOE, al contrario de lo que ha sucedido en Grecia con la agrupación de izquierda SYRIZA, que ha obligado a gobernar en coalición a los socialistas del PASOK y los derechistas de Nueva Democracia, para que no se les venga abajo el tinglado.

Por lo expuesto, pienso que, desgraciadamente, la huelga general no va a servir mas que para que los trabajadores pierdan un día de salario, las empresas produzcan menos y la reputación internacional de España caiga todavía mas. Eso, para mí, es un fracaso sin paliativos.

Pero las cosas pueden cambiar, es mas, es imprescindible que cambien.


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