domingo, 3 de junio de 2012

RAJOY NO CONSIGUE TRANQUILIZARNOS

Por fin ha comparecido ante las cámaras el presidente Rajoy, que, a pesar del hundimiento del Ibex 35 y de que el diferencial de la prima de riesgo con el bono alemán superaba los 530 puntos básicos, no había dado cuenta de sí en los últimos días. Y lo ha hecho con un mensaje pretendidamente tranquilizador: "no estamos al borde del precipicio" han sido sus palabras.
Hace años leí un libro que trataba de la supervivencia después de una guerra nuclear, del que ya no me acuerdo ni del título ni del autor, pero sí de algunas cosas que en él estaban escritas, entre ellas que cuando ocurre una catástrofe los Gobiernos siempre intentan mandar mensajes tranquilizadores a los ciudadanos y que la gente debe hacer todo lo contrario de lo que le dicen. Por aquel entonces esa forma de ver las cosas me pareció un ejercicio de total irresponsabilidad, pero mucho tiempo después he cambiado de opinión. Por eso ahora, cuando ese proyecto llamado España, que tanto trabajo costó levantar a nuestros ancestros, se desmorona ante nuestros ojos, el discurso tranquilizador de Rajoy produce en mí justamente el efecto contrario. Y esto no es solo una consecuencia de mi afición por la literatura subversiva, también porque no hay adormidera lo suficientemente potente para negar la evidencia. Además, que quiere que le diga, he vuelto a recordar los famosos "hilillos" de petróleo que salían del "Prestige" y la negación del cambio climático que en su día hizo nuestro presidente, siguiendo la opinión de sus primo, y no he necesitado mas argumentos para no creer ni una sola de sus palabras, como no creí a Zapatero y a sus "brotes verdes".
Pero esta crisis, de la que saldremos el día que nos echemos a la calle con un cuchillo entre los dientes para rebanar el pescuezo a tanto facineroso, también tiene cosas buenas. Einstein decía que la crisis es una oportunidad para los valientes, pero en nuestro gallinero patrio de momento solo es un freno para que los sinvergüenzas no sigan haciendo de las suyas. Porque, no tenga usted la menos duda, a poco que nuestra economía mejorara, los chorizos, filibusteros y despilfarradores del dinero público volverían a las andadas. Es más, todavía hay algunos, como el alcalde de Tarifa, que siguen pensando en enladrillar lo poco que queda virgen de nuestras costas, y bancos, esos que tenemos que rescatar quitando el pan a nuestros hijos, que van a poner dinero para financiar la fechoría.
Los alemanes ya nos han dicho que producimos muy caro. Para que los teutones puedan competir con China, India, etc, necesitan una tecnología superior y mano de obra muy barata. Lo primero ya lo tienen y lo segundo están a punto de conseguirlo. Dentro de poco, si no hacemos nada por evitarlo, los españoles y otros pueblos de Europa se añadirán a los millones de nuevos esclavos del siglo XXI.
Mientras los bancos compran la Deuda pública que emitimos para sanearlos y se quedan también con los estratosféricos intereses, mientras que Ángela Merkel utiliza a las instituciones de la EU y al BCE como divisiones panzer para aplastar el Sur de Europa, nuestro presidente del Gobierno, D. Mariano Rajoy, pretende tranquilizarnos. Pues va a ser que no.

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