miércoles, 7 de marzo de 2012

EE UU SE PONE AL MARGEN DE LA LEY

Con las recientes declaraciones del presidente Obama, que ha manifestado que si Israel ataca a Irán será respaldado por su país, EE UU se pone al margen de la legalidad internacional basada en la Organización de Naciones Unidas.
El presidente norteamericano es plenamente consciente que en el Consejo de Seguridad de la ONU, único organismo legal que puede autorizar una intervención militar, se va a encontrar, como ya ha sucedido en el conflicto de Siria, con los vetos de Rusia y China, que no van a tolerar agresiones armadas a países que están bajo su zona de influencia. El caso iraní es particularmente sensible para China porque Persia es su principal abastecedor de petróleo, gracias a un oleoducto, de más de 4.000 kilómetros, que atraviesa varias ex-repúblicas soviéticas. Hasta tal punto China otorga un carácter estratégico prioritario a sus relaciones con Teherán que en la guerra que enfrentó a Irak e Irán ente 1.980 y 1.988, el régimen islámico solo pudo salir airoso gracias al apoyo del gigante amarillo, pues Occidente dio alas y toda clase de armamento a Saddam Hussein, incluidas "armas de destrucción masiva", en concreto varios tipos de armas químicas, que causaron estragos entre las tropas iraníes y la población civil kurda.
EE UU y sus aliados llevan mucho tiempo tomando decisiones que bordean la legalidad internacional y usando resoluciones del Consejo de Seguridad para menesteres distintos a la letra y al espíritu de esos mandatos. Esto se vio muy claramente en la Guerra de la Balcanes y mas recientemente en la de Libia, donde las operaciones armadas de la OTAN excedieron la autorización del Consejo.
Todo el mundo sabe que Israel es un Estado pirata que, desde su creación, actúa como si el mundo fuera un O.K. Corral donde mandan las pistolas. Ha invadido países cuando le ha venido en gana, ha bombardeado instalaciones nucleares civiles en estados soberanos (Irak y Siria), ha asaltado barcos pacíficos en aguas internacionales, ha masacrado a los palestinos en Líbano y Gaza, ha pacticado los asesinatos selectivos fuera de sus fronteras (si se hicieran públicos todos a algunos se les pondrían los pelos como escarpias), etc. Pero esas cosas las ha podido hacer porque ha tenido el apoyo de las potencias occidentales, en particular de EE UU, Francia, Alemania y Reino Unido, que no solo le han dado cobertura política (EE UU veta sistemáticamente todas las resoluciones contra Israel que llegan al Consejo de Seguridad) también lo han abastecido de armamento sofisticado y permitido que se haya convertido en una potencia nuclear que posee centenares de cabezas atómicas y vectores de lanzamiento con rango intercontinental.
En este contexto, las brabuconadas sionistas, apoyadas por Washington, con el argumento del peligro que para la seguridad de Israel supone el programa nuclear iraní, (Irán no posee, de momento, armas nucleares) son de una hipocresía mayúscula. Si el Estado judío quiere que la amenaza nuclear regional desaparezca y que la comunidad internacional, desde la legalidad de la ONU, impida que cualquier país de la zona desarrolle ese tipo de armas, tendrá que empezar por destruir su impresionante arsenal atómico. No lo va a hacer, porque gracias a él Israel puede cometer todo tipo de excesos sin miedo a una respuesta militar.
Pero, tanto EE UU como los países europeos de la OTAN, deberían ser mas prudentes. Irán no es Irak ni Afganistán y tiene unos aliados muy poderosos. Una agresión contra la República Islámica desencadenaría un conflicto armado cuyas consecuencias son imposible de prever. Al instante quedaría bloqueado el estrecho de Ormuz, por donde pasa casi el 40% del tráfico mundial de petróleo, provocando una brutal subida de precios y una escasez de combustibles que pondrían la puntilla a unos países ya muy castigados por la crisis económica.
Ya sabemos que el lobby judío es muy importante en la financiación de la campaña electoral presidencial, pero el Sr. Obama y los demás políticos norteamericanos no deben jugar con fuego y tienen que respetar la legalidad internacional.

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