jueves, 3 de mayo de 2012

EUROCOPA EN UCRANIA, UN BOICOT INJUSTO

La próxima XIV edición de la Eurocopa de fútbol, que se tiene que celebrar en Ucrania y Polonia (países que la organizan conjuntamente) entre los días 8 de junio al 1 de julio de este año, está siendo amenazada por maniobras políticas que, bajo el pretexto de defender los derechos humanos, son una injerencia intolerable en los asunto internos ucranianos y pretenden supeditar el interés deportivo a los intereses estratégicos de algunas potencias occidentales.
La caja de los truenos, como en otros asuntos que están afectando gravemente a los ciudadanos de Europa, la abrió la canciller alemana Ángela Merkel, al anunciar que no piensa asistir a ningún partido del torneo continental si antes del 8 de junio, partido inaugural en Varsovia, no es liberada Yulia Timoshenko, la líder opositora que fue condenada a 7 años de cárcel por malversación de fondos públicos. Holanda y Austria también han anunciado que boicotearán la Eurocopa. La secretaria de Estado norteamericana, Hillary Clinton, se ha sumado al coro manifestando que está muy preocupada por el trato dado a Timoshenko, que ha iniciado una huelga de hambre y tuvo que ser llevada a la fuerza al hospital para tratar una hernia discal que padece. Por último, el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Barroso, ha dicho que, dadas las actuales circunstancias, no piensa realizar ningún viaje ni asistir a ningún acto oficial en Ucrania.
Pero, ¿porqué a algunos dirigente europeos, que consienten que Israel, por ejemplo, participe en las competiciones del Viejo Continente, sin estar siquiera en él, mientras tiene a miles de palestinos en sus cárceles, bombardea Gaza de vez en cuando, o levanta muros de la vergüenza, les ha entrado el prurito de la defensa de los derechos humanos personalizado en la líder opositora ucraniana Yulia Timoshenko?.
Terminada la "Guerra Fría", con la descomposición de la URSS y la caída del Muro de Berlín, las potencias occidentales acometieron la tarea de redistribuir el mapa de Europa, interviniendo en algunos Estados que estaban fuera de su influencia. Con las "Guerras de los Balcanes", consiguieron desintegrar Yugoslavia dividiéndola en pequeños países a sus órdenes. En Georgia y Ucrania la estrategia fue distinta, en estas naciones se organizó de lo se dio en llamar la "Revolución Naranja" con una coreografía calcada y bien estudiada y con el apoyo financiero a gente con muy pocos escrúpulos. Solo hace falta mirar un mapa para darse cuenta del valor estratégico de estos dos países, eso sin contar con que una gran parte del petróleo y gas del que se abastece Europa transita por ahí. Pero, además, Ucrania es fundamental para la defensa de Rusia, con la que comparte la Flota del Mar Negro basada en Sebastopol. Por si esto fuera poco, Rusia también cuenta en la Península de Crimea con una importantísima base de radares de alerta temprana que son fundamentales para protegerla de un ataque con misiles desde la Sexta flota que opera en el Mediterráneo o desde Turquía. El anterior presidente de Ucrania, Víktor Yúshchenko, y la ahora encarcelada, Yulia Timoshenko, ya habían comprometido con EE UU y la OTAN no renovar el alquiler de las bases rusas y entregárselas a Occidente, pero el embrago del gas decretado por el presidente Putin, si no se pagaba a precios de mercado, y los deseos de la mayor parte del pueblo ucraniano, que durante decenios también había sido soviético, volvieron la balanza hacia el actual presidente Yanukovich, que ha renovado por otros 25 años el tratado defensivo con Rusia y conseguido que Ucrania vuelva a recibir gas a precios solo para los buenos amigos.
A EE UU y a la OTAN no les salió bien la jugada ni en Georgia, donde el ejército ruso respondió con contundencia a las aventuras militaristas de su protegido Saakashvili, ni en Ucrania, donde el actual presidente Víktor Yanukovich hizo zumo con la Revolución Naranja y se la bebió mezclada con vodka ruso.
Lo del injusto boicot a la Eurocopa, que nada tiene que ver con la defensa de los derechos humanos ni con el deporte, no es más que una pataleta de la OTAN y de la canciller alemana, Ángela Merkel, que se cree la emperatriz de Europa.

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