sábado, 26 de noviembre de 2011

EL GOBIERNO DIO 1.000 MILLONES A LOS SINDICATOS

Cuando Pepiño Blanco, el mentiroso mayor del reino, se retira de la primera línea política para vérselas con la Justicia, cuando el PSOE vuelve a desempolvar a Rubalcaba y Chacón para un debate donde no importan ni las ideas ni los principios, en el próximo congreso de febrero, previamente amañado por la Ejecutiva Federal, sale a la luz que el Gobierno de Zapatero dio 1.000 millones de euros a los sindicatos en la pasada legislatura. Sí, no nos hemos equivocado con los ceros.
Mientras se aumentaba la edad de jubilación y el cómputo de los años para la prestación, mientras se abarataba el despido, se generalizaban los contratos precarios, se rebajaba el salario a los funcionarios y, entre unas cuantas fechorías mas, se congelaban las pensiones, el Gobierno socialista daba cantidades ingentes de dinero público a los sindicatos mayoritarios, CC OO y UGT, para que lo gestionaran sin fiscalización alguna (no voy a aburrirle con la distribución de las partidas, pero se pueden consultar en la Red). Ahora se entiende la actitud pusilánime de los otrora sindicatos de clase ante las agresiones de Zapatero a los trabajadores y pensionistas.
Los sindicatos están acongojados y acojonados, porque la pseudoizquierda ha perdido el poder en casi todas las CC AA y en el Gobierno del Estado y temen, con fundamento, que se les ha acabado el chollo. Nada mas enterarse de la aplastante victoria del PP, se han reunido los secretarios generales de UGT, Cándido Méndez, y de CC OO, Fernández Toxo, para acordar la estrategia a seguir y solicitar una reunión con Mariano Rajoy para hablar de la Concertación Social, en román paladino, para decirle ¿qué hay de lo nuestro?. No sabemos si esta vez Roma pagará a los traidores.
Tanto el PSOE como los sindicatos mayoritarios tienen la esperanza de que la crisis no permita al nuevo Gobierno del PP acabar la legislatura, esperan que el deterioro de nuestra economía y la contestación social pongan a Rajoy contra las cuerdas y tenga que convocar elecciones anticipadas y, así, puedan volver al poder para continuar con la fiesta. Pero los sindicatos, además, quieren jugar otra baza, porque ese tiempo de ayuno forzoso se puede hacer muy largo, presionar al nuevo Gobierno con promover movilizaciones si se les retiran las cuantiosas subvenciones que han disfrutado gracias a las dádivas y favores de los compañeros de correrías del Gobierno socialista. Se han convertido, para vergüenza de la izquierda y de hombres íntegros como Marcelino Camacho y Nicolás Redondo, en organizaciones neomafiosas al estilo de las que operaban en los muelles de Nueva York, que hemos visto en las películas de cine negro.
Se van a equivocar, porque la fracasada huelga general, que habían montado, no se sabe contra quién, para intentar lavarse la cara ante los proletarios, es un indicativo evidente de que los trabajadores, que no son tontos, les han vuelto la espalda.
La falsa izquierda y los sindicatos vendidos, no precisamente, eso sí, por un plato de lentejas, han comenzado un declive inexorable, algo que quizá pueda parecer temporalmente dramático para las clases desfavorecidas, más, con la que se nos viene encima, pero imprescindible para que surjan nuevas fuerzas políticas que estarán llamadas a forjar la España del siglo XXI.

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