miércoles, 22 de junio de 2011

70 AÑOS DEL ATAQUE ALEMAN A LA URSS

Hoy se cumplen 70 años del ataque nazi a la URSS, que produjo mas de 20 millones de muertos y cuyo enfrentamiento fue decisivo para inclinar la balanza de la Segunda Guerra Mundial del lado aliado. Por su interés histórico reproducimos las palabras del marical Zhukov, extraídas de su libro de memorias.





Como jefe del Estado Mayor General que había ocupado este puesto el 1ro. de febrero de 1941 jamás fui informado por Stalin sobre la información secreta que recibía él personalmente.

Por deber del servicio traté de aclarar por qué no se facilitaba a la dirección militar la información que se enviaba a Stalin y a los otros miembros del Buró Político. Me respondieron:

—Es una indicación del camarada Stalin.

En cierta ocasión el mariscal Timoshenko, comisario (ministro de Defensa) y yo nos arriesgamos a hablar seriamente con Stalin. Respondió con el laconismo que lo caracterizaba:

—Lo que ustedes tienen que saber, se les comunicará.

No puedo decir con exactitud si Stalin estaba informado verazmente, si en efecto se le comunicó el día del comienzo de la guerra. Los importantes datos de este género que Stalin recibía tal vez personalmente, no eran comunicados ni al comisario del pueblo de Defensa ni a mí.

—¿Podía la Dirección de información militar del Comisariado del Pueblo de Defensa descubrir a tiempo la salida de las tropas enemigas a la frontera de la URSS, directamente a las regiones de partida por donde comenzaron su invasión el 22 de junio? En las condiciones en que había sido colocada la dirección militar era difícil hacerlo. Se nos prohibía categóricamente practicar reconocimiento aéreo y los datos de los agentes llegaban tarde.

Además, como se supo después por las cartas topográficas y los documentos de trofeo, el Mando alemán efectuó la concentración en las fronteras en el último momento y sus tropas blindadas, que se hallaban a considerable distancia, fueron trasladadas a los sectores de partida solo en la noche del 21 al 22 de junio.

Lamentablemente, incluso de los datos que se poseían no siempre se hacían deducciones correctas que habrían podido orientar concreta y autorizadamente al Mando Supremo. Veamos a este respecto algunos documentos de los archivos militares.

El 20 de marzo de 1941, el general V. Gólikov, jefe de la Dirección de información, presentó al Mando un informe que contenía datos de excepcional importancia.

En este documento se exponían las variantes de las posibles direcciones de los ataques de las tropas fascistas alemanas en caso de una agresión a la Unión Soviética. Como luego se aclaró, reflejaban consecuentemente el plan "Barbarroja", trazado por el Mando hitleriano y una de las variantes, en esencia, reflejaba el meollo de este plan.

En el informe se decía: "De las acciones militares más probables proyectadas contra la URSS merecen atención las siguientes:

"Variante 3 según datos... para febrero de 1941: ...para el ataque a la URSS se dice en el comunicado, se crean tres grupos de ejércitos: 1 grupo al mando del general feldmarschall von Bock ataca en dirección a Petrogrado: 2 grupo al mando del general feldmarschall von Rundstedt, en dirección a Moscú y 3 grupo al mando del general feldmarschall von Leeb, en dirección a Kiev. Comienzo del ataque a la URSS aproximadamente el 20 de mayo."

Según el comunicado de nuestro agregado militar del 14 de marzo, se señalaba más adelante en el informe, que un comandante alemán había declarado: "Cambiamos por completo nuestro plan. Nos dirigimos al este, a la URSS. Quitaremos a la URSS, el trigo, el carbón y el petróleo. Entonces seremos invencibles y podremos continuar la guerra contra Inglaterra y Norteamérica..."

Sin embargo, las deducciones que se hacían de los datos citados en el informe, en realidad, le restaban importancia e inducían a error a Stalin. Al final de su informe, el general F. Gólikov escribía:

"1. Sobre la base de todas las opiniones aducidas y variantes posibles de operaciones en la primavera de este año creo que el plazo más posible del comienzo de las operaciones contra la URSS puede ser después de la victoria sobre Inglaterra o después de concertar con ella una paz honrosa para Alemania.

