sábado, 28 de enero de 2012

GIBRALTAR

Como en plena dictadura franquista, aparece el asunto de Gibraltar y los noticiarios se centran en el enfrentamiento entre el Barcelona y Real Madrid, otro partido del siglo de los que hay varios todos los años, pero no logran desviar la atención de la ciudadanía de los principales problemas que nos aquejan, la crisis económica y el paro.
Carlos Marx fue el que dijo que la religión es el opio del pueblo, pero eso era en otros tiempos, ahora ha tomado el relevo el fútbol, que es lo que mas audiencia tiene y también consigue que los diarios deportivos se vendan mas que los de información general. Pero cuando el balompié no es suficiente para distraer al personal siempre se puede echar mano de otras historias, antaño muy manidas, como la reivindicación territorial de Gibraltar.
El nuevo Gobierno del PP dice que va a cambiar su política con respecto al Peñón y que no está dispuesto a consentir, como hacía el Ejecutivo socialista, que los gibraltareños se sienten en la mesa de conversaciones (no negociaciones, naturalmente). Esta decisión se toma ante la iniciativa británica de estimular un referéndum para que los llanitos se reafirmen en que quieren seguir perteneciendo al Reino Unido. Pero, dejémonos de tonterías, todos sabemos hasta donde va a llegar el Gobierno del PP en este contencioso. ¿No era José María Aznar, ahora reconvertido en el oráculo de FAES, el que invitaba todos los estíos al primer ministro británico, Tony Blair, compañero de correrías en la foto de Las Azores y en la Guerra de Irak, a veranear en el Parque Nacional de Doñana? ¿no es La Pérfida Albión nuestra aliada en la OTAN y nuestra socia, quintacolumnista, en la UE? ¿no acuden nuestros políticos, babosos y serviles, a la City de Londres, a buscar la condescendencia de los nuevos corsarios?.
Pero no ha sido España la que ha puesto nerviosos a los británicos, sino Argentina. La reelegida presidenta, Cristina Fernández de Kirchner, está sacando adelante una iniciativa, apoyada ampliamente por la mayor parte de los países de Iberoamérica, que pretende llevar el asunto de la ocupación de Las Islas Malvinas a la ONU. Ente esto, los británicos han esgrimido el derecho de los colonos a decidir, lo que han hecho extensivo a su colonia gibraltareña, para ir curándose en salud. Si España tuviera una política exterior soberana y si la Cumbre de Países Iberoamericanos no estuviera tocada de muerte, entre otras muchas cosas se podría presentar una propuesta descolonizadora avalada por 30 Estados que suman mas de 500 millones de habitantes.
Los españoles ya estamos hartos de brindis al Sol y de pamplinas, también en el tema de Giblartar. Porque mientras se reivindica la reintegración a España de ese trozo de nuestro suelo, se tolera que el Peñón sea un paraíso fiscal, un nido de traficantes de droga y un puerto franco, que vive como un parásito dentro del cuerpo del que dice renegar, eso sí, en perfecto andaluz.

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