viernes, 3 de junio de 2011

AHORA TOCA CARGARSE LA NEGOCIACION COLECTIVA

Cuando estalló la crisis económico-financiera, hubo unos primeros días de desconcierto donde los bancos, los mercados de capital y, en fin, los especuladores, no tenían muy claro que podía suceder, incluso algunos temieron que proliferaran las nacionalizaciones ante la alternativa de la quiebra. Pero el capital, como casi siempre, tenía comiendo de la mano a los Gobiernos y el paso al control público de algunas entidades financieras fue casi anecdótico, como la singularidad del caso islandés, donde el pueblo dio un explícito corte de manga a los que se habían pasado de listos. Enseguida quedó claro que tanto las organizaciones internacionales, por ejemplo, el Fondo Monetario Internacional o el Banco Mundial, como los Gobiernos, harían todo lo que fuera necesario para salvar el entramado de los estafadores que se había desmoronado ante nuestros ojos. Si alguien pensaba que toda esa gente acabaría con sus huesos en la cárcel y pagaría con su patrimonio una buena parte de las fechorías cometidas es que vive en otro planeta. Antes, al contrario, los Gobiernos acudieron raudos con ingentes cantidades de dinero público a tapar los agujeros y, claro, se disparó la deuda, que ya era enorme por el déficit gigantesco que habían acumulado las administraciones. Pero, surgió una pregunta: ¿quién va a pagar, al final, todo esto?, yo estoy seguro, agudo lector, que usted ya la ha respondido.
Contemporáneamente, aunque parezca increíble, porque el capital debería estar temblando de miedo con la que ha liado, se abrió la veda contra los derechos de los ciudadanos, la mayoría trabajadores, pero también pensionistas, comerciantes y empresarios, aunque estos últimos parece que aún no se han enterado de que van en el mismo barco, una nave que hace agua por todas partes. En efecto, seríamos todos nosotros los que pagaríamos la crisis. Se subieron impuestos como el IVA y los especiales, se abarató y facilitó el despido, se congelaron las pensiones, se bajó el sueldo a los funcionarios, se elevó la edad de jubilación bajando, de paso, la cuantía de la prestación, etc, pero las vueltas de tuerca parece que no han terminado en este tornillo sin fin. Ahora toca cargarse la negociación colectiva.
¿Que se persigue con todas estas medidas que los Gobiernos han calificado eufemísticamente como “reformas”?, pues ni mas ni menos que bajar los sueldos y las prestaciones sociales y continuar con el trasvase de capital de los ciudadanos hacia las grandes corporaciones financieras y los especuladores, que fue precisamente el origen de la crisis, al no poder pagar la gente sus créditos porque habían perdido una buena parte de su poder adquisitivo al subir brutalmente los precios muy por encima de los salarios.
Se han roto las negociaciones de la CEOE y los sindicatos mayoritarios, CC OO y UGT, sobre la “reforma” de la negociación colectiva. A todos les interesa que sea el Gobierno de la pseudoizquierda el que haga el trabajo sucio. Unos dirán que era menos de lo que esperaban y los otros que podía ser aún peor. Otra vez intentarán tomarnos el pelo.
Si continúa disminuyendo la capacidad de compra de los ciudadanos, mientras siguen subiendo los precios (es especialmente escandalosa la subida de las comisiones bancarias que llega en algunos casos hasta el 34 %) la demanda no se recuperará nunca y no se podrá acabar con el paro y con el goteo incesante de cierre de comercios y empresas. Es una bomba de relojería en manos de irresponsables.

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