2. Los rumores y documentos sobre la inevitabilidad de la guerra contra la URSS en la primavera de este año hay que considerarlos como desinformación procedente del servicio de inteligencia inglés e incluso, puede ser, del servicio de inteligencia alemán". (La cursiva es mía, G. Zh.)

El 6 de mayo de 1941 el almirante N. Kuznetsov, comisario del pueblo de la Marina de Guerra, envió una nota a Stalin:

"El capitán de navío Vorontsov, agregado naval en Berlín, informa... que, como ha dicho un oficial alemán del cuartel general de Hitler, los alemanes preparan para el 14 de mayo la invasión a la URSS a través de Finlandia, las regiones del Báltico y Rumania. Al propio tiempo se proyectan potentes incursiones de aviación contra Moscú y Leningrado y el lanzamiento de paracaidistas en los centros fronterizos..."

Los datos expuestos en este documento también tenían excepcional valor. Sin embargo, las deducciones del almirante N. Kuznetsov no correspondían a los datos que citaba y desinformaron a Stalin.

"Supongo —se decía en la nota de N. Kuznetsov—, que los datos son falsos y aun dirigidos especialmente a comprobar cómo reaccionará a ello la URSS. (La cursiva es mía G. Zh.)

Se recibió una información análoga del embajador de la URSS en Alemania Dekanózov. No solo enviaba a Stalin a través de los organismos correspondientes datos sobre la ausencia de amenaza de agresión, sino que en vísperas de la guerra autorizó la llegada a Berlín de las familias de muchos funcionarios de la embajada y de la representación comercial, que en la noche del 21 al 22 de junio fueron detenidos y enviados a la Gestapo.

Stalin cometió un error irreparable y se fió de los falsos datos que recibía de los órganos correspondientes.

El mariscal S. Timoshenko me aseguró después de la guerra que él personalmente no sabía nada de estas informaciones. Como jefe del Estado Mayor General, yo también certifico que no había sido puesto en antecedentes.

El 13 de junio, S. Timoshenko en mi presencia telefoneó a Stalin y solicitó permiso para dar orden de alertar las tropas de las regiones fronterizas y desplegar los primeros escalones según los planes de cobertura.

Al otro día estuvimos en el despacho de Stalin y le informamos de los alarmantes ánimos y de la necesidad de alertar las tropas para el combate.

Stalin dijo:

—Ahora no hay que hacer eso, estamos preparando un comunicado de la TASS y mañana lo publicaremos.

—Bueno ¿y qué?— pregunté.

—Mandó a leer los periódicos al día siguiente, dijo irritado Timoshenko. El 14 de junio se publicó en la prensa un comunicado de la TASS en el que se decía que las declaraciones difundidas por la prensa extranjera, particularmente por la inglesa, de que se aproximaba la guerra entre la Unión Soviética y Alemania carecían de todo fundamento, puesto que tanto la Unión Soviética como Alemania observaban estrictamente las condiciones del tratado soviético-germano de no agresión, y que a juicio de los círculos soviéticos, los rumores sobre las intenciones de Alemania de romper el pacto y atacar a la Unión Soviética carecían de todo fundamento.

Cuando el pueblo soviético leía este comunicado optimista de la TASS los generales fascistas, reunidos en el despacho de Hitler, le informaban que las tropas alemanas estaban completamente listas para el ataque a la Unión Soviética.

