Tal parece que el Gobierno del
Principado está empeñado en dar patente de corso a los delincuentes, a los que
se pasan la Ley por la entrepierna, una y otra vez, sabedores de que no les
pasará absolutamente nada. En el Oeste americano la gente no llevaba un Colt
del 45 al cinto para defenderse de los indios sino para defenderse de los
delincuentes, porque allí, como aquí, la Ley era una quimera. Como los
cuatreros de los western, en los pueblos de nuestra región hay gente
que tiene su propia Ley y no respeta absolutamente nada, entre ellos sobresalen
los pseudoganaderos, que son individuos que no se dedican a la ganadería como
única forma de vida, sino como complemento de otras actividades y/u otros
ingresos. Se ha hecho normal que el ganado esté completamente abandonado en el
monte, sin que ni hombres ni mastines lo pastoreen, mientras sus dueños están
ilocalizables. Esa gente deja normalmente el ganado en terrenos que no son de
su propiedad, pero sobre los que creen, no sabemos porque, que tienen derecho a
usufructuarlos. No solo eso, también se dedican a prender fuego al monte cuando
les viene en gana para procurarse pastos, a veces con resultados catastróficos,
como los que provocaron los incendios masivos de diciembre de 2.015, donde
incluso peligró la vida y hacienda de muchas personas. Estos delincuentes, pues
a las cosas hay que llamarlas por su nombre, se han convertido en los matones
de los pueblos y aldeas asturianas, hasta tal punto es así que, a pesar de que
algunas personas vieron sus casas envueltas en llamas, a la Guardia Civil que
investigó los incendios le costó mucho trabajo obtener declaraciones. “Todos
sabemos quiénes son los responsables”, era la respuesta. Y no solo sus vecinos
les tienen miedo, incluso la Guardería del Principado que en mas de una ocasión
ha pedido que se les dote de armas cortas para defenderse. Si hubo un O.K. Corral
en Arizona este es el de Asturias.
La fechoría mas querida por estos
forajidos que campan a sus anchas por nuestros montes son las matanzas de
lobos, pues cuando dejas el ganado abandonado día y noche, a veces durante
semanas, los cánidos salvajes son un inconveniente. Esporádicamente aparecían lobos colgados de farolas o
de señales de tráfico a la entrada de los pueblos, como una señal mafiosa para
indicar a todo el mundo quien manda ahí, pero, ante la impunidad de estas
acciones, estas prácticas se han generalizado y esas imágenes ya inundan
Internet provocando el estupor de los conservacionistas y el cachondeo de los
que habían oído hablar del “Paraíso Natural”.
Después de las conclusiones
obtenidas por la investigación de la Guardia Civil sobre quienes fueron los
causantes de los gigantescos incendios en Asturias y después de las continuas
apariciones de lobos muertos por estos desaprensivos ¿qué ha hecho la
Consejería al respecto? absolutamente nada, salvo poner el asunto en manos del
SEPRONA, es decir, echar balones fuera. Belén Fernández, la consejera de Infraestructuras,
Ordenación del Territorio y Medio Ambiente, ya nos tiene acostumbrados a no
resolver ninguno de los problemas que padece Asturias y están bajo su
competencia, pero es precisamente en Medio Ambiente donde mas agua hace. Si la
consejera culpó de los picos de contaminación a los automóviles y, como Rajoy
con el precio de la luz, nos dijo que la solución era que lloviera, no
esperamos que tome ninguna medida efectiva contra los delincuentes del campo
asturiano para disuadirles, como pueden ser el inmediato cese de los “controles” del lobo por
parte del Principado, la paralización o supresión de las indemnizaciones por
ataque de lobos si continúan las matanzas de cánidos y el incremento de la vigilancia en los montes asturianos. Si
esto no fuera suficiente siempre se puede llegar a la prohibición de que los
pseudoganaderos puedan dejar su ganado pastando en terrenos que no sean de su
propiedad. Salvo que queramos un O.K. Corral en Asturias, claro, donde todos
llevemos un revólver al cinto y los disgustos puedan ser aún mayores.
Hay alguna frasecita que hijo mío, irás de rojo, pero más facha que el que lo inventó.
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