domingo, 29 de julio de 2012

LA REVOLUCIÓN QUE VIENE

En el mes se septiembre de 2.007 escribí un artículo con el título de "La crisis que viene", que pasó casi inadvertido, pero que era un anuncio de lo que estallaría pocos meses después. No eran necesarias dotes adivinatorias para prever lo que iba a suceder, es más, yo creo que en realidad todo el mundo sabía lo que acabaría aconteciendo, pero, eso sí, pocos nos decidimos a manifestarlo públicamente. De forma similar, y como consecuencia de aquello, ya se empiezan a dar las circunstancias objetivas para que se produzca una gran revolución, que tendrá un carácter mundial pero que empezará con distintos focos diseminados por todo el planeta. Pero yo quiero particularizar en la revolución que aguarda a España a la vuelta de la esquina.
Tras el paso del estío y con las nuevas vueltas de tuerca que esperan a los españoles en septiembre, asistiremos a un otoño "caliente". La anunciada subida del IVA tendrá un efecto demoledor, con el derrumbe definitivo del mercado interno y con la disminución de la recaudación fiscal, paradoja que, por simple, no hace falta explicar. La pérdida de la paga de Navidad de los funcionarios y la disminución generalizada de los salarios, mientras continúan subiendo todos los precios, también tendrá efectos dramáticos en los resultados de las empresas y el comercio, sobre todo en diciembre. En consecuencia, el paro seguirá aumentando y, lo que es peor, los ciudadanos al borde de la exclusión social, ante el recorte de subvenciones y ayudas, serán legión. Contemporáneamente, el despotismo de los políticos que nos gobiernan y de las clases dirigentes, cuya ideología e intereses personales les impide barajar otro tipo de opciones, continuará cebándose en la ciudadanía, no solo en los trabajadores, también en la pequeña burguesía. Estos son los ingredientes necesarios para que empiecen a fraguar movimientos e iniciativas sociales que hoy todavía son muy pequeños y tienen poca fuerza, pero que, como el grano de mostaza, crecerán hasta convertirse en un gran árbol.
Recuerdo perfectamente un artículo publicado hace años en la prensa local de Gijón (lo escribió Cuca Alonso) que se titulaba "Revoluciones no, gracias" y que hubiera requerido una respuesta similar, aunque de andar por casa, a la que dio Marx a Proudhon con su libro "Miseria de la Filosofía" en contestación adecuada al de "Filosofía de la Miseria", que hipócritamente había escrito el famoso socialista francés. Gracias a las revoluciones, la humanidad ha prosperado y los pueblos y naciones se han emancipado. ¿Qué hubiera sido de todos nosotros sin la Revolución Francesa, por ejemplo?. Pero las revoluciones no son el producto de iniciativas intelectuales, el propio Carlos Marx se equivocó al pensar que la primera revolución socialista importante sería en Gran Bretaña, donde el proletariado había crecido como clase y era explotado sin misericordia. En Rusia, bajo el régimen de los zares, todavía existían los siervos y el hambre y las enfermedades se cebaban en una población que en el invierno moría por cientos de miles, situación que agravó la Primera Guerra Mundial, por eso triunfó allí la revolución bolchevique que lideró Lenin.
Es decir, no son las ideas las que hacen las revoluciones, sino los estómagos y los de muchos españoles, que también perderán su trabajo y su vivienda, empezarán a estar vacíos muy pronto.
La revolución que viene nada tendrá que ver con las de diseño, franquicias como las revoluciones naranja que la OTAN financió en Ucrania y Georgia, será el producto de la desesperación de millones de personas que, al no tener ya nada que perder, se habrán desprendido del miedo. A ella se unirán aliados ahora insospechados.
Los partidos políticos y organizaciones sindicales que conocemos, que han defraudado la confianza que el pueblo había depositado en ellos, correrán serio peligro y también la monarquía que, de forma pusilánime, ha dejado hacer.
Habrá un nuevo poder y una nueva Constitución y temblarán los que se han reído de los ciudadanos durante tanto tiempo, incluidos los que, con nuestro propio dinero, han comprado Deuda pública a la que esperan sacar mas de un 7% de interés a costa de los sufrimientos y penurias de tantas familias.
El reloj se ha puesto a funcionar y los acontecimientos no tendrán vuelta atrás.

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