Después de lo que ha sucedido en
el Reino Unido con el Brexit y en las elecciones presidenciales
norteamericanas con el triunfo de Donald Trump, mucha gente todavía no se ha
enterado de qué es lo que provocando que pasen estas cosas y que la situación
política en Europa Occidental se esté volviendo explosiva, con la mas que
previsible llegada al poder de partidos de la extrema derecha, algo impensable
hace muy poco tiempo. En Francia, por ejemplo, un país fundamental en la Unión
Europea, todas las encuestas dan como ganadora a la líder del Frente Nacional,
Marine Le Pen. Pues bien, dos son las razones del terremoto político que se
está produciendo: por un lado la derechización de la socialdemocracia y por
otro que la mayoría de la gente, en particular los trabajadores, no están de
acuerdo con una inmigración masiva que pone en peligro sus puestos de trabajo,
sus salarios y su seguridad social.
El que piense que los británicos
no votaron por el Brexit sobre todo para controlar la inmigración y los
estadounidenses por Trump precisamente porque dijo que iba a construir un muro
con México, se equivoca completamente. Como se equivocan los que crean que el
posible triunfo de Le Pen, o de la extrema derecha en Holanda, tienen
cualquiera otra razón que no vaya en la misma dirección. No todo el mundo quiere
que el alcalde de Londres sea un pakistaní o que en tu país tengas sesenta
millones de hispanos, y que ese sea un proceso en aumento que hasta ahora nadie
quería frenar.
En algunos países del Este y Centro
de Europa este asunto lo tuvieron claro desde el principio, como Hungría o Eslovenia,
por ejemplo. No hace mucho tiempo hemos visto lo que pasó en Kosovo, una de las
provincias históricas de Serbia. Después de la Segunda Guerra Mundial miles de
inmigrantes albaneses se instalaron allí y, con una tasa de natalidad que
triplicaba a la de la población serbia, en pocos años fueron mayoría e impusieron
su cultura y su religión. Hoy, tras una guerra, los serbiokosovares son parias
en su propia tierra, un país independiente que un día fue reducto cristiano de
Serbia contra los turcos y que hoy es de mayoría musulmana. Esa vacuna sigue
muy activa por allí.
Si la inmigración masiva e
incontrolada, incluida la masa de refugiados que huyen de las guerras azuzadas por Occidente. supone un grave problema para la población de los países mas
ricos, que ven como provoca cambios drásticos en su cultura y su forma de vida,
no lo es tanto para las empresas, que disponen así de un ejército de reserva
que presiona a peores condicional laborales y salariales a los demás
trabajadores. Alemania, por ejemplo, se ha hecho con cientos de miles de
trabajadores sirios bien cualificados que trabajarán con salarios bajos y así
podrá competir mejor con sus exportaciones. Pero el problema es mucho mayor
cuando estamos hablando de Estados como España, el país que, en porcentaje a su población,
mas inmigrantes ha recibido en los últimos diez años y que tiene mas de cuatro
millones de parados. Cientos de miles de inmigrantes irregulares viven en
España en la economía sumergida y la prostitución y cientos de miles viven de
los salarios sociales, en un país donde muchos trabajadores españoles tienen
sueldos tan miserables que, aún trabajando, son pobres, donde ya se está
poniendo en cuestión el futuro de las pensiones o donde la Deuda pública ya
supera el 100% del PIB.
Mientras algunos,
irresponsablemente, desean que se abran las fronteras de par en par, otros
se han contagiado de ese discurso. Cuando escribo estas líneas otros 500 subsaharianos han saltado la frontera
de Ceuta por el Tarajal y se apiñan, exultantes, ante el Centro de Estancia
temporal de Inmigrantes, ya saturado, a sabiendas de que serán trasladados a la
Península y dispondrán de beneficios sociales que ni los españoles disfrutan.
No quiero ni pensar lo que podría suceder en España si Francia, Holanda y otros
países europeos, como ha hecho el Reino Unido, sellan sus fronteras y cambian
sus políticas de inmigración.
FOTO 1- Decenas de miles de refugiados cruzan Eslovenia.
FOTO 2- Enésimo salto de inmigrantes a la valla de Ceuta.
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