martes, 29 de mayo de 2012

LA DESVALORIZACIÓN DE LA BANCA ESPAÑOLA

Cuando estalló la crisis financiera en los EE UU, que inmediatamente contagió a casi todo el mundo, el entonces presidente Zapatero nos dijo: "afortunadamente, la banca española está saneada". Hoy estamos asistiendo a la descomposición de los entes bancarios que salieron de la fusión de las Cajas de Ahorros, con Bankia a la cabeza, y viendo como varias agencias de calificación, entre ellas Standard & Poor´s, han relegado a la categoría de "bono basura" las acciones de la propia Bankia, del Banco Popular y de Bankinter. Pero esto no ha hecho mas que empezar.
Miles de accionistas, muchos pequeños ahorradores que se tragaron la publicidad que ofrecía seguridad y garantía, presos del pánico, están vendiendo sus activos a precios muy por debajo del que habían pagado, pero mejor del que tendrán las acciones mañana. Por eso el IBEX 35 se ha desplomado y ya está por debajo de los 6.500 puntos, el índice mas bajo desde el año 2.004. Al mismo tiempo, los mercados están reaccionando ante la falta de credibilidad de nuestras entidades financieras, que han manipulado sus balances al no descontar al menos un porcentaje del valor de los "activos tóxicos" y porque cada vez está mas claro que nuestro país va a tener muy difícil hacer frente al pago de los intereses de la deuda en los próximos años, con una economía con crecimiento negativo y con una cifra de paro que a final de año puede superar los 6 millones de personas. En estos momentos trabajan en España, en la economía productiva, no más de 13,5 millones de personas (unos 17 millones en total), un índice de ocupación tan limitado hace insostenible el proyecto de país y pone en serio peligro el futuro, a medio y largo plazo, de los servicios sociales básicos e incluso de las pensiones.
Con el diferencial de la prima de riesgo con Alemania por encima de 500 puntos básicos (eso significa que habrá que pagar un 6,5% de interés por la Deuda que se coloca a 10 años) el presidente Rajoy se ha visto obligado a dar la cara y a comparecer en rueda de prensa en la sede del Partido Popular en Madrid, en Génova 13, para decir, a preguntas de los periodistas, que la inyección de casi cuatro billones de las antiguas pesetas de dinero público en Bankia no será gravosa para los españoles porque una vez financiado y saneado el ente se venderá. Espero que no quede ningún ingenuo que se crea una tontería así.
Hace mucho tiempo, cuando aquí todavía se negaba la crisis, ya dijimos que España tenía dos graves problemas que había que atajar de inmediato, uno era la economía sumergida, que ya entonces superaba el 23% del PIB y que era un lastre inasumible para las cuentas públicas y otro la burbuja financiero-inmobiliaria que, con cifras estratosféricas, había conseguido desvalorizar los activos bancarios. El dinero que la banca había comprometido en la especulación inmobiliaria se había devaluado al no estar respaldado por un valor real, sino por la virtualidad de unos precios de las viviendas demasiado inflados.
Pero no solo había mucho dinero virtual que ahora se ha volatilizado, también existía la política virtual, que había conseguido convencer a los ciudadanos de cosas que nada tenían que ver con el sentido común y que todavía sobrevive.
Al final, como no podía ser de otra forma, la realidad se ha impuesto ante el desconcierto de los que vivían en un mundo de fantasía que se habían construido a la medida de sus ambiciones. Y esa verdad da miedo, también al Gobierno.

 
 

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