miércoles, 30 de enero de 2013

LOS SINDICATOS EN EL PUNTO DE MIRA


Mientras se extiende por esta vieja piel de toro la irritación de los españoles contra los políticos, hay otros colectivos que tampoco se van a ir de rositas, porque también tienen mucha responsabilidad en todo lo que nos está pasando. Entre ellos están los sindicatos que, mientras este país era una fiesta, también participaron del banquete.
Muchas de las fechorías que han hecho los Gobiernos de España y de sus CC AA en los últimos años habrían sido imposibles sin la colaboración de los sindicatos que, a cambio de su silencio, recibían dádivas y privilegios.
Pero, Asturias era una singularidad, porque aquí los sindicatos no solo eran un colaborador necesario,  tenían tanta influencia que incluso proponían o vetaban presidentes. Como de todos son sabidas las andanzas de José Ángel Fernández Villa y como Areces llegó a comer de su mano, por ejemplo, no me voy a extender con esta faceta del asunto.
Aparte de las afinidades ideológicas, quizá lo menos determinante, la alianza se asentaba sobre una base mucho más sólida, la consolidación y mantenimiento del poder y el reparto del dinero público. En un aquelarre que en otras latitudes produciría esquizofrenia, también estaban los empresarios y  el Partido Popular. Esta visión de las cosas podría ser tachada de subjetiva sino fuera porque todos los ciudadanos de esta tierra vieron lo que sucedió cuando un nuevo poder irrumpió en el escenario político asturiano y como esa alianza contra natura tácita se volvió explícita para expulsarlo.
En un escenario de crisis terrible, donde algunos de los pilares tradicionales de la industria regional se derrumban ante nuestros ojos, donde hay grandes dificultades para cuadrar el Presupuesto y cumplir con el déficit impuesto por el Gobierno central, donde hay que dar cobertura social y sanitaria y donde hay que invertir para crear empleo, no nos pueden pasar desapercibidas las astronómicas cifras contempladas en el acuerdo que el Gobierno del Principado alcanzó con CC OO, UGT y FADE dentro del marco presupuestario de la concertación que estará vigente entre 2.013 y 2.015 y que dispondrá de fondos por importe de 2.279 millones de euros (379.194 millones de las antiguas pesetas). Hay una apartado de la concertación social que llama especialmente la atención, el dedicado a lo que han dado en llamar Agenda Asturiana de Empleo (empleo, formación y salud laboral) que dispondrá de 173 millones de euros (28.785 millones de pesetas). Del resto, 299 millones se destinarán a dinamización económica, 306 millones a cohesión social (vivienda, dependencia y salario social) y 1.500 millones de euros a inversiones.
Una buena parte de las partidas contempladas en el acuerdo de concertación social son meramente virtuales, como los propios Presupuestos, porque se basan en una previsión extremadamente optimista de la recaudación, pero otras no, porque los compromisos del dinero que manejan sindicatos y empresarios, en particular el de la formación, son inmutables.
Pero, hete aquí que la sindicatura de cuentas ha puesto el dedo en la llaga y ha recomendado al Gobierno que preside Javier Férnandez que no sean CC OO, UGT y FADE los que manejen esos fondos públicos a su antojo. De salir adelante esta propuesta representaría una auténtica catarsis.
No ha pasado ni un minuto para que los sindicatos, presos del pánico, salieran a la palestra proclamando a los cuatro vientos que ese dinero está controlado y los gastos justificados. Pero no estamos hablando de corrupción, al menos de momento, sino de la necesidad imperiosa que tienen los sindicatos para mantener sus estructuras con el dinero que se descuenta a los trabajadores para otros fines.
Ante la caída de las afiliaciones y de las cotizaciones y el corte de fondos públicos en las CC AA que han cambiado de signo político, tanto CC OO como UGT, y toda su pléyade de liberados, lo  empiezan a pasar mal, incluso ya han hecho ERES que afectan a casi 1.500 trabajadores en sus oficinas de toda España, y se agarrarán, como nunca, a las ubres públicas con uñas y dientes.
Pero los sindicatos también están en el punto de mira, sobre todo en el de los que se sienten traicionados por ellos. 

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