—Tenemos con Alemania un tratado de no agresión —dijo Stalin—. Alemania se ha atascado hasta el cuello en la guerra en el Oeste y creo que Hitler no se arriesgará a crearse un segundo frente atacando a la Unión Soviética. Hitler no es tan tonto como para no comprender que la Unión Soviética no es Polonia, no es Francia y ni siquiera Inglaterra y las tres juntas. El comisario del pueblo de Defensa Timoshenko probó a objetar:

—Bien, pero ¿y si a pesar de todo ocurre eso? En caso de un ataque no tenemos en las fronteras fuerzas suficientes ni siquiera para cubrirlas. No podemos hacer frente y rechazar organizadamente el golpe de las tropas alemanas, pues usted sabe que el traslado de tropas a nuestras fronteras occidentales con la situación existente en los ferrocarriles es sumamente difícil.

—¿Usted propone realizar la movilización en el país, poner ahora en pie las tropas y enviarlas a las fronteras occidentales? ¡Pero eso es la guerra! ¿Lo comprenden ustedes dos o no?

Luego Stalin preguntó:

—¿Cuántas divisiones tenemos en las regiones del Báltico, en las regiones militares Occidental, de Kiev y Odesa?

Informamos que en total en las cuatro regiones militares fronterizas occidentales el 1ro. de julio habría 149 divisiones y una brigada de infantería autónoma.

—Ya ven, ¿les parece poco? Los alemanes, según nuestros datos, no tienen tal cantidad de tropas —dijo Stalin.

Yo informé que, según los datos de exploración, las divisiones alemanas estaban al completo y armadas según la plantilla de tiempo de guerra. Cada división tenía de 14 000 a 16 000 hombres. En cambio, nuestras divisiones tenían 8 000 hombres y prácticamente eran la mitad de débiles que las alemanas.

Stalin, sulfurándose dijo:

—No se puede creer todo lo que dice la exploración...

Salimos del Kremlin abrumados...

He hablado ya de las medidas que se tomaron con el fin de no dar pretexto a Alemania para desencadenar un conflicto militar. El comisario del pueblo de Defensa, el E. M. G. y los comandantes jefes de las regiones militares fronterizas fueron advertidos de su responsabilidad personal por las consecuencias que pudieran surgir debido a actos imprudentes de nuestras tropas. Se nos prohibió categóricamente efectuar cualquier desplazamiento de tropas a posiciones avanzadas, según el plan de cobertura, sin permiso personal de Stalin.

Es más, los jefes de las unidades fronterizas del NKVD (tropas guardafronteras y de seguridad) recibieron instrucciones especiales de Beria de comunicarle todas las infracciones del orden de desplazamiento de las unidades de cobertura operativa.

Recuerdo como si fuera hoy que en los primeros días de junio me llamó Timoshenko.

Acaba de telefonear el camarada Stalin —dijo— y ha ordenado investigar e informarle quién dio orden al jefe de las zonas fortificadas de ocupar el antecampo en las fronteras de Ucrania. Esta orden, si se ha dado, debe anularse inmediatamente y castigar a los culpables de actos arbitrarios.

Tal planteamiento complicaba seriamente toda independencia del Mando y del Estado Mayor General.

Pese a la severa prohibición, el comisario del pueblo de Defensa Timoshenko recomendó a los comandantes jefes de las tropas de las regiones militares efectuar ejercicios tácticos de las grandes unidades en dirección a la frontera estatal con el objeto de concentrar las tropas más cerca de las regiones de despliegue según los planes de cobertura. Las regiones militares cumplían estas recomendaciones del comisario del pueblo.

Yo sabía que en la Región de Kiev se estaban concentrando cerca de la frontera no menos de cinco divisiones, pero los comandantes jefes de las tropas de las regiones cometieron un gran error también en este caso y el comisario del pueblo y yo no les corregimos a tiempo. El error consistió en lo siguiente:

El caso es que a comienzos de 1941 la artillería de la división, del cuerpo y antiaérea aún no efectuaba los ejercicios de tiro y no estaba preparada para cumplir misiones de combate. Por eso los comandantes jefes de las regiones militares tomaron la decisión de enviar parte de la artillería a los polígonos de prueba. De este modo, cuando la Alemania fascista atacó, varios cuerpos y divisiones de las tropas de cobertura estaban sin una parte considerable de su artillería, lo que desempeñó un papel importante en las desafortunadas operaciones de nuestras tropas en los primeros días de la guerra.

