domingo, 29 de abril de 2012

MOVILIZACIONES Y ALTERNATIVA

Los sindicatos y los partidos de izquierda han elaborado un programa de movilizaciones con la finalidad, según dicen, de parar las nuevas "reformas" y subidas de impuestos del Gobierno de Rajoy. Ante la mayoría absoluta de que goza el PP en el Congreso de los Diputados, algunos piensan que solo la presión de los ciudadanos en las calles puede impedir que el Ejecutivo de los populares siga adelante con las medidas que ya han anunciado, como la nueva subida del IVA, a la que el ministro Montoro, con un cinismo insultante, ha llamado "ponderación".
Pero, la experiencia de algunos de nuestros socios europeos, que están pasando por dramas aún peores, nos enseña que de poco sirven las manifestaciones y las movilizaciones callejeras si al frente no hay un liderazgo político y personal. En Grecia, por ejemplo, el líder de las manifestaciones no está en el partido socialista, que pacta con la derecha, con el BCE y el FMI el aceite de ricino que dan a su pueblo, es un perro color canela, que llaman Lukanikos, que sobresale por su belicosidad hacia los antidisturbios y su sintonía con los manifestantes, pero que difícilmente va a poder encabezar un Gobierno. Lo mismo pasa en Portugal e Italia.
Aquí, en España, la izquierda también carece de un programa político convincente, ajustado a los problemas reales, y de un líder carismático. En el último congreso del Partido Socialista, que se celebró en el pasado febrero pero que ya parece que fue hace un siglo, Rubalcaba, un personaje muy gastado, que perdió las últimas elecciones municipales, autonómicas y generales por goleada, se hizo con la Secretaría General, mientras que Zapatero, caído en desgracia, fue ocultado bajo las piedras de su chalet leonés y los muros del Consejo de Estado. Los socialistas no solo no han sido capaces de hacer autocrítica de las políticas erróneas y de los casos de corrupción, siempre mas sangrantes cuando suceden en la izquierda, tampoco han elegido el líder y la Ejecutiva Federal que requieren las circunstancias. La socialdemocracia, tal como la conocíamos hasta ahora, ha muerto y cuanto antes nos enteremos mejor.
El problema del PSOE es que carece de los mimbres para construir una alternativa política a la derecha. La mayoría de los cuadros del partido y de sus dirigentes hace mucho tiempo que se han olvidado de Marx y de las verdaderas políticas de izquierda. En todos estos años, el PSOE se ha convertido en un instrumento muy útil para los que han visto en la política su modus vivendi. Cuando la Transición Democrática, el PSOE carecía de cuadros políticos suficientes para colocarlos en tantos cargos de la Administración como, por el diseño que se había hecho (otro día hablaremos de ese asunto) iban a ser necesarios. Se pescó gente en todas partes, particularmente en el PCE, pasando el componente ideológico a un segundo término e imponiéndose el interés personal. Fue lo que se dio en llamar "el pesebre".
Todo eso sobrevive hoy, se ha podrido y desprende muy mal olor. Hemos visto como los que antaño se erigían en defensores de los trabajadores se han convertido, hogaño, en defensores de su sueldo, su cargo y su patrimonio. Familias enteras viven de la política y de los puestos que su partido del alma les ha proporcionado. Aquí, en Asturias, sin ir mas lejos, los matrimonios, cuñados, hermanas y hermanos, etc, que coinciden en vivir de la política llega a ser escandaloso.
Una filosofía similar ha impregnado a los sindicatos e incluso IU, la menos afectada por el fenómeno en el universo de la izquierda, ya tiene casos patéticos.
No se puede llamar a los ciudadanos a las movilizaciones si primero la izquierda no hace una catarsis, porque poner a la gente contra un muro, en un callejón sin salida, solo crearía mas frustración. Pero pedir a esta izquierda un programa verdaderamente progresista, una alternativa creíble al mundo que nos están imponiendo y un líder capaz de galvanizar el descontento de la gente, seguramente es como pedir peras al olmo.

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