jueves, 23 de junio de 2011

EL FMI NOS QUIERE GOBERNAR

Es increíble como han cambiado las cosas en los últimos tres años. Quién no recuerda la pena que nos daban los pobres argentinos, por ejemplo, cuando el “corralito”, cuando el FMI les decía lo que tenían que hacer hasta dejarles al borde de la indigencia. Ahora hay un fantasma que recorre Europa, la crisis, y una santa alianza de poderes económicos y políticos que dice a los ciudadanos que la única forma de encararla es con sacrificios y recortes sociales, que siempre les parecen pocos.
Ante el desconcierto de la socialdemocracia, que va a desaparecer en poco tiempo de todos los Gobiernos europeos, los “neocón”, los seguidores de la Escuela de Chicago, y los mas derechistas de los conservadores, están arrimando el ascua a su sardina consiguiendo, a la sombra de la crisis, lo que jamás se hubieran imaginado que lograrían. Abaratamiento del despido, contratos basura a la carta, subida de impuestos sin discriminación de rentas, convenios colectivos de los que las empresas se puedan descolgar, salarios de miseria, etc. Pero la izquierda no ha fracasado por sus ideas históricas, sino por su mala gestión, por travestirse de derechas y por su incapacidad de lograr un poder supranacional capaz de enfrentarse al gran capital. El capital y la derecha cuentan con partidos fuertes y bien organizados en casi todos los países de Europa, pero, además, tienen organismos internacionales, como la OCDE, el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, o, digámoslo ya sin tapujos, la UE, que imponen sin disimulos sus políticas económicas a los Estados.
Se acabó eso de que la soberanía reside en el pueblo, se terminó la democracia, no existe la Europa Unida, ni la Europa de los pueblos, ni nada que se le parezca, por muchos burócratas que haya en Bruselas. Hoy son Merkel y Sarkozy los que dicen lo que hay que hacer y el FMI como.
Hasta no hace mucho, el Fondo Monetario Internacional o los mandatarios de Alemania y Francia, daban tirones de orejas a España y otros países en dificultades para que ajustáramos nuestras cuentas e hiciéramos algunas reformas estructurales que dinamizaran nuestra economía, pero han pasado a una segunda fase donde, con todo descaro, pormenorizan al detalle cuales deben ser las actuaciones, siempre en el sentido de hacer sufrir a los ciudadanos, especialmente a los trabajadores. Hasta tal punto ha calado el discurso derechista y la injerencia del capitalismo internacional en nuestras vidas que a gentes que hasta anteayer se consideraban progresistas hoy les suena mal el control público de las entidades financieras, por ejemplo, criticando con virulencia rayano en el insulto a cualquiera que se atreva a plantearlo. Sin embrago, es esta medida drástica y el ataque sin piedad a la economía sumergida los pilares sobre los que se debería asentar la recuperación. Esto son reformas, lo que nos sirven todos los días solo son recortes sociales.
Si nos van a dirigir desde Bruselas, si va a ser el presidente francés y la canciller alemana los que digan lo de tenemos que hacer, si el FMI nos va a gobernar, podríamos ahorrar bastante dinero prescindiendo de nuestro Gobierno, de nuestros partidos políticos, de las dos cámaras parlamentarias y hasta de nuestro rey. Eso sí, si nos cargamos el poder popular y sus instituciones, si destruimos la democracia, si rompemos la baraja, todos jugaremos otro tipo de partida.

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