El 21 de junio por la tarde me telefoneó el teniente general M. Purkáev, jefe del Estado Mayor de la Región Militar de Kiev, e informó que se había presentado a los guardafronteras un tránsfuga, un cabo alemán, que afirmaba que las tropas alemanas salían a las regiones de partida para el ataque, que comenzaría el 22 de junio por la mañana.

Inmediatamente di cuenta al comisario del pueblo y a Stalin de lo que había transmitido M. Purkáev.

Al cabo de unos tres cuartos de hora venga con el comisario del pueblo al Kremlin —dijo Stalin.

Tomé el proyecto de la directriz a las tropas y junto con el comisario del pueblo y el teniente general Vatutin marché al Kremlin. Por el camino nos pusimos de acuerdo para conseguir a toda costa la decisión de alertar las tropas para el combate.

Stalin nos recibió solo. Estaba evidentemente preocupado.

¿Y no nos habrán lanzado los generales alemanes a este tránsfuga para provocar un conflicto? —preguntó. —No— respondió S. Timoshenko—. Creemos que el tránsfuga dice la verdad.

Mientras tanto en el despacho de Stalin fueron entrando los miembros del Buró Político. Stalin les informó brevemente.

—¿Qué vamos a hacer? —preguntó Stalin.

La pregunta quedó sin contestar.

—Hay que dar inmediatamente la directriz de alertar para el combate las tropas de todas las regiones fronterizas —dijo el comisario del pueblo.

—¡Lea! —dijo Stalin.

Leí el proyecto de directriz. Stalin indicó:

—Es prematuro dar esa directriz ahora, tal vez se consiga todavía arreglar la cosa por vía pacífica. Hay que dar una directriz breve en la que se indique que puede comenzar un ataque de unidades alemanas con acciones provocativas. Las tropas de las regiones fronterizas no deben hacer el juego a ninguna provocación para no suscitar complicaciones.

Sin perder tiempo Vatutin y yo pasamos a la habitación contigua y redactamos rápidamente un proyecto de directriz del comisario del pueblo.

Volvimos al despacho y pedimos permiso para informar.

Stalin escuchó el proyecto de directriz, lo leyó él mismo otra vez, introdujo algunas enmiendas y lo entregó al comisario del pueblo para la firma.

Teniendo en cuenta la singular importancia del documento, cito el ordeno que se dio a los Consejos Militares de las regiones militares de Leningrado, del Báltico. Occidental, de Kiev y de Odesa:

"a) en la noche del 21 al 22.6.41 ocupar ocultamente los puntos de las regiones fortificadas de la frontera estatal;

"b) antes del amanecer del 22.6.41 desconcentrar por los aeródromos de campaña toda la aviación, incluyendo la de las tropas y enmascararla cuidadosamente;

"c) alertar para el combate todas las unidades. Mantener las tropas desconcentradas y enmascaradas;

"d) alertar la defensa antiaérea sin poner en pie adicionalmente al personal de plantilla. Preparar todas las medidas para el enmascaramiento de luces de las ciudades y los objetivos;

"e) no tomar ninguna otra medida sin disposición especial. Timoshenko. Zhúkov. 21.6.41".

El general N. Vatutin salió inmediatamente con esta directriz para el Estado Mayor General con el fin de entregarla en el acto a las regiones militares. La entrega a las regiones terminó a las 00.30 minutos del 22 de junio de 1941. Una copia de la directriz se transmitió al comisario del pueblo de la Marina de Guerra.

Timoshenko y yo abandonamos el despacho de Stalin experimentando un sentimiento de complicada duplicidad.

Por un lado, al parecer habíamos hecho todo lo que dependía de nosotros para hacer frente preparados al máximo a la amenaza de guerra que se avecinaba: se habían aplicado varias grandes medidas de organización de orden operativo y de movilización; en la medida de lo posible se habían fortalecido las regiones militares occidentales que habrían de entrar en liza en primer término con el enemigo; por último, hoy se había recibido permiso para dar la directriz de alertar las tropas de las regiones fronterizas para el combate.

