jueves, 13 de octubre de 2011

ASTURIAS DEBE ENTRAR EN LAS CORTES

Tras las elecciones generales del 20 de Noviembre, empezará una nueva legislatura política marcada por la crisis, por la nefasta herencia recibida y por un nuevo órdago que los nacionalistas pondrán sobre la mesa para obtener mas ventajas bajo la amenaza de agitar el soberanismo.
El nuevo Gobierno lo va a tener muy difícil, porque en la coyuntura política y económica que vive España lo peor aún está por llegar. Si, como dicen todos los pronósticos, el Partido Popular gana, independientemente de si lo hace por mayoría simple o absoluta, al día siguiente de las elecciones se va a encontrar con una oposición radicalizada que intentará obtener por otros medios lo perdido en las urnas. No estamos haciendo política-ficción, solo una proyección lógica de lo que está pasando en las CC AA donde los ciudadanos han enviado al PSOE a la oposición. Los sindicatos, que han permanecido dóciles ante los furibundos ataques socialistas a los trabajadores y pensionistas, no han perdido el tiempo y ya han organizado huelgas y movilizaciones contra el nuevo poder esgrimiendo cualquier pretexto. Enderezar la grave situación de un país con casi cinco millones de parados y con una economía que no crece es una tarea para titanes, pero si, además, el clima político y social se enrarece, será una empresa imposible. Pero las dificultades para el nuevo Ejecutivo no llegarán solo de la mano del PSOE, su muletilla IU y los sindicatos afines, los partidos nacionalistas, particularmente vascos y catalanes, han llegado a una encrucijada decisiva tras años de compadreos, cambalaches y correrías junto a los partidos mayoritarios que se lo han tolerado todo, propiciando su envalentonamiento.
Nos vamos a encontrar con un Congreso de los Diputados donde pueden estar sentados los corsarios de los terroristas y con unos partidos nacionalistas catalanes que otra vez pretenderán forzar la Constitución para introducir cambios que conviertan la singularidad del Concierto Económico Vasco- Navarro en una dualidad. Si los nacionalistas ya contaron con la colaboración de la pseudoizquierda para abrir embajadas en el extranjero, para multar a los comerciantes que pongan los rótulos de su negocio en el idioma oficial del Estado o para que el Gobierno de Zapatero intentara burlar las decisiones del Tribunal Constitucional sobre la reforma del Estatuto de Cataluña, no es descabellado pensar que, otra vez, se producirán alianzas propias de los oportunistas irresponsables que padecemos.
Por todo ello es fundamental que aparezca una nueva voz que ponga a cada uno en su sitio, que llame a las cosas por su nombre y que desenmascare a los enemigos de España. Ninguna región, ninguna tierra, ningún pueblo, ninguna comunidad autónoma tiene tanta legitimidad para hacerlo como Asturias, que ya era un reino poderoso siglos antes de que las “nacionalidades históricas” fueran liberadas del poder musulmán. Nuestros diputados podrán hacer que se les atragante el “café solo para unos pocos” simplemente echando mano de la Historia.
Pero esa tarea, como usted ya habrá adivinado, solo puede hacerla un partido comprometido con los ciudadanos de Asturias y que defienda los derechos igualitarios de todos los españoles, independientemente de su lugar de nacimiento o residencia, un partido que no ha compadreado con los que son un lastre para el futuro colectivo que tenemos que ganar con responsabilidad, trabajo y colaboración fraternal.
El día 22 de mayo, decenas de miles de asturianos, de nacimiento y de adopción, de todas las ideologías, dieron su voto a un nuevo partido, Foro Asturias, con la esperanza de que entrara aire fresco en las instituciones y que el cambio fuera real. A pesar de las enormes dificultades y de las zancadillas parece que no se equivocaron. El 20 de noviembre su voto también será decisivo para que Asturias entre en las Cortes.

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