A pesar de que el presidente del
Gobierno, Mariano Rajoy, sobre todo desde el batacazo de su partido en las
elecciones autonómicas catalanas, lleva semanas diciendo a todo el que le
quiera oír que la economía española crece más que ninguna otra en Occidente y, en definitiva, que España va bien, igual
que decía Aznar mientras allanaba el camino a las políticas del pelotazo que
desembocarían en la crisis financiero-inmobiliaria,
la verdad es que no se ha despejado, ni de lejos, el conflicto político en Cataluña
ni las cifras macroeconómicas son buenas, por mucho que el crecimiento
económico esté en torno al 3% y se cambie un contrato de trabajo fijo por dos
en precario. Y no lo son porque España sigue gastando mucho más de lo que
ingresa y porque la Deuda Pública Española, a falta de los datos del cuarto
trimestre, ha vuelto a aumentar el año pasado y vuelve a batir todas las marcas
históricas desde la Guerra de Cuba. Si mentamos las cifras globales de la Deuda,
aunque estratosféricas, la gente no tendrá percepción exacta del problema, pero
si decimos lo que debe cada español es otra cosa: En 1.980 la Deuda per cápita
en España era de 425 euros, en 1.990 de 3.518 euros, en el año 2.000 de 9.211
euros, en 2.010 de 13.913 euros, en 2.016 de 23.796 euros y en octubre de 2.017
ya había llegado a 24.367 euros. Es decir, nuestros gobernantes nos han
endeudado hasta las cejas y piensan seguir incrementando lo que debemos a pesar
de que todo parece indicar que los bajos intereses a los que se amortizaba el
pufo van a subir en breve. Se acabó la fiesta, pero aún no nos hemos enterado.
Aunque la derecha política siempre achaca a la izquierda la responsabilidad en
el incremento de la Deuda Pública, tenemos ejemplos evidentes de que no siempre
es así y no solo porque ahora gobierna el PP. Si vamos al detalle nos podemos
encontrar que las administraciones territoriales más endeudadas de España no
han estado gobernadas precisamente por la izquierda, me refiero, por ejemplo,
al Ayuntamiento de Madrid o a la Comunidad Autónoma de Valencia. Valencia es la
comunidad autónoma más endeuda en relación a su PIB, aunque la que más debe es
Cataluña, 75.000 millones de euros, unos 50.000 millones obtenidos de créditos
estatales con un precio del dinero que ya quisieran otras CC AA. En efecto, la
amortización de la Deuda ya es el segundo de los gastos presupuestarios de
algunas CC AA, como Asturias, que “solo” debe 4.100 millones de euros, un 18,8%
de su PIB y 3.958 euros por habitante, pero donde los intereses de la Deuda ya
suponen el segundo gasto más importante después de la Sanidad.
Los EE UU son el país que más
debe del mundo, con una Deuda Pública de más de 17 billones de dólares, pero la
cosa cambia si vamos al porcentaje sobre su PIB, porque entonces bajan hasta el
puesto 33 de la lista. Ahí vemos que Japón (1) es el que se encuentra en una
situación más delicada y que países como
Francia (18), España (20) y Reino Unido (21) están también en situación de
riesgo. Llama la atención que Estados muy potentes, alejados de los
comportamientos y políticas occidentales, como China y Rusia, se encuentren en
las posiciones 98 y 128 de Deuda Pública con respecto a su PIB.
Viviríamos en el reino de Jauja
si pudiéramos endeudarnos cada vez más e indefinidamente, pero, no es así. No
solo hay que pagar los intereses de la Deuda, y estos van a subir mucho con el incremento de los tipos de interés, también hay que pagar la propia Deuda y cuando
esta empieza a ser tan gigantesca los prestamistas también encarecen los
créditos y cuesta más financiarse. La burbuja explotará cuando la Deuda sea tan
grande en porcentaje al PIB que surjan serias dudas sobre si esta se va a poder
devolver y si se van a poder pagar los intereses. Entonces todo se vendrá abajo
como un castillo de naipes. Los prestamistas se van a resistir, porque para no
perder todo su dinero tendrán que intervenir groseramente los Estados y nadie
sabe en qué puede desembocar eso. La pregunta ya no es si ocurrirá, es cuando y
lo sabremos en el momento que los bancos centrales paren la máquina de hacer
billetes y ya no haya papel moneda, con dudoso respaldo de valor, para comprar
Deuda.
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