Las revelaciones de la prensa sobre
los salarios millonarios que cobraba y lo que se ha visto en la televisión
gala, donde la esposa del candidato de la derecha, François Fillon, declara en
una entrevista que no tenía ningún cargo de asesora, han logrado que el hombre
con el que pensaban parar a Marine Le Pen haya caído en picado en las
encuestas. Si a esto añadimos la derrota del ex-primer ministro, Manuel Valls, en
las primarias socialistas a manos del izquierdista demagogo Hamon, que quiere
legalizar la marihuana, implantar un salario social generalizado de 750 euros, poner un impuesto a los robots y
abrir las fronteras de par en par a la inmigración, no es de extrañar que esté
cundiendo el pánico en el establishment en el país vecino y que ahora estén
intentando potenciar a Emmanuel Macron, un peón de la banca Rothschild que
también fue asesor económico del todavía presidente socialista François
Hollande. Cuando todas las encuestas colocan en primer lugar a la líder del
Frente Nacional y cuando por primera vez es posible que Le Pen puede llegar a
ser presidenta de Francia, el desconcierto y la falta de ideas cabales y de
liderazgo en las demás formaciones políticas solo contribuyen al crecimiento de
la ultraderecha.
Pero, no debemos olvidar que
antes de las elecciones presidenciales francesas, que se celebrarán los días 27 de abril y 7 de mayo, previsiblemente a dos vueltas, habrá elecciones generales en Holanda,
que serán el 15 de marzo. En los Países Bajos también la histeria se ha
adueñado del ambiente político, ante la posibilidad de que también aquí pueda
ganar las elecciones el ultraderechista Partido de la Libertad (PVV). Hasta tal
punto es así que, como sucedió en los EE UU, se ven fantasmas por todas partes
y también se acusa al Kremlin de querer intervenir en el proceso electoral.
Vladimir Putin se ha convertido en el espantajo con el que los políticos, no solo holandeses, meten miedo a los niños. Hasta van a contar a mano los votos "para impedir que
un ciberataque ruso modifique los resultados electorales”. En Moscú, ante estas
cosas, cada vez se parten mas de risa.
Después de lo que ha pasado en
Reino Unido con el Brexit y después de la para casi todos sorpresiva llegada de
Trump a la Casa Blanca, las fuerzas políticas que han gobernado Europa
Occidental desde hace decenios están aterrorizadas. “Cuando veas las barbas del
vecino pelar por las tuyas a remojar”, decimos en España. Pero, lejos de
analizar qué han hecho mal, porqué está sucediendo esto y que es lo que
deberían cambiar para evitar la hecatombe, pues nos estamos jugando la democracia,
la libertad y la Europa que tanto esfuerzo costó construir, acusan a Putin de su
desgracia.
Si en Francia piensan que los
trabajadores van a votar al candidato de la banca, Macron, cometerán el mismo
error que cometió el partido Demócrata en los EE UU. Tanto la pseudoizquierda
socialista como la derecha tienen un problema que no quieren ver: es mas de
izquierda el programa de la ultraderecha que los suyos.
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