martes, 22 de enero de 2013

TINTA DE CALAMAR


En el Partido Popular ha cundido el pánico tras llegar a conocimiento de los ciudadanos la ya famosa cuenta en Suiza del que fuera su tesorero, Luis Bárcenas. La dirección del PP se ha reunido para cerrar filas alrededor del siguiente discurso: “nosotros no sabemos nada de ese dinero y vamos a pedir una auditoría independiente para las cuentas del partido, que están en España”. Esas cosas colaban hace unos años, cuando la gente no tenía a los políticos en el punto de mira, pero ahora, cuando la crisis se está llevando por delante vidas y haciendas, los españoles ya no están dispuestos a pasar ni una, ni a tolerar cuentos chinos y charlatanería para imbéciles.
Seamos serios, en este país la corrupción política esta centrada en los partidos que están o han estado en el poder, principalmente PP, PSOE, CIU y PNV, pero no solo a nivel de dirección de las organizaciones, también en los Gobiernos de las CC AA y las corporaciones locales. Cualquiera que se haya movido por las administraciones públicas sabe de comisiones y sobornos, de “mordidas” y favores. Pero el problema de la corrupción política no solo se traduce en que esos dineros negros los tienen que pagar luego los sufridos ciudadanos en hipotecas astronómicas de por vida y en impuestos abusivos, también, y eso es lo peor, en que la democracia deja de existir porque el poder del pueblo sucumbe ante el dinero de las mafias. Estos días se está hablando mucho de los políticos corruptos, pero muy poco de los que los han corrompido. 
Las auditorías no sirven para nada, porque el dinero negro no se apunta en los libros de contabilidad ni se ingresa en los bancos, salvo en los suizos y de los llamados paraísos fiscales. Tampoco nos van a engatusar con comisiones parlamentarias, que nunca llegan a nada práctico, o con un “gran acuerdo entre los dos grandes partidos para acabar con la corrupción”. Nunca las zorras han sido buenas cuidadoras de las gallinas. Lo que reclama la ciudadanía y la judicatura son leyes verdaderamente duras que disuadan a los golfos.
Llevamos mucho tiempo clamando por una “Ley de delitos sociales” y una modificación del Código Penal que contemplen desde el tráfico de drogas hasta el fraude fiscal y donde, como no, la corrupción política debe estar incluida. No solo se concentraría en una sola norma los delitos contra la sociedad ahora desperdigados, debería tener también una singularidad, penas muy severas.
De los mas de cuatrocientas encausados por delitos de corrupción solo hay 4 personas en la cárcel. Todos hemos visto como estos sinvergüenzas acaban al poco tiempo en la calle, sin devolver el dinero y riéndose de todo el mundo. Eso es lo único que podemos admitir a estas alturas de la historia, lo demás es palabrería barata, juegos florales y tinta de calamar. 

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