sábado, 21 de abril de 2012

UNA DE CAL Y OTRA DE ARENA

El Gobierno que preside el Sr. Rajoy, como le sucedió al de Zapatero desde aquel fatídico mayo, continúa zarandeado por la crisis económica y por los que, utilizándola como coartada o instrumento, se han adueñado de Europa.
Yo me acuerdo cuando el Sr. Anguita, por aquel entonces Secretario General del PCE y Coordinador General de IU, se oponía a que España entrara en el Euro y como algunos lo miraban con condencesdencia mientras decían que estaba en otra galaxia. Eso mismo dijeron cuando D. Julio acusó a Felipe González de ser el señor X en la trama de los GAL, es decir, el jefe del terrorismo de Estado, pero el tiempo, en uno y otro asunto, ha dado la razón al ahora viejo maestro de escuela jubilado. Mientras Gran Bretaña, endeudada hasta las cejas, puede hacer funcionar la máquina de hacer libras sin miedo a la ortodoxia de la señora Merkel y a la exigencia del BCE de reducir el déficit al 3% en 2.013, España está atada de pies y manos y los especuladores cada vez se hacen mas ricos a nuestra costa.
El presidente Rajoy ha dicho que no hay dinero para los servicios públicos y que tenemos que apechugar. Es una verdad a medias. Si bien es cierto que nuestro país tiene que recurrir al mercado de Deuda cada pocos días para poder financiarse y que ya estamos pagando unos intereses que van a hipotecar el futuro de las próximas generaciones, también lo es que todavía no se ha hecho una reforma fiscal seria para que, de verdad, paguen los que mas tienen y para acabar con el fraude. Otro comunista, esta vez Cayo Lara, ha salido a la palestra contestando las brutales subidas de las matrículas y tasas académicas, impuestas por el Ejecutivo del PP, con el argumento, de mucho peso, de que mientras se encarece la Universidad, hasta el punto que los hijos de los trabajadores van a tener muy difícil poder cursar una carrera, se sigue sin hacer nada para acabar con la economía sumergida y con el fraude fiscal, donde se ocultan decenas de miles de millones de euros.
El viernes 20 de abril, el Gobierno ha aprobado la reforma sanitaria que obligará a que casi todo el mundo tenga que pagar un porcentaje de las medicinas, entre otras iniciativas para el ahorro y contra el despilfarro, como la de intentar acaban con el turismo sanitario y los abusos que muchos extranjeros hacen de nuestra Sanidad Pública. Las medidas de sentido común que se han aplicado a la Sanidad ya se tenían que haber tomado hace años y ahora no estaríamos en una situación tan delicada. Aunque el PSOE, el que nos ha traído hasta aquí, opine lo contrario y la ex-ministra Pajín y el ex-presidente González (cuando Aznar llegó al poder tuvo que pedir un crédito para poder pagar las pensiones) pretendan darnos consejos de buena gestión. Pero si queremos seguir disfrutando de un sistema público de salud que está entre los mejores del mundo debemos ser conscientes de que tiene que tener las cuentas saneadas. Somos escépticos, sin embargo, en el control del abuso sanitario que hacen los extranjeros, porque en este país hay mucha manga ancha con este colectivo. Hasta tal punto es así que Alemania y Francia están a un paso de volver a poner controles fronterizos para cortar los flujos de inmigrantes ilegales que entran por el Sur, en particular por España y Grecia, ahora que aquí ya no hay trabajo y que empiezan a moverse hacia el Norte. Nuestra permisibilidad y buenismo han hecho que a España se le haya perdido el respeto. Muchos países miran hacia otro lado cuando se les pasa la factura sanitaria de sus súbditos en España y el embajador marroquí, por poner solo otro ejemplo, no se quiere hacer cargo de los menores de su país que han entrado ilegalmente en el nuestro. Y no pasa nada.
Resumiendo, el nuevo Gobierno da una de cal y otra de arena. Hace una reforma sanitaria necesaria y entra a saco en la educación con subidas injustas y recortes no prioritarios.

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