miércoles, 8 de febrero de 2017

BRONCAS EN LA IZQUIERDA

Los españoles de izquierda están cabreados y desencantados con el espectáculo que están dando los dirigentes de Podemos y PSOE. Mientras hay en nuestro país gravísimos problemas, unos se miran al ombligo y se enzarzan en peleas de gallos y otros afilan las navajas traperas para destripar al compañero en las primarias y el congreso, al tiempo que hacen de muletilla de la derecha en el Parlamento. Yo no sé de qué se extraña la gente, porque las guerras internas forman parte de la historia de la izquierda, en España y en Europa. Si me pusiera a relatar aquí la cantidad de escisiones, purgas, rupturas, dimisiones y traiciones que han vivido los partidos y las organizaciones de izquierda a lo largo de la Historia construiría una enciclopedia con muchos y gruesos tomos. Ya ni le cuento las batallas, no solo dialécticas, entre comunistas anarquistas y socialistas que se produjeron en el pasado, algo de lo que, llevándole la contraria a D. Quijote, quiero acordarme. Así que a mí no me llama especialmente la atención nada de lo que estamos viviendo y no espero nada bueno para la izquierda del desenlace. Vladimir Ilích Ulianov, el líder de los bolchoviques conocido como Lenin y que lideró la revolución en Rusia, siempre lo tuvo muy claro: está muy bien lo que debaten los soviets pero, debe operar el centralismo democrático, es decir, una vez que se acuerda algo por mayoría todos tienen que acatarlo. Lo fundamental es la disciplina. Hay varios discursos del que fuera primer mandatario de la URSS donde explica muy bien que sin una disciplina férrea jamás habría triunfado la revolución.

¿Cuándo la izquierda ha sido mas fuerte en España? pues, paradójicamente, durante la dictadura franquista. Cuando los militantes del PCE no podían enfrascarse en luchas internas, porque bastante tenían con no sufrir una paliza en la comisaría o no dar con sus huesos en la cárcel y Santiago Carrillo imponía la disciplina en Francia a díscolos como Semprún y Claudín, los comunistas españoles tenían la hegemonía de la oposición y eran capaces de organizar huelgas y regar todas las ciudades españolas de octavillas. Aunque, por supuesto, no es cierto, eso de “contra Franco vivíamos mejor”, tiene su sentido. Cuanto llegó la democracia, aunque bendita sea, llegaron las escisiones, las rupturas, los absurdos debates ideológicos y los matices. Cuando alguien está empeñado en suicidarse no puedes hacer nada. Por eso el PSOE tomó buena nota y Felipe González echó mano de Alfonso Guerra para que dijera muy clarito aquello de “el que se mueva no sale en la foto”. Todo el mundo encuentra normal que los soldados de un ejército no pueden estar discutiendo y peleándose entre ellos mientras llega el enemigo con la bayoneta calada, pero eso no parece que lo entiendan la mayoría de los políticos de izquierda. El símil no es ni absurdo, ni exagerado, ni baladí, está muy meditado, porque lo que está sucediendo en el mundo, y en particular en Europa, es exactamente eso, la ultraderecha avanza hacia nuestras líneas mientras la izquierda continúa con sus tradicionales trifulcas y sus seculares bobadas. La izquierda cometió ese tremendo error también en los años 20-30 del siglo pasado y las consecuencias fueron terribles. Volver a tropezar otra vez en la misma piedra sería imperdonable.

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