domingo, 2 de octubre de 2011

LA CREDIBILIDAD EN LA CAMPAÑA ELECTORAL

Las elecciones del 20 de noviembre tendrán dos claves, una será, como sucedió ya en las pasadas municipales y autonómicas, la derivada de la grave crisis económica que padecemos y todos los problemas con ella relacionados, otra, la credibilidad de los políticos.
Los candidatos, sobre todo Alfredo Pérez Rubalcaba y su equipo, están haciendo grandes esfuerzos para presentar un programa electoral atractivo, no para solucionar los problemas de España, eso no parece ser lo prioritario, sino para engatusar al electorado y sacar el mayor provecho posible en los comicios. Los ciudadanos, sobre todo después de ver lo que hizo Zapatero con el programa electoral socialista, ya no creen en esas hojas de ruta. Si antes la mayoría de la gente no leía los programas, ahora, con razón, dirán ¿para qué?.
Rajoy y el PP tienen el viento de popa y no tienen que hacer grandes esfuerzos para ganar, simplemente desmontar la propaganda del PSOE que quiere presentarlos como los enemigos de lo poco que ha quedado del Estado del Bienestar, la Sanidad y Educación públicas fundamentalmente, si logran hacerlo pueden incluso arrasar, porque los socialistas van a tener muy difícil intentar rentabilizar el final de la lucha armada de ETA, con BILDU en las instituciones democráticas del País Vasco y con una nueva coalición que quiere sentar a los terroristas en el Parlamento de la nación. Pero Rubalcaba y el PSOE lo tienen mucho mas complicado, porque va a ser casi imposible convencer a los electores de que, ahora sí, son sinceros, progresistas y de izquierda y que piensan cumplir lo prometido, después de todo lo que hemos visto en los dos últimos años.
La última idea que Rubalcaba ha sacado a relucir, en la clausura de la conferencia que ha organizado el PSOE donde precisamente se buscaba eso, ideas, no es nada nuevo, ni muchísimo menos, porque somos legión los que hemos venido clamando en el desierto por que se tomara como bandera, por justicia social y como medida imperativa para salir de la crisis, entrar a saco contra la economía sumergida. ¿Si no lo han hecho hasta ahora, en dos legislaturas, porqué tenemos que creerles?.
El PSOE, con Zapatero al frente, ganó las elecciones porque prometió sacarnos de una guerra, pero luego nos metió en otras dos, todavía inconclusas, nos dijeron que jugábamos en la liga de los países de primera división y que estábamos sobrepasando a Italia y Francia, pero hoy tenemos casi cinco millones de parados y el Banco Central Europeo tiene que comprar nuestra Deuda para que España no quiebre, venían con un discurso progresista, pero elevaron la edad de jubilación a los 67 años, abarataron el despido y permitieron que se encadenaran indefinidamente los contratos temporales, entre otras muchas fechorías. Han mentido demasiado y van tener muy difícil recuperar la confianza de los ciudadanos.
En Asturias también se va a jugar la campaña electoral en la arena de la credibilidad. Mientras el Gobierno entrante nos dice que había muchas facturas sin pagar en los cajones y que nuestra Deuda era mucho mas alta de la reconocida, en palabras de Cascos, “que le han dejado un campo minado”, el ex-presidente Areces dice que dejó el Principado saneado y con unas cuentas bien cuadradas.
A falta de una auditoría externa, los asturianos deberán adivinar quien pretende engañarlos, pero lo tienen fácil. Hace años, todavía éramos muy jóvenes, hombres íntegros, algunos que ya están dando malvas, pero que viven en nuestro corazón, nos contaron qué sucedió en la Conferencia de Perlora del PCA en marzo de 1.978, desde entonces sabemos quien es Tini Areces, el que en sus discursos sobre el Estado de la Región nos decía que vivíamos en el País de las Maravillas mientras teníamos mas de 80.000 parados, el que amparaba consejeros corruptos propietarios de “pequeñas” cabañas de 200 metros cuadrados y 10.000 de terreno el que, en fin, con su compañero y candidato socialista, Javier Fernández, nos traen a la ministra de Cultura, Sinde, la misma que protegió y dio patente de corso a Teddy Bautista y su banda de facinerosos, para que les ayude a mantener el chiringuito del Niemeyer.
Hemos llegado a un punto en que, desgraciadamente, ya no vale leer los programas electorales. Antes de votar deberemos mirar a los ojos de los candidatos y decidir a quien le compraríamos un coche de segunda mano. La credibilidad cuesta ganarla, se pierde fácilmente y es muy difícil de recuperar. De momento parece que Francisco Álvarez-Cascos la tiene y otros no.

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