domingo, 25 de marzo de 2012

CATALUÑA, EL PELIGRO INDEPENDENTISTA

Jordi Pujol, el ex-presidente de la Generalitat, ha hecho un llamamiento a los militantes de Convergencia Democrática de Cataluña para una "batalla épica contra el Estado". Estas declaraciones se suman a las que reiteradamente viene realizando el actual presidente catalán, Artur Mas, en una campaña de largo recorrido cuyo objetivo es una llamada a un referéndum de autodeterminación tras el cual el parlamento de Cataluña declararía la separación de esta comunidad autónoma del Estado español.
Los delirios independentistas de algunos partidos políticos catalanes no son nuevos, pero nunca como ahora se habían atrevido sus líderes a hacerlos tan explícitos, sobre todo los dirigentes de CIU, que interpretaban el papel de moderados. Que estas cosas sucedan en estos momentos no es casual, por un lado los apoyos, complicidades y paños calientes que los partidos mayoritarios, PSOE y PP, han tenido con los nacionalistas durante todos estos años han alimentado y hecho mas fuertes esas ideologías, por otro la grave crisis económica que padece España, que tiene todas las perspectivas de empeorar, en un ¡sálvese quien pueda!, ha roto el ya débil compromiso de solidaridad y las regiones mas ricas quieren gestionar todos sus recursos. No es casual que en Italia o Canadá, por poner solo dos ejemplos, también sean los territorios que gozan de mayor PIB y mas renta per cápita los que quieren romper la unidad de sus Estados.
A estas alturas, ya casi todos somos conscientes que los políticos del bipartidismo, que han gobernado este país desde la caída de la UCD, son responsables de muchos de los problemas que nos aquejan, desde iniciativas que han hecho que la crisis económica internacional sea especialmente aguda en España, hasta compadreos con los que siempre han tenido la ruptura del Estado como objetivo. ¿ Quien no recuerda las declaraciones de José María Aznar diciendo que hablaba catalán en la intimidad o los pactos del PSOE, en el Tripartito, con los que exigían abrir embajadas de Cataluña por el mundo?.
El nuevo Gobierno del Sr. Rajoy, que cuenta, no lo olvidemos, con mayoría absoluta y que también tiene el poder en casi todas las CC AA, en su guerra particular con el PSOE para disputarse el poder, ha apoyado los Presupuestos del Ejecutivo catalán y no ha dicho absolutamente nada de las declaraciones belicosas de los dirigentes nacionalistas catalanes. S. M. el Rey, cuya obligación es mantener la cohesión del Estado, tampoco ha puesto a los líderes de Convergencia en su sitio, quizá porque los independentistas, en un primer momento, admitirían que la Corona, como ocurre en Canadá y Australia con la reina Isabel II, tuviera un papel que no soslayara la soberanía de las nuevas naciones.
El caso catalán es especialmente sangrante porque, al contrario de lo que sucedió en el País Vasco, la Constitución de 1.978 también fue aprobada en Cataluña en referéndum y no conviene olvidar que nuestra Carta Magna, entre las atribuciones que otorga a las Fuerzas Armadas, da a los Ejércitos el mandato de velar por la unidad del Estado.
La Constitución fue producto de un compromiso entre las distintas fuerzas políticas para construir la nueva España democrática, en ese consenso todos, desde la derecha heredera del franquismo hasta el PCE, tuvieron que ceder y en ese pacto también estuvieron los nacionalistas. Algunas comunidades autónomas recuperaron la libertad para que sus gentes pudieran expresarse y recibir educación en su propia lengua y hoy tienen su televisión, su policía y una amplísima autonomía con transferencias de casi todas las funciones administrativas que antes tenía en Gobierno central. Incluso El País Vasco y Navarra recuperaron sus Fueros y gozan de un tratamiento fiscal diferenciado que es un agravio comparativo para el resto de CC AA. Pero a cambio de todo eso se exigía la solidaridad con el resto de los pueblos de España y la lealtad, aunque no se compartiera del todo, con la Constitución. Pues bien, eso está a un paso de quedar en papel mojado.
Si se rompe la baraja y el consenso que hizo posible la Constitución y si los responsables políticos que nos gobiernan y el Jefe del Estado no cumplen con su obligación y con su promesa o juramento a la Carta Magna, todos podremos actuar a nuestro libre albedrío. Las consecuencias podrían ser dramáticas.

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