miércoles, 4 de octubre de 2017

EL DISCURSO DEL REY

El discurso del rey Felipe VI, del martes a las 21,00 horas, de alguna manera, me trasladó a la madrugada del 23 de febrero de 1.981. En aquella noche infame su padre, el rey Juan Carlos I, también tuvo que salir en las pantallas de televisión para tranquilizar a los españoles, mientras hacía pocas horas había habido disparos en el Congreso de los Diputados y el jefe de la Casa Real, el teniente general Sabino Fernández Campo (otro falangista al que, paradojas de la vida y de la Historia, como a Adolfo Suárez, le tocó defender la democracia) hacía llamadas a las capitanías generales para poner firmes a sus compañeros de armas. Los españoles todavía no saben hoy toda la verdad sobre el golpe de Estado de 1.981, pero a veces hay cosas, se lo aseguro, que es mejor que no se sepan. El rey Juan Carlos I desempeñó sus papel y eso, viendo ahora aquella situación con mayor perspectiva, tuvo mucho mas de positivo que de negativo. La encrucijada que vive ahora España, a mi parecer, es aún mas grave que la del 23F, es la peor desde la Guerra de la Independencia contra los franceses, y no me olvido del drama de la guerra civil, porque desde que las tropas de Napoleón pusieron sus botas en España nunca nuestro país ha estado en tanto peligro de dejar de ser y de existir. La insurrección en Cataluña, que se lleva cocinando a fuego lento desde hace años, como algunos habíamos advertido, ya está allí en las calles y en las instituciones y, al contrario que Tejero y Milans del Bosch, los golpistas catalanes son mucho mas inteligentes, planifican mucho mejor y han sabido sacar rendimiento político y mediático a las torpezas del Gobierno y a la tibieza, cuando no complicidad, de la oposición desnortada. En ese sentido, el discurso del Rey ha estado ajustado a las circunstancias, a la gravedad del momento. Algunos echan en falta alusiones al diálogo o a los heridos en los incidentes del 1-O, pero el Rey no salió en las pantallas de nuestros televisores para dar una imagen de buen rollito, de eso ya se encargan profusamente otros, salió para llamar a los golpistas por su nombre y a dejar diáfanas sus fechorías, algo que muy pocos han hecho hasta ahora, además de que, evidentemente, no es lo mismo que lo diga un político de tercera fila que el Jefe del Estado. El discurso fue breve, claro y conciso, y sobre todo contundente, con la contundencia que los españoles echaban en falta.

Pero, ahora no hay un Sabino Fernández Campo, ni los líderes políticos actuales tienen el mismo compromiso con España y el mismo sentido de Estado que los que había en 1.981. Tenemos un presidente del Gobierno pusilánime que fio la gestión de la crisis catalana a una vicepresidenta con nula visión de la táctica y la estrategia al margen del enfrentamiento dialéctico parlamentario. No habríamos llegado a la situación actual si el Gobierno hubiera actuado deteniendo a los cabecillas sediciosos y aplicado el Artículo 155 de la Constitución a su debido tiempo, hace meses, ni se hubiera puesto contra un muro a las policías y guardias civiles que se enviaron a Cataluña, ni los golpistas catalanes hubieran sacado rédito de todo eso. El problema ahora es que no sirve solo aplicar el Artículo 155 de la Constitución para revertir la situación, por la incapacidad de nuestros gobernantes ahora también será necesario echar mano del Artículo 8, párrafo 1 ¿O cómo sino se va a poder ahora sacar a la gente de las calles en Cataluña, poner en su sitio a los dirigentes políticos secesionistas y aplicar la Ley? Pongamos los pies en el suelo y veamos la realidad de las cosas, por muy diferente que sea a nuestros deseos ¿Se hará? ya lo veremos. Las palabras del Rey no sirven de nada  si no van acompañadas de hechos.

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