jueves, 16 de junio de 2011

LA VIOLENCIA DE LOS INDIGNADOS

Ayer casi no se hablaba de otra cosa en los medios de comunicación, “Los Indignados se han vuelto violentos”, “esto es intolerable”, “han cruzado la línea roja”, “que actúe la fuerza pública y les dé su merecido”. Cuando comenzó este movimiento ya dijimos que mientras no se salieran de ciertos cauces serían tolerados, incluso bien vistos por los políticos, algo así sucedió con los ecologistas cuando empezaron a ser conocidos por su defensa de las ballenas, “son majos estos chicos”, decían los hipócritas. Todo cambió cuando actuaron contra las pruebas nucleares francesas en el Atolón de Mururoa, denunciaron el calentamiento de la Tierra por las ingentes emisiones de CO2 o proclamaron a los cuatro vientos la insostenibilidad del sistema económico que impera en el mundo, por ejemplo, entonces se abrió la veda para darles estopa e incluso asesinarlos, como hicieron los servicios secretos galos en Australia.
En plena campaña electoral nadie se metió con Los Indignados, algunos políticos hasta llegaron a manifestar que compartían muchas de sus reivindicaciones, naturalmente, mentían como bellacos. Después de la cita con las urnas pasaron a ser un problema y los partidos esperaban tener algún argumento medianamente sólido para demonizarlos, porque que estuvieran ocupando las plazas no tenía demasiada consistencia para atacarlos. “Han tirado agua a un diputado”, “han abucheado a los elegidos por el pueblo”, “quieren poner en cuestión la Democracia”, nos han dicho.
La clase dirigente, eso que algunos han dado en llamar “La Casta”, no ha entendido el mensaje y se ha burlado de los que protestaban en las calles, algo que no hacían por afición, ni para pasar el rato, sino porque estaban indignados de verdad, porque estaban hasta los mismísimos.
Miren ustedes, la violencia suele ser proporcional a la tiranía. ¿Alguien pondría en cuestión la Revolución Francesa porque la guillotina trabajó a destajo?, seguramente no, después de escuchar el comentario de la reina María Antonieta referido al pueblo hambriento: “si no tienen pan que coman bollos”. No se puede criticar al cordero por morder en el culo al matarife que va a sacrificarlo.
Porque, en efecto, los verdaderos violentos son los que, por su gestión y por ser cómplices de los poderosos, han dejado sin trabajo a cinco millones de personas, ponen en la calle todos los días a muchas familias que no pueden pagar sus hipotecas, suben los impuestos, bajan los salarios, abaratan los despidos, elevan la edad de jubilación a los 67 años y siguen endeudando a España, es decir, a todos nosotros, para siempre.
No es una casualidad que la segunda preocupación de los ciudadanos, según las encuestas del CIS, sean los políticos.
No nos gusta la violencia, ninguna, por eso, en el contexto social que nos ha tocado vivir, no vamos a condenar al infierno a Los Indignados.

Nota de última hora. ¿Ha visto usted el vídeo donde se ve que los que iniciaron los incidentes eran policías infiltrados?. Ha estado censurado durante horas, pero en estos momentos tiene ya 500.000 visitas. ¡Qué fuerte!.

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