miércoles, 11 de abril de 2012

SANIDAD, LLEGÓ SU HORA

A pesar de lo que se dijo en la campaña electoral (los ciudadanos son tan ingenuos que todavía dan crédito a lo que dicen algunos políticos) el Gobierno que preside D. Mariano Rajoy ha anunciado que los recortes también afectarán a la Sanidad y a la Educación. Pero, como diría Jack el Destripador, vayamos por partes:
Aunque no era políticamente correcto en la era de las "vacas gordas", algunos ya dijimos que era necesaria una reforma de la Sanidad, porque siendo la partida que mas dinero público se lleva, junto con las pensiones, el crecimiento exponencial de su gasto haría que fuera insostenible en poco tiempo. Ya teníamos datos alarmantes que estaban pidiendo a gritos meter, nunca mejor dicho, el bisturí, como el incremento del tiempo de espera, el numero de pacientes que tenía que atender cada médico y, sobre todo, el estratosférico gasto farmacéutico. Todos esos desajustes nos han llevado a un agujero contable que algunos estiman en torno a los 15.000 millones de euros, pero que incluso puede ser mayor.
Pero el verdadero problema de nuestra Sanidad Pública no es tanto el gasto, aunque es imperativa su racionalización, como los ingresos. El Gobierno del PP está cayendo en el mismo error que con los Presupuestos, donde los recortes prevalecen sobre el incremento de la recaudación (otra cosa es de donde se saca el dinero). A finales de julio de 2.011, a propuesta del diputado de IU Gaspar Llamazares, el Congreso de los Diputados aprobó por unanimidad la Ley de Universalización de la Sanidad, lo que significaba que cualquier persona residente en España, independientemente de si cotizaba a la Seguridad Social o no, de si pagaba o no impuestos, de su nivel de renta, de si estaba o no legalmente en nuestro país, etc, tenía derecho a toda la cobertura sanitaria, incluidas intervenciones quirúrgicas, rehabilitaciones, tratamientos de enfermedades crónicas, etc, es más, también lo tenía si solo estaba de vacaciones en nuestra sufrida piel de toro, algo que ha disparado lo que se ha dado en llamar "turismo sanitario". En el país de Alicia, todo eso está muy bien, el problema es quién lo paga. Por eso, verá usted como todos los políticos que en aquella ocasión se pusieron de acuerdo son ahora incapaces de consensuar las medidas que deben poner el cascabel al gato.
Por si esto fuera poco, el entonces presidente Zapatero, adalid del progresismo de mentira, también incluyó en el gratis total los cambios de sexo, las fecundaciones in vitro, los abortos y la pastilla del día después. Con el bestial incremento del paro y la disminución de la recaudación la situación se ha vuelto insostenible.
El problema que ahora se plantea es si se introduce el copago, o repago, si se minimiza la Sanidad Pública y se privatizan muchos servicios, como desearía una buena parte de la derecha, o si simplemente se toman las medidas que impone el sentido común, entre ellas que paguen los que no pagaban por ninguna vía y que sí tienen ingresos.
Se deben sacar de cobertura los servicios no relacionados directamente con la salud, hay que imponer la jornada completa y exclusiva para los médicos que trabajan en la SS (pero sin horas extras), todo el mundo debe pagar una parte proporcional de las medicinas, salvo los afectados por enfermedades crónicas, (pero para que pueda ser en función de la renta también hay que acabar con la economía sumergida) y en las visitas al médico de cabecera se pagarán 2 euros. También habrá que modificar la Ley para que solo puedan acceder a la Sanidad Pública los españoles o los extranjeros que residan legalmente en España. De momento, esa tarjeta que se ha generalizado para el gratis total en las medicinas y se ha repartido a colectivos varios debe ser suprimida de inmediato. No puede ser que incluso en Rumanía exista un mercado negro de medicinas españolas.
NOTA: la foto corresponde a una planta de urgencias saturada.

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