lunes, 2 de abril de 2012

OFENSIVA DERECHISTA

Con la llegada del PP, con mayoría absoluta, al Gobierno de España, la derecha sociológica de nuestro país está de enhorabuena. Otra vez se produce la alternancia gracias al paripé del bipartidismo y los suyos vuelven a mandar. Pero esta vez es muy diferente a cuando José María Aznar ganó las elecciones a los socialistas, entonces el PP no acometió iniciativas demasiado derechistas, es mas, con Aznar incluso mejoraron algunos aspectos sociales y laborales (ayudas para las mujeres con hijos y se terminó con una buena parte de los "contratos basura" de la época de Boyer y Solchaga). Ahora la derecha se ha adueñado de Europa y en países tan importantes como Alemania o Francia gobierna gente que se ha alejado mucho del centro político, antaño objetivo también de los conservadores. En España la derecha ha iniciado un peligroso camino hacia la radicalización que se ha agudizado mucho con la crisis económica. Las cosas que dicen ahora sus periódicos y sus emisoras de radio serían impensables hace tres años. Las banqueros, principales responsables, junto con los políticos, de lo que estamos padeciendo, no se cortan un pelo en aplaudir todas las medidas antisociales que está tomando el Gobierno de Rajoy, pero ni ellos ni nadie de esa derecha que tantas veces apela al patriotismo, ha criticado la amnistía fiscal encubierta que el equipo económico del Gobierno del PP ha aprobado para que los defraudadores puedan lavar su dinero negro al amparo de la legalidad. Son estas unas buenas fechas para recordar lo que Jesucristo opinaba de esos fariseos y de sus golpes de pecho.
En el escenario político español hemos retrocedido mas de treinta años. El presidente de la CEOE, Juan Rosell, por poner solo un ejemplo, no habría tenido cabida en la España de Ferrer Salat y José María Cuevas, mucho mas civilizados. Pero el envalentonamiento de la derecha española puede ser su perdición y su viaje hacia el extremismo, hacia posiciones y discursos ultras, puede costarle muy caro.
La crisis económica y el apoyo de los Gobiernos derechistas europeos, y los tecnócratas de Bruselas elegidos por ellos, sirven de coartadas para la ofensiva que estamos viendo, pero tampoco se atreverían a enseñar los dientes, como están haciendo, si la socialdemocracia no se hubiera diluido, como un azucarillo, en su propia derechización. Ni los partidos de izquierda ni los sindicatos son ahora lo que eran, ni gozan, a la vista está, del prestigio que tenían entre los trabajadores.
Asistimos, pues, a una encrucijada histórica a la que es aventurado pronosticar que tipo de salida tendrá e incluso si tendrá salida. Pero las políticas radicales, mas en estos tiempos tan difíciles, no pueden alumbrar nada bueno.
El Gobierno continuará cebándose con los ciudadanos menos pudientes, exprimiéndolos como limones con mas impuestos, mientras los precios siguen subiendo, los salarios se congelan, la demanda se derrumba y el paro escala hasta los seis millones, pero la derecha no cambiará el paso, no claudicará de sus caducas filosofías y no reconocerá que el "pensamiento único" ha fracasado.
Pero la causa de la radicalización derechista puede generar el efecto de la resurrección de la izquierda, la de verdad, y entonces se abriría un escenario nuevo desde el estallido de la crisis, donde la confrontación política, a cara de perro, sería inevitable.

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