El daño que el problema catalán
ya ha causado a España es enorme. Hacía mucho tiempo que nuestro país no era
portada de todos los periódicos del mundo, ni siquiera cuando los indignados
del 15M llenaban la Plaza del Sol lo fue. Tenemos que remontarnos al 23 de
febrero de 1.981 para volver a ver a España como titular de primera página en
todos los noticiarios. Los independentistas han trazado y planificado muy bien
su hoja de ruta y lo han hecho desde hace mucho tiempo. Primero adoctrinaron a
la gente en las escuelas y con los medios de comunicación y fundaciones a su
servicio y ahora los han echado a la calle para enfrentarse al Gobierno de
España, a la Ley, a la Constitución, a los tribunales y a la Policía y Guardia
Civil. No solo los golpistas catalanes han logrado lo que siempre han anhelado,
han ganado la batalla mediática. Las imágenes de ayer, con las cargas
policiales, acompañan hoy a los artículos periodísticos en toda Europa donde se
argumenta que ciudadanos pacíficos que solo querían votar fueron agredidos con
violencia por la policía española ¿Alguien duda ya que meterán a Cataluña en la
UE y encima pondrán firmes a España, ahora la mala de la película?
Cuando, desde hace mucho tiempo,
algunos, pocos, todo hay que decirlo, advertíamos de que esto podía pasar, de
que nuestros políticos estaban alimentando un monstruo, se nos tachó de catastrofistas,
pero teníamos razón, teníamos toda la razón. También nos dijeron de todo cuando
hace algunos meses manifestábamos que había que parar a los golpistas con
contundencia, aplicando el Artículo 155 de la Constitución y deteniendo a los
cabecillas bajo delito de sedición. Algunos prefirieron aliarse objetivamente
con los secesionistas, otros prefirieron mirar hacia otro lado y el Gobierno de
España prefirió continuar con la estrategia de seguir a remolque de los
acontecimientos. Recordar ahora las palabras de Rajoy y de Sáenz de Santamaría:
“actuaremos de forma proporcionada y a su debido tiempo”, “qué estén tranquilos
los españoles” suena a sarcasmo y a despropósito. Las imágenes de Puigdemont,
Junqueras, Forcadell y compañía esposados y detenidos por la Guardia Civil hubieran
tenido un impacto mediático mucho menos perjudicial que las que hoy abren las portadas
en los periódicos del mundo y, lo mas importante, era lo que se tenía que haber
hecho para revertir la situación.
El cinismo, las mentiras y la
hipocresía de los independentistas catalanes ya los conocemos bien los españoles,
los llevamos viendo y padeciendo desde hace mucho tiempo, aunque ahora el mundo
tenga otra opinión merced a los desastrosos políticos que nos gobiernan. Hoy
los españoles somos los malos y los catalanes las víctimas. Los golpistas y
Rajoy han logrado que todos visualicen España al revés. Son en las
circunstancias históricas excepcionales cuando queda diáfano la verdadera
condición y la verdadera competencia de los dirigentes políticos, no necesito
argumentar nada al respecto porque los españoles finalmente se han caído del
guindo y han descubierto lo inútiles y peligrosos que son todos los que nos han
traído hasta aquí. Esta pasada madrugada los golpistas catalanes, que siguen
campando a sus anchas, daban los resultados que les pareció de esa pantomima de referéndum que según Rajoy
no ha existido, al tiempo que nos dijeron muy claro, por si alguien no contaba
con ello, que los llevarán al Parlament para declarar la independencia.
Nuestros políticos nos han engañado y siguen con sus tradicionales bobadas y
lamiéndoles las zapatillas a los golpistas mientras España se va a la mierda.
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