Pero, por otro lado, las tropas alemanas podían mañana pasar a la ofensiva y nosotros teníamos varias importantísimas medidas sin cumplir aún. Y eso podía complicar seriamente la lucha contra el experto y fuerte enemigo. La directriz que en aquel momento transmitía el Estado Mayor General a las regiones militares era tardía e incluso no llegaría jamás a quienes, en la mañana siguiente, debían hacer frente al enemigo.

Había oscurecido hacía tiempo. Expiraba el día 21 de junio. Timoshenko y yo llegamos al portal del Comisariado del Pueblo callados. Al apearnos del auto convinimos en volver a vernos dentro de diez minutos en su despacho de servicio.

En la noche del 21 al 22 de junio de 1941 se ordenó a todo el personal del Estado Mayor General y del Comisariado del Pueblo de Defensa permanecer en sus sitios. Había que transmitir lo antes posible a las regiones militares la directriz de alertar para el combate las tropas fronterizas. El comisario del pueblo de Defensa y yo sosteníamos incesantes conversaciones con los comandantes jefes de regiones militares y los jefes de Estado Mayor, que nos informaban del creciente ruido al otro lado de la frontera. Recibían estos datos de los guardafronteras y de las unidades avanzadas de cobertura.

Aproximadamente a las 24 horas del 21 de junio, M. Kirponós, comandante jefe de la Región de Kiev que se hallaba en su puesto de mando en Ternópol, dio cuenta por hilo directo que, además del tránsfuga del que había comunicado el general M. Purkáev, había aparecido en nuestras unidades otro soldado alemán del 222 Regimiento de la 74 División de Infantería. Este soldado había cruzado a nado un riachuelo, presentándose a los guardafronteras y comunicando que las tropas alemanas pasarían a la ofensiva a las 4 de la madrugada. Se ordenó a Kirponós transmitir más rápidamente la directriz a las tropas y alertarlas para el combate.

Todo evidenciaba que las tropas alemanas se iban aproximando a la frontera. De ello dimos cuenta a los 00.30 minutos de la noche a Stalin. Este preguntó si había sido transmitida la directriz a las regiones militares. Respondí afirmativamente.

El 22 de junio al amanecer, N. Vatutin y yo nos hallábamos con el comisario del pueblo de Defensa S. Timoshenko en su despacho del Comisariado.

A las 3 horas 07 minutos me telefoneó por hilo directo el almirante F. Oktiábrski, comandante jefe de la Flota del Mar Negro, y me comunicó: "El sistema SAOAC (Servicio Aéreo de Observación, Aviso y Comunicación) de la flota informa de que por el lado del mar se aproxima un gran número de aviones desconocidos; la flota está en estado de alerta. Espero órdenes".

Yo pregunto al almirante:

—¿Cuál es su decisión?

—Una sola: recibir a los aviones con el fuego de la defensa antiaérea de la flota.

Después de hablar con Timoshenko respondí a Oktiábrski: —Actúe e informe a su comisario del pueblo.

A las 3 horas 30 minutos, el jefe de Estado Mayor de la Región Occidental, general V. Klimovskij, informó que la aviación alemana había realizado una incursión contra ciudades de Bielorrusia. A los tres minutos el jefe de Estado Mayor de la Región de Kiev, general M. Purkáev, dio cuenta de que la aviación había atacado las ciudades de Ucrania. A las 3 horas 40 minutos telefoneó el comandante jefe de la Región Militar del Báltico, general F. Kuznetsov, quien dio cuenta de ataques de la aviación enemiga contra Kaunas y otras ciudades.

El comisario del pueblo me ordenó telefonear a Stalin. Llamé por teléfono. Nadie se acercó al aparato. Volví a llamar insistentemente. Por fin, oí la voz adormilada del general Vlasik (jefe de la dirección de vigilancia).

—¿Quién habla?

—El jefe del Estado Mayor General Zhúkov. Ruego ponerme urgentemente en comunicación con el camarada Stalin.

