Hoy, a las seis de la tarde, va a
comparecer el president Piugdemont en el Parlament. Aunque en el orden del día
se trata de una sesión informativa sobre la situación actual de Cataluña, pocos
dudan de que lo golpistas catalanes lo que harán será declarar la
independencia, apoyándose en la consulta del 1-O, una consulta, como todo el
mundo sabe, ilegal, sin garantía alguna, donde la suma de los votos fue de mas
del 100%, podías votar varias veces o con el carné de otra persona. Los
independentistas catalanes no han atendido a razones, ni la fuga de empresas de
Cataluña, ni la masiva manifestación por la unidad de España del domingo 8-O en
Barcelona, ni las recomendaciones de Bruselas, ni las apelaciones del Rey de
que regresen a la Constitución y a la Ley, nada sirve para parar su loca
aventura. Los que llaman a la mediación y a la negociación no conocen la
verdadera condición de los secesionistas, los ahora golpistas odian a España y
dicen Estado para no mentar su nombre, no es un sentimiento, como dicen, lo que
tienen, porque ni la cabeza ni el corazón gobiernan sus acciones, las gobiernan
las vísceras. No van a volver atrás porque nunca han visto tan cerca el final
de su proyecto, un proyecto que llevan realizando, pasito a pasito, desde hace
décadas, mientras engañaban al resto de catalanes y españoles.
Mi principal interés se centra
ahora en ver cual va a ser la estrategia que van a seguir Puigdemont y los que
le acompañan para concluir el golpe de Estado que están dando, porque eso es,
llamemos a las cosas por su nombre, lo que está sucediendo en Cataluña. Me interesa
mucho, porque es un nuevo manual sobre asonadas. Yo no descarto que la
declaración de independencia que van a anunciar hoy sea en diferido, es decir,
que declaren la independencia pero que den un plazo, podría ser de seis meses,
de cadencia para aplicarla y al mismo tiempo ofrezcan un diálogo al Gobierno de
España, para que la ruptura sea lo menos traumática posible. Eso les permitiría
ganar tiempo para la ruptura administrativa, aparecer como gente razonable que
lo que quiere es hablar y evitar medidas contundentes inmediatas, como la
aplicación del Artículo 155 de la Constitución o que todos ellos puedan ser
detenidos por sedición y/o alta traición. Salvando las distancias, esta
negociación que los independentistas van a proponer me recuerda mucho al chantaje
de ETA, cuando quería negociar, sí, pero con la pistola encima de la mesa. Los
golpistas han barajado todas las variables y todos los desenlaces posibles a su
órdago y hay una cosa que presumen, a la vista de lo que ha sucedido hasta
ahora, que el Estado no va a actuar porque el Gobierno de España tiene un
presidente pusilánime cuya frase favorita es: “si no tienes claro lo que vas a
hacer, lo mejor es que no hagas nada”. Una independencia diferida se ajusta exactamente
a la idiosincrasia de Rajoy. Los golpistas, que han visto como han sido capaces
de tomar las calles, acosar a la Policía y la Guardia Civil, echarlas de los
hoteles, insultar a las fuerzas del orden y agredirlas y encima han ganado la
batalla mediática de un victimismo al que son tan aficionados, están plenamente
convencidos de que lograrán, no solo la independencia, sino también seguir en
la UE y la Zona Euro, doble nacionalidad, que el Barça juegue la Liga Española
de Fútbol y que España pague su Deuda y las pensiones de los catalanes.
Mientras esperan negociar todo eso al tiempo que chantajean con que, si se les
lleva la contraria, habrá una situación revolucionaria y una explosión social
en Cataluña, los secesionistas han cometido su mayor error: España no es Rajoy
y los españoles somos gente razonable y pacífica, hasta que se pasan tomándonos
el pelo, nos chantajean y nos ponen entre la espada y la pared.
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