ESPAÑA EN CAÍDA LIBRE

Las malas noticias se están sucediendo a tal velocidad que es posible que cuando usted lea este escrito algunas de las cosas que decimos hayan sido sobrepasadas por los acontecimientos, pero no las fundamentales.
La mala gestión bancaria, como sucedió cuando estalló la crisis financiera en los EE UU, es la responsable de lo que está sucediendo en España en los últimos días, en particular en las Cajas de Ahorros y los entes que salieron de su fusión, como Bankia. Cuando el Gobierno que preside D. Mariano Rajoy pensaba que tenía encarrilado el saneamientos de las cuentas públicas, a base de reducir el déficit con la disminución de muchos gastos, las subidas de impuestos y los recortes sociales, para poder cumplir con el objetivo del 3% que exige Bruselas, hete aquí que la presión de nuestros socios europeos, que no se fiaban de las balances que se publicaban, y la fiscalización por parte de auditores externos, han sacado a la luz el verdadero agujero que la política del "ladrillo" había producido en las Cajas de Ahorros que, dirigidas por políticos incompetentes y oportunistas, estaban mucho mas comprometidas con la burbuja inmobiliaria que la banca privada. La necesidad de cubrir los "activos tóxicos" ha hecho que los planes de ajuste del Gobierno se hayan venido abajo.
La ingente inyección de capital que necesita Bankia (casi cuatro billones de las antiguas pesetas) y las que van a necesitar los nuevos entes nacidos de la fusión de otras Cajas, son inasumibles para una economía en recesión, con un índice de paro cercano al 25% y con una Deuda cuya financiación está disparada, muy por encima ya de los 500 puntos básicos.
El Gobierno, como ese boxeador grogui que va de un lado a otro del cuadrilátero recibiendo una brutal paliza, no sabe que hacer, porque su ideología le impide tomar otras medidas que las que dictan los mercados, los especuladores y la derecha que dirige Europa.
Los viajes al extranjero, a los centros de decisión europeos y americanos, se apuran, pero no sirven de nada, ya nos han dicho que no habrá dinero para España, eso sí, se permitirá a nuestro país un año mas de cadencia para poder cumplir con el objetivo del déficit del 3%, pero a cambio de presentar, ya mismo, un adelanto de los presupuestos para 2.013 y 2.014, donde deben ir incluidas mas subidas de impuestos, menos gastos y mas recortes sociales.
Pero la situación de España es crítica, baste como ejemplo las declaraciones del ministro de Defensa, Pedro Morenés, sobre como se encuentran las FF AA. Pero, de la misma manera que los soldados ya se tienen que pagar la mitad de la comida, mientras se despilfarran miles de millones en las misiones exteriores en apoyo al imperialismo, tampoco se han tomado las medidas económicas imperativas para atajar la crisis, como acabar con la economía sumergida y aligerar las administraciones públicas, reduciendo al menos a la mitad los ayuntamientos y cortando los despilfarros autonómicos que todavía subsisten.
Las subidas indiscriminadas de impuestos (ya se anuncian mas subidas de los impuestos indirectos) y el abaratamiento del despido, sobre el que se pretende dar otra vuelta de tuerca, solo han conseguido hundir el mercado interno, porque los ciudadanos tienen menos dinero en el bolsillo y los trabajadores están presos del miedo. Cuando el Gobierno de Zapatero las tomó ya dijimos que tendrían esa consecuencia y cuando el Ejecutivo de Rajoy perseveró en ellas, también apuntamos que agravarían la situación.
Por primera vez en mucho tiempo, eso es lo único que nos da esperanza, ya hay sectores sociales y de opinión que empiezan a cuestionar seriamente la deriva que se está imponiendo. Incluso muchos empresarios se está dando cuenta de que las medidas por las que clamaban les están pasando factura.
Hace poco decíamos que la única salida para España era abandonar el euro y que había que hacerlo pronto, antes de que la situación socioeconómica se deteriorara aún mas, y vaticinábamos que mucha gente se empezaría a subir a este carro, como así está ocurriendo. Pero España ya está en caída libre y solo una dirección política firme, decidida y rauda puede mitigar el golpe final contra el suelo.