En un abarrotado Círculo de
Bellas Artes, en Madrid, el candidato socialista a las primarias y exsecretario
general del PSOE, Pedro Sánchez, presentó, bajo el título de “Por una nueva
socialdemocracia” un documento de 40 páginas que aboga por un nuevo partido mas escorado a la izquierda. A
pesar de que el propio Sánchez dijo que de lo que se trataba era que el Partido
Socialista volviera al espacio político que nunca debió abandonar, la verdad es
que tanto de la lectura del documento como del discurso pronunciado se
desprende que el giro a la izquierda ya forma parte de la apuesta estratégica
de una buena parte del PSOE, que Sánchez lidera. No es una singularidad, al
contrario, lo extraño era que, en vez de hacer lo mismo que están haciendo
todos los partidos socialistas en Europa, el PSOE que dirige la gestora que
preside Javier Fernández se haya embarcado en una política suicida de
colaboración con la derecha. Las palabras de Pedro Sánchez fueron inequívocas,
pidiendo una alianza con Podemos y con los sindicatos para acabar con la
política de “austericidio”. También abogó Sánchez por una reforma
constitucional que reconozca la plurinacionalidad de España para poner freno a
la secesión de algunas CC AA. Si el exsecretario general de los socialistas
empezó a caer mal a la derecha y a los poderes fácticos con su “no es no”, a
partir de ahora les va a caer todavía peor, puede que incluso supere a Pablo
Iglesias despertando sus iras, que ya es decir.
El acto del Círculo de Bellas
Artes fue especial no solo por la masiva asistencia y por una cola larguísima para
entrar que llamaba la atención, lo fue sobre todo porque por primera vez
alguien en el PSOE traza un plan estratégico coherente con lo que demanda una
buena parte de la sociedad española y con lo que necesita el partido, si no
quiere quedar minimizado o desaparecer. Aunque Sánchez dijo cosas muy
importantes, no como Susana Díaz, que puede estar hablando una hora seguida sin
decir nada, salvo nombrar veinte veces a los andaluces y las andaluzas, lo que
llamaba la atención era el ambiente. No son las ideas las que ganan las elecciones
ni las que mueven el mundo, sino las emociones, y allí las emociones de
dirigentes y militantes socialistas eran muy fuertes. Lo que Pedro Sánchez
decía y su sola presencia les tocaba el corazón.
O Sánchez nos está engañando a
todos o se ha producido en él una metamorfosis política y ha visto la luz.
Dicen que no hay nada mejor que pasar cuarenta días y cuarenta noches en el
desierto para elaborar una hoja de ruta y para tener una perspectiva lúcida de
la realidad. Con la presentación del documento estratégico, “Por una nueva
socialdemocracia”, Sánchez se ha adelantado a sus contrincantes, porque,
mientras la gestora y el candidato derrotado por el propio Sánchez, Eduardo
Madina, están elaborando un guion cuyo fondo no tiene consistencia política y
no ilusiona a nadie, un documento para alinearse con él detrás de Susana Díaz,
el exsecretario general del PSOE, al que daban por muerto y enterrado, ha
regresado con ganas, con argumentos y con el apoyo mayoritario de las bases.
Todos los que, desde dentro y fuera del partido, colaboraron en la asonada
contra el secretario general que había sido elegido por primera vez
directamente por la militancia están muy, pero que muy nerviosos y empiezan a
temer que la operación que traicioneramente desarrollaron, lejos de darles el
control del partido, se les puede volver en contra.
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