—¿Qué? ¿Ahora? —se sorprendió el jefe de la guardia —El camarada Stalin está durmiendo.

—Despiértelo inmediatamente: ¡los alemanes bombardean nuestras ciudades! Ha empezado la guerra.

El silencio duró varios instantes. Por fin, respondió sordamente por el auricular:

—Espere un momento.

A los tres minutos se acercó al aparato Stalin.

Di cuenta de la situación y pedí permiso para empezar las operaciones militares de respuesta. Stalin permaneció callado. Únicamente oía su afanosa respiración.

—¿Me ha comprendido?

Otra vez silencio.

—¿Habrá instrucciones? —insistí.

Por fin, como si se despertara, Stalin preguntó:

¿Dónde está el comisario del pueblo?

—Está hablando por hilo directo con la Región de Kiev.

—Venga con Timoshenko al Kremlin. Diga a Poskrióbishev que llame a todos los miembros del Buró Político.

A las cuatro volví a hablar con Oktiábrski. Informó en tono sereno:

—La incursión enemiga ha sido rechazada. El intento de atacar nuestros buques ha fracasado. Pero en la ciudad hay destrucciones.

Yo quisiera destacar que la Flota del Mar Negro, encabezada por el almirante F. Oktiábrski, fue una de nuestras primeras unidades que hicieron frente organizadamente al ataque enemigo.

A las 4 horas 10 minutos las regiones militares especiales Occidental y del Báltico dieron cuenta del comienzo de operaciones militares de las tropas alemanas en los sectores terrestres de las regiones.

A las 4 horas 30 minutos de la madrugada, Timoshenko y yo llegamos al Kremlin. Todos los miembros del Buró Político convocados estaban ya reunidos. Al comisario del pueblo y a mí nos invitaron al despacho.

Stalin estaba pálido y sentado a la mesa, tenía en las manos la pipa no cargada de tabaco.

Informamos de la situación. Stalin dijo perplejo:

—¿No será una provocación de los generales alemanes?

—Los alemanes bombardean nuestras ciudades en Ucrania, Bielorrusia y el Báltico. ¿Cómo va a ser una provocación? —respondió Timoshenko.

—Si se necesita organizar una provocación —dijo Stalin— los generales alemanes bombardearán incluso sus propias ciudades... —Y, pensándolo un poco, continuó—, Seguro que Hitler no sabe eso.

—Hay que telefonear urgentemente a la embajada alemana —dijo a Mólotov.

De la embajada respondieron que el embajador, conde von Schulenburg, solicitaba ser recibido para hacer un comunicado urgente.

Se encargó a V. Mólotov recibir al embajador.

Mientras tanto, N. Vatutin, primer subjefe del Estado Mayor General, transmitió que después de fuerte preparación artillera, en varios sectores de las direcciones noroeste y oeste, tropas terrestres alemanas habían pasado a la ofensiva.

Pedimos en seguida a Stalin que diera orden a las tropas de organizar inmediatamente acciones de respuesta y contraatacar al adversario.

—Esperemos el regreso de Mólotov —respondió. Transcurrido algún tiempo en el despacho entró rápidamente Mólotov:

—El Gobierno alemán nos ha declarado la guerra. Stalin se dejó caer callado en una silla profundamente pensativo.

Sobrevino una penosa y prolongada pausa.

Yo me arriesgué a romper el dilatado silencio y propuse lanzar inmediatamente todas las fuerzas existentes en las regiones fronterizas contra las unidades enemigas que habían penetrado y detener su avance.

—No detenerlas, sino liquidarlas —puntualizó S. Timoshenko.

—Den la directriz —dijo Stalin—. Pero por ahora que nuestras tropas, salvo la aviación, no violen en ninguna parte la frontera alemana.

Era difícil entender a Stalin. Por lo visto, confiaba todavía en evitar de alguna manera la guerra. Pero la guerra era ya un hecho. La invasión se desplegaba en todas las direcciones estratégicas.

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