domingo, 6 de mayo de 2012

LA MONARQUÍA EN PELIGRO

Desde la Transición Democrática, nunca como ahora la Monarquía había estado en horas mas bajas. Ni el divorcio de la infanta Elena, ni el casamiento del Príncipe de Asturias con una divorciada, habían sido motivo, contra lo que hubiera sucedido en otros tiempos, de cuestionamiento de ningún tipo a las actuaciones de la familia real, pero el escándalo de Iñaki Urdangarín y la ya famosa cacería de elefantes, esos sí, son argumentos suficientes para esgrimir contra la institución monárquica y para que mucha gente empiece a hablar de república.
En otro contexto socio-económico, las últimas actuaciones del Jefe del Estado y de algunos otros miembros de la familia real, quizá no hubieran tenido tanta atención mediática ni causado tanta indignación popular, pero con la crisis galopante que padecemos y cuando un día sí y otro también se exige a los ciudadanos todo tipo de sacrificios, la gente no está dispuesta a pasar ni una, menos aún si son episodios tan desafortunados como los que comentamos.
Cuando estalló el escándalo Urdangarín, ya dijimos que el asunto daba miedo, no tanto por la cada vez mas diáfana y evidente implicación del yerno del Rey en una trama para obtener dinero y sacarlo a paraísos fiscales, como porque el asunto pudiera afectar al propio D. Juan Carlos. Cuando comentábamos estas cosas, uno tenía la sensación de ser visto como un bicho raro, de estar en otra galaxia, pero éramos perfectamente conscientes de hasta qué punto el "juancarlismo" estaba vigente. Pero, aunque lo de Botsuana es mucho menos relevante, todo empezó a cambiar tras la foto del paquidermo muerto apoyado en un árbol tras el cazador regio y su ayudante. El escándalo Urdangarín había sido tratado de soslayo en la prensa internacional, pero la imagen de la cacería fue primera página en los principales periódicos del mundo. Cinegéticamente hablando, nunca mejor dicho, se había abierto la veda contra la Monarquía y contra el Rey.
De repente, la gente se enteró del asunto de la amante alemana y de otros episodios sexuales y etílicos que se habían mantenido en secreto en una especie de autocensura responsable. Pero, abierta la espita y desaparecido el encanto, era mas que previsible que todo podía ir a peor. El desarrollo del proceso judicial del caso Nóos y lo que estaba empezando a salir a la luz pública sobre el verdadero papel del Rey en el golpe de Estado contra el presidente Suárez (no la tejerada del 23F) podían poner en peligro la credibilidad y el prestigio de la institución, en un momento donde nuestro país ya está pasando por serias dificultades. Por eso aconsejamos, como lo mas sensato, que el Rey abdicara en su hijo y heredero Felipe de Borbón, Príncipe de Asturias. No ha sido así y esta falta de visión de Estado y de altura de miras nos puede costar cara.
El caso Nóos se encona, porque el globo sonda sobre el acuerdo para evitar la cárcel de los implicados dio resultados negativos. Ante la amenaza de condena a prisión, como no puede ser de otra forma dada la gravedad de los delitos cometidos, Diego Torres, el socio de Urdangarían en las fechorías, ha empezado a difundir, a través de su abogado, algunos correos electrónicos muy comprometedores para el Rey, pero ya ha amenazado con mas cosas. Es muy posible que el propio Urdangarín se pueda ir de la lengua si tiene la convicción de que puede pasar una larga temporada a la sombra. El último viaje de la Reina a Washington debe ser visto en esta clave.
Ya es tarde para que alguien resbale en una pastilla de jabón, pero todavía se está a tiempo de abdicar y evitar a los españoles episodios muy desagradables. Sino, habrá que ir pensando en la Tercera República.

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