Para los que hemos jurado o
prometido la Constitución Española, completa, no a la carta, y que nos gusta
cumplir lo que juramos o prometemos, tan importante es pelear por la igualdad de
todos ante la Ley, o por el derecho al trabajo y a una vivienda digna, como
hacer todo lo posible por salvaguardar la unidad de España, esas cosas tan importantes,
y muchas otras, recoge nuestra Carta Magna. Por eso no nos la vamos a coger con
papel de fumar, todo lo contrario, si una grave situación de rebeldía del
Gobierno de una comunidad autónoma obliga a aplicar el Artículo 155 de la Constitución, y eso exactamente, y no otra cosa, es lo que está pasando con el
Ejecutivo catalán. Se equivocan mucho los que piensen que coincidir e incluso
apoyar al Gobierno de España en el conflicto actual es estar de acuerdo con las
políticas practicadas hasta ahora por PP y por Rajoy, pero, cuando hay un
peligro que amenaza a España y a los españoles, todos los colmillos son
importantes.
Puigdemont y los que le acompañan
en la loca aventura de la independencia catalana, desde la neoizquierda de ERP
hasta los anarquistas de la CUP, pasando por esas organizaciones al servicio de
los secesionistas pagadas con el dinero de los sufridos ciudadanos de Cataluña,
Ómnium Cultural y ANC, llevan mucho tiempo tomando el pelo al Estado y al
conjunto de los españoles, con sus mentiras, sus montajes, sus dilaciones y sus
falsas llamadas al diálogo mientras nos chantajean. Lo ha manifestado muy bien Albert
Rivera, el líder de Ciudadanos: “España no se ha dejado chantajear por los
golpistas del 23-F, ni por el terrorismo y no se va a dejar chantajear ahora
por Puigdemont y compañía”. No voy a entrar en un debate absurdo con los que
han dicho que se pasan la Ley, la Constitución y lo que dictaminen los
Tribunales de Justicia por la entrepierna, ni tampoco con los que, por acción u
omisión, les hacen el caldo gordo. Cada uno es responsable de sus actos y a
cada cual lo pondrán los españoles en su sitio en cuanto pasen por las urnas,
las de verdad, las que tienen todas las garantías.
Hay mucha gente que dijo que había que agotar todos los tiempos y todos los pasos
antes de aplicar un artículo de la Constitución tan contundente como el 155,
pero, yo era de otra opinión. Invito al lector a que entre en Google y busque un
breve escrito de este humilde francotirador del teclado que tiene el título de “La
paradoja de la justificación”, lo encontrará fácilmente, y entenderá lo que quiero decir. No hubiera sucedido lo
que sucedió el 1-O, ni cientos de empresas hubieran abandonado Cataluña, ni, en
fin, hubiéramos llegado hasta aquí, si se hubiera actuado antes.
He dicho ya otras veces que una
cosa es aprobar la aplicación del Artículo 155 en el Senado, donde el PP,
además de contar con mayoría absoluta va a tener el apoyo del PSOE y Ciudadanos,
y otra bien distinta es implementarlo, es llevarlo a la práctica, sobre todo si
se da una situación de insurrección en Cataluña y las huestes golpistas toman
las instituciones y las calles. El guion de los independentistas no es, para
nada, nuevo, es más, algunos ya hemos visto esta película. Todos deberíamos
recordar lo que pasó en Yugoslavia durante los meses previos al inicio de
hostilidades. Ante la rebeldía e insurrección de varias Federaciones, el
Gobierno de Belgrado intervino algunas autonomías, pero no pudo tomar el
control y finalmente la situación se le fue de las manos. También hemos visto
como triunfó el golpe de Estado contra el presidente Víktor Yanukóvich en
Ucrania. Es decir, si el Gobierno de España no está dispuesto a llegar hasta el
final para garantizar la unidad de España, salvaguardar la autonomía de
Cataluña, y recuperar los derechos de los ciudadanos y la seguridad jurídica de
las empresas en esa comunidad autónoma, aplicando el Artículo 155 con todas sus
consecuencias y también el 116 (estados de alarma, excepción y sitio), puede ser
peor el remedio que la enfermedad.
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